La madre de Luciana estaba sollozando, los pequeños dormían sobre un sofá y Fernanda traía café para todos.
Santiago estaba junto a Juan Daniel que tenía una compresa helada en su ojo, aquello dejaría una marca imposible de curar. Desafortunadamente como en toda urgencias las horas pasaban más despacio, los minutos parecían eternos y los segundos infinitos.
Nadie les daba razón de Luciana, lo último que supieron era que se encontraba levemente consciente y le estaban tomando unas muestras de sangre.
El padre de Luciana tuvo que ser sostenido por dos enfermeros para que no le pegara de nuevo a Juan Daniel que no se movió ni un segundo.
—Si le pasa algo…
—Juan Daniel no puedes pensar así, estaba consciente y si la situación fuese más grave ya estarían los médicos aquí.
Fernanda mira
