Sylred tiene una mueca en la cara y un bonito rubor en las mejillas. —Tal vez está tratando de decirnos algo—. —¿Tú crees?— Evert chasquea, apartando su plato de comida. —El lamassu probablemente esté despierto. Vamos a comprobarlo—. —Tenemos que ir a ver a su puto compañero con un trío de erecciones—, se queja Evert. —Eso no es incómodo en absoluto.— —Vamos—, dice Sylred, abriendo la puerta. Le siguen y llaman a la puerta de Okot antes de entrar. Al menos ya ha conseguido incorporarse. Empieza a levantarse, pero Sylred le detiene. —No te levantes por nosotros—. Okot asiente y mira entre los tres y luego frunce el ceño. —¿Está bien? ¿Dónde está? Está cerca, puedo sentirla—. Me quedo con la boca abierta. Así que no estaba delirando. Este vínculo debe ser algo fuerte. Ni siquiera lo h

