ERIK Dominika y yo nos quedamos mirando el uno al otro hasta que el detective entró por completo a la recepción de la cárcel. No sabíamos cómo tomar lo que el detective nos había dicho. Sí, sabía que estaba buscando a mi hijo, pero le llevábamos ventaja en — ¿Él es el detective? —. Me preguntó. Recordé que la última vez que había visto a Lancaster, Nika tuvo que esconderse en mi auto mientras o lo atendía. — Sí. No confío en él. Vámonos de aquí —. El aire a mi alrededor se sintió menos denso en cuanto se perdió de vista. No me giré de inmediato. Me aseguré de que realmente estuviera fuera de alcance antes de soltar el aire que había estado conteniendo. Tuve que contener mis ganas de abrirle la puerta. Suficiente había tenido con haberla besado vestida de Arturo y que la gente viera. Si

