Easy On Me - Adele

1458 Words
Ocho meses antes —Niños, apúrense, van a llegar tarde. Como todos los días, Eylin está detrás de sus dos hijos para que lleguen a tiempo a sus clases. No solo eso, también se encarga de ordenar su hogar desde muy temprano, preparar el desayuno e ir adelantando el almuerzo. El periódico del día, un delicioso omelette con pan acompañado de un aromático café n***o bien cargado con azúcar, es lo que prepara con mucho esmero para su esposo. —Buenos días —la voz de su esposo la hace voltearse. —Buenos días cariño, ¿Dormiste bien? —Huuumm, no mucho. Creo que debemos cambiar de colchón, ese se nos está quedando pequeño. Esas palabras hicieron sentir mal a Eylin, ya que su esposo constantemente desde hace un tiempo hace comentarios para decir indirectamente que ella está con sobrepeso y que debería adelgazar. —O quizás yo deba adelgazar —respondió con un sarcasmo que denotaba su molestia. —Por favor Eylin, no empieces, deja de poner palabras en mi boca. No me estoy metiendo con tu peso… Pero si vamos al caso, ya te he dicho mi opinión, debes esforzarte más por tu figura. —Mario vio como el gesto de su esposa no se suavizaba, así que suspiro frustrado y acarició los brazos rellenitos de su esposa—. Es por tu salud amor, y más por que sabes que tienes herencia de sufrir del corazón. Quiero vivir muchos años contigo, y si los podemos alargar muchísimo mejor. Mario le dio un beso en la frente de su esposa para luego sentarse a comer sin darle mucha vuelta al sentir de su compañera. Pero esto ya era una costumbre para Eylin. Después de tener a su segunda hija, Eylin no pudo recuperar su figura, ha intentado un sin fin de dieta y ejercicios, pero su vida de ama de casa no le permitía seguir con constancia una rutina saludable. Cuando se casó Mario fue muy claro en decirle que no quería que su mujer trabajara, que es su obligación proveer a la casa. Eso no fue un problema para ella, solo con la condición de que no hubiera ama de llaves en su casa, ya que ella siempre fue muy activa y para ella quedarse sin hacer nada sería una tortura. Es por esa razón que se había convertido en una esposa capaz y excelente. Sus hijos siempre estaban de punta en blanco. Siempre estaba acompañándolos en todas sus tareas y actividades escolares. Conocía a todos sus amigos ya que siempre los invitaba para que pasaran tiempo en su casa. Con su esposo era igual. Mario nunca pudo quejarse de ella, ya que siempre fue una mujer sumisa que apoyaba todas y cada una de sus decisiones, incluso las que no fueron buenas decisiones. Siempre tenía deliciosas comidas caseras. Cada vez que algún socio llegaba a casa, su esposa los atendía a la perfección, haciendo que sus compañeros lo alababan por tener una esposa tan dedicada. ¡Ni hablar las reuniones familiares!, su esposa aguantaba de buena manera los maltratos provenientes de su suegra y cuñada, y ella nunca se quejaba de ellas con su esposo, siempre aguantaba en silencio para no causar divisiones. Eylin era una mujer hermosa, pero el título con que se identificaba ante el mundo era de esposa y madre. Eylin dejó al olvido su título de ¡Mujer!. Tenía veinte kilos de sobrepeso. Su cabello, por más rubio natural que sea, lucía apagado y descuidado. Ni hablar de su estilo, daba la impresión que tenía un convenio con todas las tiendas de ropa deportiva. Dejando el comentario inapropiado de su esposo a un lado, Eylin fue a comprobar que sus hijos estuvieran listos para ir a la escuela… Bueenoo… Ella le dice “niños”, pero en realidad son dos adolescentes. La menor tenía doce años, era la viva imagen de ella, solo que su cabello era más oscuro, como el de su padre. —Iveth ¿Estás lista? —preguntó al entrar a su habitación. —¿Tengo que ir a la escuela?... No quiero ir —la voz apagada de su hija llamó la atención de su madre. —Otra vez con que no quieres ir a la escuela Iveth… ¿Qué sucede?. —Mientras le respondía se acercó a su hija y comenzó a peinar su sedoso cabello. —Nada —dijo titubeando, después de demorar más de lo normal para responder. Esa acción no pasó desapercibida ante los ojos de su madre. —Iveth… Sabes que puedes contarme lo que sea. No importa que tan difícil sea, yo estoy aquí para ayudarte, lo sabes ¿Verdad? La niña de pecas y lentes gruesos por su fuerte miopía, que le daban un aire de nerd intelectual, asintió con la timidez que la caracteriza. Eylin le dio un beso en su pequeña cabecita y después de peinar a su hija, fue a la habitación de su hijo mayor. El causante de su matrimonio. Ivo, un niño apunto de cumplir quince años, es introvertido pero de espíritu rebelde, es la mini versión de su padre en todos los sentidos. Lo único que tomo de su madre es su actitud rebelde y desafiante. No, no miento, Eylin es de un espíritu rebelde, solo que al casarse con Mario enjauló al felino libre que hay en ella. Cuando Eylin tan solo tenía dieciocho años, cuando apenas estaba en sus inicios de la universidad, quedó embarazada de Mario. No fue un escándalo para nadie ya que Mario tenía veintiún años y ya trabajaba, además que tenían tres años de noviazgo. Aunque no quitó los reproches y decepción de ambas partes de las familias, ya que esperaban que ellos fueran más cuidadosos y formarán su familia poco a poco. Pero ya lo hecho está. Así que Mario se casó con una Eylin barrigona de siete meses. —Cielo, ¿Listo? —Sí mamá. La respuesta de Ivo era aburrida y hasta con fastidio. Tomó su bolso, se lo colocó en el hombro y salió de la habitación dándole un beso en la mejilla a su madre al momento de pasar a un lado. Ambos bajaron y la madre preocupada observó que Ivo dio un saludo seco a su padre y se limitó a tomar una rebanada de pan para salir de casa. —¡Ey, jovencito!. ¿A dónde vas?... No has desayunado. Ignorando el reclamo de su madre, Ivo se marchó. Esa actitud de su hijo la alarmó, ya que desde hace un mes que ve que su hijo está tomando una actitud fría e indiferente, sobre todo con su padre. Con ella trata de ser más cariñoso, pero de igual forma Eylin ha sentido que algo está pasando en la cabecita de su hijo adolescente. —Es un adolescente Eylin. Esa etapa rebelde que no le importa nada está llegando, así que no sufras tanto, algún día quemará esa etapa. —No me importa si es una etapa o no. No puedo ignorarlo si me doy cuenta que algo está pasando en la vida de mi hijo. Eylin ni se molestó en ver a la cara a su esposo, no pudo dejar de mirar a la puerta donde acaba de salir su hijo. Sin darle mucha vuelta al asunto. Mario terminó su café, se levantó y dándole un beso a la frente de su esposa se despidió y salió para comenzar su día laboral. Eylin vio a su amado esposo salir. No era un hombre perfecto, era muy odioso con ella cuando se lo proponía, pero ella lo amaba, no concebía una vida sin él. Es por eso que disfrutaba su vida de ama de casa, por que para ella, esa era la forma de demostrarle todo él amor que ella siente por él, era su forma de sentirse importante en la vida de su esposo. ¡Pero qué pena!… Que desdicha que su esposo no la valoraba como se lo merecía ya que antes de llegar a su oficina, Mario muy religiosamente, pasaba buscando a su asistente Naomi Caruso, una joven de unos veinticinco años. La joven y delgada mujer subió al asiento del copiloto y sin pudor le plantó un beso atrevido y seductor a aquel hombre casado que tenía en casa a una esposa fiel y devota que lo esperaba todas las noches en casa, para poder calentar su alma. ~ Letra de Easy On Me - Adele~ No puedes negar lo mucho que lo he intentado Cambié quién era para ponerlos a ambos primero Pero ahora me rindo Sé fácil conmigo, nene todavía era una niña No tuve la oportunidad de Sentir el mundo a mi alrededor No tuve tiempo de elegir lo que elegí hacer
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD