Laura se estremeció ante el roce de Marco. No quería ningún tipo de contacto físico con él. Esa fue también una de las razones por las que no quería comer en la cocina. - Buenos días Laura. Su voz era fuerte y sacudió el poco coraje que le quedaba. - Buen día. ¿Puedes liberarme? Voy al dormitorio. - ¿Ya almorzó? - No, como más tarde. - Nada de eso, solo subirá después del almuerzo. No tengo hambre y Berta me llevará un plato. Prefiero comer allí. - No quieres sentarte a la mesa con empleados, ¿es eso? - No quiero sentarme en una mesa con un montón de hombres. Por favor déjeme ir. - Hoy te vas, pero mañana te quiero aquí para almorzar. Eres es mi esposa y tomará su lugar. No vivirás escondida y asustada, aquí estás a salvo. Cuando la soltó, Laura subió corriendo las escaleras y s

