Capítulo 5: Primer Impacto

1393 Words
Laura se despertó sintiéndose extraña. Al principio notó la habitación diferente y no sabía dónde estaba. Pero los sonidos de afuera y el sonido de una bocina la hicieron darse cuenta de que ella ya estaba con Marco y él era libre de hacer lo que quisiera con ella. No recordaba realmente el rostro del hombre que ahora era su esposo, y a quien ella había sido entregada como una mercancía más vendida por sus padres. Pero si recordaba los rumores sobre él, sobre el hombre derribó a sus oponentes sin ningún esfuerzo. Pensó que tal vez debería haber buscado algo más en su teléfono sobre él. Sin embargo, estaba tan apática que en el momento no se recordó de eso. Se acercó a la ventana. Laura nunca había tenido mucho contacto con entornos como este y quedó impactada por la belleza del lugar. Pero también se le heló la sangre por la cantidad de hombres que trabajaban afuera, había muchos a caballo. Eso le imposibilito averiguar quién era su esposo entre ellos. Se sobresaltó porque noto que alguien llamaba a la puerta, no respondió porque aún no se sentía preparada para dar órdenes, pero la perilla se giró de todos modos. - Disculpe señora, soy Berta. Vine a ayudarle a organizarse para el desayuno. Berta era alta y fuerte, se parecía a esas mujeres fuertes y firmes, pero sumamente maternales y eso hacía que Laura extrañara a su madre, y entristeció a tal punto de que se echó a llorar. Berta la abrazó, estaba acostumbrada a consolar a casi todos en la casa. - No llores niña, todo va a estar bien, está segura en esta casa. - Solo quiero ir a casa. - Lo sé, pero ahora tu casa está aquí con nosotros. Usted es la esposa del Patrón, y él me dijo que la ayudara a vestirse para que bajara a desayunar. - No quiero, volveré acostarme de nuevo. - Nada de eso, vamos a buscar algo de comer además necesito ayuda en la cocina. Sé que eres la señora de la casa, pero mi ayudante ha sido despedida, así que me gustaría que vinieras a ayudarme. - No soy muy buena cocinando, y no me llames señora. - Está bien, niña. No tienes que ser buena cocinando, yo te enseñaré. Ahora ve a darte una ducha, y yo te conseguiré un bonito vestido. - No creo que tenga ropa aquí. - Tiene un armario completo. El jefe se ha encargado de organizar todo. Ven a mirar pequeña. Laura le siguió y se sorprendió de ver la cantidad de piezas que habían ahí, eran todas hermosas, ligeras, la mayoría eran vestidos y overoles como a ella le gustaban. No parecía barato en absoluto. - ¿Quién eligió la ropa? - El Patrón lo pidió por internet, no entiendo mucho de estas cosas, pero lo que sí sé es que llegó todo limpio e higienizado. - ¿Cómo es él Berta? ¿Cómo es tú patrón? La mujer miró a Laura. - Es intenso, es difícil definirlo, pero puedo decir que la mayoría de las veces es un hombre justo. Ahora ve a darte una ducha, ¿qué te vas a poner? - El mono vaquero azul. Laura se dio cuenta de que había dos armarios en la habitación. El otro era definitivamente de Marco. - Berta, no vas a salir de la habitación mientras estoy en la ducha ¿verdad? Laura tenía miedo de que Marco la sorprendiera desnuda. Ella no quería ningún tipo de intimidad con él. Berta era una mujer con muchas experiencias de vida, sabía reconocer el miedo y además de todo se había solidarizado con su nueva ama, la muchacha no era de esas muchachas de ciudad que miraban con desdén a los sirvientes. - No me iré, me sentaré a esperarte, eres mi ayudante oficial en la cocina. - Gracias. Laura se duchó rápidamente, aún tenía algunas marcas en su cuerpo que iban desapareciendo, los demás dolores eran solo una leve molestia. Pero los recuerdos y el dolor del alma eran peores, esos no se iban, tampoco desaparecían. Después de vestirse, Laura tomó unas cómodas sandalias que encontró en el zapatero de madera floreado y bajó con Berta a la cocina. Cuando abrió la puerta se dio cuenta de que la propiedad era lo suficientemente grande como para tener una habitación propia. Arriba había varias puertas que concluyó que eran dormitorios. Debajo había una habitación grande, el lugar era realmente grande y aireado, los muebles eran sofisticados, pero carecía de decoración y cortinas. La cocina era aún más grande, con una mesa en la que cabría un batallón del ejército. - ¿Vive mucha gente aquí? - No, aquí dentro de la propiedad, solo yo, el Patrón y mi hijo, que está pasando unos días con el padre. En el alojamiento también están los peones y almuerzan aquí con nosotros. Laura tembló levemente, no le gustaría estar rodeada de hombres, no confiaba en ellos y el miedo la abrumaba. Ayudaría a Berta y regresaría a su habitación, pero en ese momento no sabía qué era peor, quedarse en la habitación y ser atrapada sola por Marco o quedarse en la cocina y verse obligada a estar en compañía de varios hombres… La chica suspiro, no era una cocinera natural, pero era hábil con las manos y era una ayudante eficaz. Había un gran horno y allí se colocaba la carne para asar. Hicieron arroz, patatas y migas. Noto que habían jarras de jugo ya listas. - Berta, ¿haces todo esto sola? - No, el Patrón ha despedido a los demás recientemente, por lo que pronto llegarán otras personas para ayudar. - ¿Por qué envió a los demás lejos? Berta la miró, sabiendo que se metería en problemas si hablaba demasiado. - Puedes decirlo, no se lo diré. - Eran chicas jóvenes y a veces se metían en su cama, creo que el Patron no quería problemas con usted y las envió a todos lejos. - Preferí que siguiera durmiendo con ellas y nunca me tocara. No quiero pasar por lo que pasé de nuevo. - El jefe me contó lo que pasó. - ¿Todo el mundo sabe Berta? Laura no pudo ocultar su vergüenza. - No chica, me dijo porque cuando se enteró, el patrón rompió toda la habitación. Y los hombres tenían miedo de acercarse para contenerlo. Yo estaba al lado y me fueron a llamar, porque sabían que no me atacaría. Después de impedir que rompiera más cosas, me lo dijo, pero solo a mí. - Y chica, fuiste abusada, la intimidad es diferente y no tiene por qué ser mala entre una pareja, es tu marido. Laura agachó la cabeza, no se sentía cómoda hablar de esos asuntos, su madre sólo hablaba lo suficiente para asegurarse de que siguieran siendo vírgenes, y sus compañeros de la universidad sabían que se sentía incómoda y no hablaban de sexo frente a ella. - ¿Es a menudo violento? - No en realidad no, pero luego continuamos, ahora la comida ya está lista, llamaré a los hombres a comer. - ¿Puedo ir a la habitación? Comeré más tarde. - Estás a salvo aquí, niña. - Lo sé, pero quiero ir a mi habitación, por favor. - No hace falta que pidas por favor, eres la señora de la casa, el jefe se lo aclaró a todo el mundo. - Te quiero como amiga, y no quiero que me veas como tu jefa, yo no soy así. - Me he dado cuenta de eso, ve a tu habitación, llamaré a los hombres y luego te llevaré una bandeja con carne y papas a tu habitación. - Gracias. Se giró para dirigirse a las escaleras, pero se topó con alguien que la sujetó para que no cayera por el impacto. No necesitaba preguntar quién era él. El hombre era alto y fuerte, usaba un sombrero de paja, pero no parecía un peón, por lo contrario. Quizá por eso le decían el toro, por su tamaño y expresión. Laura jadeó y no pudo moverse por un momento, pero luego dio unos pasos hacia atrás y se apoyó contra la mesa para protegerse. El hombre transmitía peligro y dominio. Entonces ella solo pudo preguntarse ¿A qué clase de hombre su familia la había entregado?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD