RELATO DE DOMINIKA Alejandro me llevó a su habitación de hotel porque estaba de paso en la ciudad. No había contactado con sus papás y estaba ahí por un asunto de su trabajo. — Toma —Me ofreció una taza de té que hizo de las amenidades que incluyen en la renta de la habitación. Mis manos estaban temblando cuando intenté tomar la taza. Ale me tomó de las manos y me las apretó para que me tranquilizara. — Domi, todo va a estar bien. Te lo prometo, pero primero necesito que te tranquilices y me digas qué fue lo que pasó —. Lo vi a los ojos y dos lágrimas resbalaron por mis mejillas— ¿Recuerdas que leímos tres veces juntos El Conde de Montecristo? Recuerdo que siempre decías que el Conde había encontrado su luz. Vamos a buscar la nuestra. Seamos como ese Conde y encontremos nuestra luz.

