Rodrigo era un amante de los caballos y la mirada de esos animales le demostraba que aún había gente buena en el mundo.
Lastimosamente para él, una de las personas más cercanas en su vida no lo era, cuando perdió a su familia Isabel que siempre había sido muy buena amiga suya fue el único apoyo que encontró, pero con el tiempo y los actos mal intencionados fue conociendola mejor, alejándose de ella y entendiendo que no todos son lo que aparecen.
No siempre un rostro amable y una sonrisa linda son el reflejo de un alma buena y pura.
Sus días transcurrían entre los caballos y la paz, ese día la casa se sentía realmente vacía sin su hija, sin Santiago en las mañanas que lo ayudaba a bajar por el café, no estaban las risas de Isadora.
¿Era acaso la soledad su destino?
No, sabía que no
