DOMINIKA Me quedé callada por un momento por la estupidez que había dicho. En el fondo deseaba besarlo de nuevo. Me daba pavor saber que, tal vez, un beso de él no había sido suficiente. Eran más unos labios electrizantes, era un beso que podía cambiar cosas para bien. Como una varita mágica. . . Cerré los ojos, no debía pensar más las cosas. Lo miré de reojo y me di cuenta de que él solo me había besado para salvarme la vida. Tal vez debería dejarle de dar vueltas. Era una simple extraña huyendo de un esposo malvado. Nos sumergimos en un silencio donde solo el ruido del motor era lo que rompía nuestro silencio. El aire dentro del auto estaba cargado de una tensión casi palpable. Una tensión que hacía cosquillas entre mis piernas. Erik tenía las manos apretadas en el volante, la mandíb

