Capítulo 2.

3914 Words
-¡Voila! - Exclamo Amanda en cuanto dio por terminado el ultimo toque que había hecho al maquillaje de Kendall - ¿Y qué te parece? - le pregunto esperando una respuesta afirmativa de esa chica a la que había tenido casi que obligar para que se maquillara un poco. -Esta perfecto - Kendall le dedico una risa sincera, Amanda parecía que podía convertirse en una gran amiga, y aunque toda la situación le pareciera totalmente extraña y algo confusa, Kendall no podía sentirse más agradecida por su compañera de piso. Ella nunca había tenido amigas, nada siquiera parecido, o por lo menos no desde el jardín de niños, y que Amanda la ayudara a vestirse, y a maquillarse, la hacía sentir ridículamente bien, era lindo tener a alguien al lado, alguien que no fuera exclusivamente Sam, sobre todo, porque a él no se le daba muy bien eso de los cosméticos y vestidos. -Así que… - Amanda empezó a curiosear alrededor de la vida de Kendall - ¿Me déjate vestirte para impresionar a alguien? - Soltó, haciendo que Kendall se ruborizara un poco. -No, lo he hecho porque no habrías dejado de reprochármelo en caso de haberte dicho que no - Escondió la mirada en todas las cosas a su alrededor. -Parece que empiezas a conocerme - Amanda soltó una carcajada - Eso quiere decir que, si no pretendes impresionar a nadie esta noche, es porque tu corazón ya está ¿Comprometido? - Pregunto disimuladamente, cosa que Kendall comprendió de inmediato. -No, esas no son mis aspiraciones - Bufo. -¿Y el chico de esta tarde? Él parecía algo más que simplemente nada - Arrugo el entrecejo notando la mentirosa expresión de su compañera. Amanda sabía que Kendall guardaba secretos, al parecer demasiados. -Él no, no es mi novio. -Jamás dije que lo fuera - La interrumpió - ¿Entonces te lo estas tirando? -¡Oh por Dios Amanda no! Nada de eso - Negó con la cabeza, intentando alejar esos pensamientos lujuriosos de su cerebro, esos que la llevaban a unas manos completamente diferentes a las de Sam, unas que esperaba, si el destino se ponía de su lado, que esa noche la tocara y le recordara lo que se sentía estar bajo la piel de ese chico, las manos de Ethan. -Solo es una pregunta de rutina - Volteo los ojos - No tienes que escandalizarte Kendall, comprendo, no te gusta el sexo, pero quiero que me des los detalles de… -Sam, se llama Sam - Aseguro - En realidad no hay mucho que decir de él. -Eso solo significa que hay una historia demasiado larga que no quieres contarme - Interpuso entre balbuceos mientras se ponía un colorete rojo en la boca. -Sam es solo un amigo, en realidad no sé si podría tener algo con él - La chica agacho la cabeza, meditando en las palabras que acababan de salir de su boca. Porque de cierto modo era totalmente cierto lo que le decía a Amanda, Kendall ciertamente no se veía preparada para estar con Sam, algo en él hacía falta, algo en él no resultaba ser suficiente, quizás eran sus ojos, a ellos les faltaba esa chispa que a ella tanto le gustaba ver, o quizás solo sus movimientos, un poco de atrevimiento no le caería nada mal a Sam. Aunque tal vez, y solo tal vez, era solo que Kendall se había acostumbrado a alguien que era lo opuesto a Sam, alguien que no pedía permiso, alguien que solo le arrebataba sus suspiros y besos, alguien que la llevaba a las nubes sin importar que tuviera que hacer para llegar allí, pero a sí mismo, una persona que la soltaba en lo alto de la cúspide para hacerla golpear contra la profunda y dura realidad. Esa realidad que parecía no querer verlos juntos, ese destino que les gritaba que se iban a destruir de continuar con ese jueguito que cada uno mantenía en sus corazones, añorando al otro, y echando de menos algo que no podían tener, algo que de hecho , nunca habían tenido tenido en realidad -No me hagas caso - Kendall se puso en pie, alisando la blusa brillante que llevaba puesta - Él no es para mí, lo he sabido desde siempre, quiero decir, es guapo, bueno tú ya lo viste. -Decirte que no sería un injurio - Amanda se mordió los labios haciendo una cara de deseo totalmente divertida - Ese hombre es como un caramelito, y estoy segura que debajo de la envoltura hay más para ofrecer - Ambas estallaron en una carcajada sincera, pero al mismo tiempo, una advertencia de algo que Kendall no sabía cómo describir se había instalado en su pecho. Lo más cercano que podía encontrar a ese sentimiento, era algo parecido a los celos, y era ahí cuando Kendall no comprendía que era lo que pasaba consigo misma y con su insensato corazón, ¿Por qué le molestaba que otras chicas miraran a Sam? ¿Por qué desearía haberle dado un puñetazo en la boca a Amanda para que se callara? Eran esas preguntas, y una que otra de sus reacciones, las que le ponían el mundo patas arriba a la chica, y la obligaban a detenerse un segundo, y preguntarse, si tal vez mañana Sam podía convertirse en Ethan y hacerla sentir como él. -Enserio, Sam esta como quiere - Amanda finalizo su monologo, para dirigir su atención en Kendall. -Claro - Removió su cabeza de esos extraños pensamientos que estaba teniendo - Sam es guapo, pero en el momento, es solo mi amigo. -Eso dices ahora - Amanda movió el cepillo de peinar en su dirección - Quiero conocer tu opinión después cuando te des cuenta de que todos los hombres son unos cabrones de mierda, en ese momento, querré saber qué opinas de Sam, él parece ser uno de los pocos buenos que aún quedan. -¿Por qué lo dices? -¿Qué acaso no viste la mirada de cordero que puso cuando le dijiste que se tenía que marchar? Fue como si de repente hubiera querido llevarte en una maleta. -No, eso no - Kendall frunció los labios - Lo del resto de chicos. -Porque todos quieren solo una cosa, tu y yo sabemos muy bien cual, después de eso, les importa un comino lo que sientas, lo que quieras, y simplemente se marchan con Dios sabe quién al otro lado del mundo, con la estúpida y barata excusa de que es lo mejor, que jamás quisieron hacerte daño, son unos malditos - La morena arrastro las palabras con algo muy parecido al odio reflejado en su semblante, la mirada de Amanda se había llenado de pasado, así que Kendall entendió que ya no estaban hablando de Ethan, si no de alguien por quien ella no iba a preguntar. -No tengo mucha experiencia en chicos, así que no sabría que decir - Mintió mientras le dedicaba una sonrisa de pena a su compañera. Kendall sabía que era cierto lo que Amanda decía, ella más que nadie había conocido los estragos que causaban los sentimientos, y más que eso, lo que dolía que la persona causante de esos sentimientos los ignorara y los pisoteara. -¿Sabes qué? No tenemos por qué ir a esa estúpida fiesta, podemos ver una película - Volvió a decir Kendall, en vista de que Amanda parecía seguir sumergida en unos recuerdos en los que se había quedado atrapada. -¡No! Que ellos sean una mierda no significa que nosotros no podemos ser igual, y usarlos a nuestro favor - Alego, recobrando la fuerza en su mirada y cuerpo. -Oye… - Kendall la miro con preocupación, no sabía si esos arrebatos eran naturales o producto de un pasado que le dolía. -No, no quiero que vuelvas siquiera a sugerirlo, esta noche tu y yo nos vamos a tirar a los chicos más guapos de toda la maldita fiesta, y después de eso, simplemente los desecharemos - Levanto los hombros - Vamos a divertirnos como nunca, esta noche será inigualable, créeme cuando te digo Kendall Gibson, si alguien sabe de reventones, soy yo, y esta noche tú vas a ser partícipe de eso. La forma en la que Amanda hablaba, estaba alcanzando incluso a asustar un poco a Kendall, parecía que se estaba volviendo loca o algo parecido, sus ojos estaban más negros de lo que en realidad eran, y su mirada, era algo totalmente desquiciada, pero como no pensaba llevarle la contraria, mucho menos en ese estado, Kendall solo se rio, y asintió con la cabeza. -¡Esta noche es nuestra! - Grito Amanda cogiendo con una mano las llaves de su auto y con la otra, la frágil muñeca de Kendall. Kendall salió tras ella, trastabillando con las botas de tacón que llevaba puesta, porque, aunque no se sintiera incomoda con el atuendo que estaba usando, tampoco era muy fan de los tacones, sin embargo y aun así lograron llegar al aparcamiento completas y sin haber tropezado ni siquiera una sola de las veces en que Amanda había incitado a Kendall a que bailaran en la oscuridad. -Recuérdame que debo enseñarte a desinhibirte más - La pelinegra subió uno de sus muslos y deslizo un dedo por el mientras miraba a Kendall llena de diversión. -Reprobare esa asignatura, tenlo por seguro - Respondió entrando al auto, no sin antes admirar la belleza física de Amanda, que sobresalía en especial esa noche donde llevaba puesto un ajustado y sofisticado vestido de satén color rojo. -Vamos a hacer que todos en el campus conozcan a la novata más sexi en la historia de la WUC - Amanda comenzó a aplaudir, para después alargar su mano y prender el estéreo de su deportivo n***o. La música empezó a sonar a todo volumen, el cabello de ambas chicas ondeaba con el frio viento nocturno, Amanda, que iba conduciendo, iba a una velocidad que ciertamente no era legal, así que lo único que podía hacer Kendall era cerrar sus ojos, y entretenerse con las sombras del paisaje que dejaban atrás cada vez más rápido. Porque no pensaba decirle que fuera más despacio, ella no quería romper esa burbuja mágica que la hacía sentir invencible, como si esa noche pudiera hacer cualquier cosa que quisiera, y sobre todo, no quería ir más lento, porque eso solo alargaría el camino, y necesita ver a Ethan, su cuerpo había estado haciendo huelga desde que él se había marchado. Y Necesitaba que la tocara, que le susurrara cosas al oído, y en el aspecto más inocente de todo su deseo, quería tan solo sentir nuevamente ese aleteo en su corazón, esa emoción que la hacía sentir viva, ese cosquilleo tras escuchar su ronca voz. -¿Puedo quitar la canción? - Kendall volteo la cabeza de repente, y miro a Amanda con fastidio. - No, es mi canción favorita- La chica le subió más al volumen, y entonces nuevamente las palabras de esa canción comenzaron a martillearle el corazón y el alma a Kendall. "Te ame peligrosamente" "Sabía que chocaríamos a la velocidad a la que íbamos" "Me despertaste, pero me estas matando" -¡Que la quites! - Kendall se acercó al estéreo, y sin pedir permiso o el consentimiento de Amanda, simplemente apago la música, no quería escuchar esas advertencias, no quería recordar lo que había pasado, y esa canción era un completo reflejo de ellos dos. Pero no quería oírla, no quería obedecer a la parte racional de su cabeza que la obligaba a dar un paso atrás y darse cuenta de sus errores, esa noche solo existía el presente, solo existirían Ethan y ella en un estúpido esfuerzo por volver a ser lo que eran antes, por volver a sentir esas emociones de las que ninguno había podido desprenderse. -Ya, entiendo, no te gusta - Amanda la miro con extrañeza - Gracias a Dios que hemos llegado - Rodo los ojos. Kendall bajo del auto sintiéndose un poco avergonzada por su reacción, pero simplemente no pudo evitarlo, acallar su cabeza en ese momento era algo más que justo y necesario. Las dos chicas caminaron hasta esa entrada que ya Kendall conocía bastante, y fue entonces cuando una oleada de nerviosismo ataco el cuerpo de Kendall, al fin y al cabo, no había nada que ella pudiera dar por sentado, porque ¿Qué si Ethan no estaba ahí? ¿Qué si Britney estaba presente? Y lo más importante, y así mismo lo más doloroso ¿Qué si Ethan había seguido adelante y la había olvidado tal como ella le había dicho que hiciera? En ese momento, la chica estaba realmente aterrorizada de volverse presa de sus propias palabras. -¿Te importa si te dejo sola por un rato? Hay un asunto que debo concluir - Amanda dirigió su mirada a un musculoso y pelirrojo jugador de futbol americano. -Claro, no hay problema, yo iré por algo de beber - Dijo para después observar como su compañera caminaba descarada en dirección al chico. Kendall se mezcló entre la gente, dirigiéndose hacia la cocina en donde había una barra dedicada exclusivamente a los licores, ella se fijó un poco más en todos los envases vacíos y se decantó al fin por un poco de ponche el cual había olido antes para asegurar de que no hubiera nada raro en el. -Puedes beberlo, no tiene veneno - Un chico se apareció de la nada, mirándola como un bicho raro mientras se recostaba contra la misma barra que ella. -Solo precaución - Kendall le devolvió la mirada, él no era nadie para juzgar sus medidas de prevención, bastante había visto en ese tipo de fiestecitas como para beberse lo primero que hubiera por ahí. -Nunca se sabe quién anda acechando ¿No? - Se burlo a su costa. -Exacto - La chica se alejó un poco, dispuesta a darle fin a esa estúpida conversación. -Oye solo quiero hablar - Se disculpo al ver la reacción de Kendall - Soy Andrew, por cierto. -Andrew - Ella asintió, relegando a su basura mental ese nombre que seguramente no recordaría después. -¿No me dirás el tuyo? - Se cruzo de brazos y se puso enfrente de Kendall, intimidándola un poco con su altura y su amplio pectoral que prácticamente le quitaba la visibilidad. -Kendall - Suspiro -Entonces Kendall, ¿Vamos a bailar? - Le tendió su mano. Luego de que ella se negara, un par de veces, al final acepto a bailar con él, Andrew era más majo de lo que parecía, solo era algo tímido y torpe a la hora de entablar una conversación, cosa que Kendall dedujo luego de compartir un par de palabras más con él y darse cuenta de que no era un imbécil, como había creído al principio. -Creo que debo detenerme, el ponche me está mareando - Ella se agarró de su brazo, iban a recostarse en el mismo lugar en el que habían estado antes, cuando de repente, unos vitoreos y alaridos llamaron la atención de la chica, pero no de Andrew que comenzó a reír al saber de qué se trataba - ¿Por qué tanto alboroto? - inquirió. -Lake habrá llegado, lo han elegido capitán del equipo este año - Explico Andrew, sin embargo, la cabeza de Kendall se había vuelto un vaivén de latidos descontrolados en cuando el apellido Lake llego a sus oídos, había estado pasándolo tan bien que se había olvidado de Ethan. Y ahora que él había aparecido, lo único que le apetecía era correr, hasta que su corazón olvidara porque era que estaba tan desbocado. -¿Por qué no vamos fuera? Hace calor aquí dentro - Dijo con nerviosismo, esperando poder desaparecer antes de que el chico de los ojos esmeralda se diera cuenta de su presencia. -Tienes razón - Andrew la miro con diversión - Solo déjame tomar otro trago. Kendall empezó a removerse inquieta allí donde estaba, tenía que salir, debía alejarse antes de que fuera demasiado tarde, antes de que Ethan tuviera la posibilidad de retorcer los añicos que de su alma. -Vamos - Andrew tomo de la cintura a Kendall para llevarla afuera, pero ella no se movió, estaba estática, como si de repente se hubiera vuelto de piedra, Ethan estaba frente a ella, se le veía tan cambiado, tan diferente a esa noche en su casa, tenía el cabello mucho más corto de lo que ella se lo había visto nunca, lo que lo hacía parecer más maduro y sensual al mismo tiempo. Una barba incipiente rozaba toda la zona de su mandíbula, sus hombros estaban más firmes, sus ojos más brillantes y sobrios, se veía tan bien, que una puñalada atravesó el cuerpo de Kendall, Ethan se veía mejor que nunca, Ethan estaba bien, Ethan había seguido adelante. Y la cosa que ratificaba eso, era la chica a la que tenía a su lado, esa que parecía su accesorio, Britney Callaghan tenía la sonrisa más engreída que Kendall hubiera visto en una persona. Al ver la forma irregular en que el pecho de Ethan había empezado a subir y bajar, Kendall se separó del agarre de Andrew, como si de algún modo le debiera fidelidad a Ethan, cosa que la hizo sentir ridícula de inmediato. -Me quedare adentro, tú puedes irte si quieres - La chica miro a Andrew, y le pidió que se marchara, no quería tenerlo cerca, su contacto de pronto le estaba calcinando la piel. Otro ponche, un tequila doble, tres chupitos, y una copa de algo que Kendall no sabía que era, había sido suficiente para que de pronto se sintiera fuera de sí, en todo el rato desde que Ethan había llegado, no se había separado de Britney, y Kendall sentía que se echaría a llorar allí en el sofá si no se iba a de esa casa pronto. -¿Qué estás haciendo aquí? - Se pregunto a si misma recogiendo su teléfono y levantándose del sofá. Pero un brazo la agarro y la halo hasta un saloncito que parecía el único lugar tranquilo en la casa. -¿Con que te has vuelto una chica fiestera? - Ethan cerró la puerta tras ella, quedando muy cerquita del cuerpo de la chica, nuevamente las emociones, los sentimientos, la excitación y las vibraciones de sus cuerpo juntos se hacia presente. Era tan placentero, que incluso resultaba doloroso todo eso que sentían ambos. -¿Y tú? ¿Ahora te dedicas a reciclar la basura? - Dijo refiriéndose a Britney. -No se puede considerar reciclaje algo que nunca he botado - Bien, Ethan acababa de hundir el dedo en la llaga. -Supongo que sí, ella siempre ha estado contigo - Kendall levanto los hombros, haciendo gala de la valentía que el alcohol le había dado - ¿A que me has traído aquí? - Le reprocho, aunque en realidad agradecía que él lo hubiera hecho - ¿Vas a rogarme como en año nuevo? La mirada de Ethan se ensombreció, la altanería que lucía Kendall ahora lo volvía completamente loco, pero no la iba a dejar ganar, no le iba a hacer saber que tenía razón, que él seguía estando a sus pies, a la merced de ella, así que solo le restaba una cosa, hacerla pagar por sus palabras. -No cariño, eso no volverá a pasar, nada de eso sucederá otra vez - Aseguro, levantándole la mejilla con el dedo índice. Ethan quería decirle que sí, que si por él fuera le rogaría todos los días de su vida hasta que ella se decidiera a perdonarlo por todo lo que le había hecho, pero se había prometido alejarse, se había jurado a si mismo volver a clausurar ese corazón que ella había logrado quebrantar. Pero era hombre, era humano, y hacía mucho tiempo que estaba deseando del contacto de esa piel suave y dulce que tanto había intentado buscar en Britney. -Entonces déjame ir - Pidió Kendall con dolor en los ojos, haciendo que algo se removiera dentro de Ethan. Ella podía moverle incluso las fibras que él creía inexistentes, y eso lo asustaba, lo débil que era cuando de ella se trataba, lo mucho que ella lo orillaba a ese abismo donde ni siquiera él mismo se conocía. -Eres diferente ahora, Kendall - Susurro, haciendo cosquillas con su incipiente barba en el cuello de ella que le había dejado todo el acceso libre para hacerlo. -Tenía que - Aseveró - Habría muerto de no haberlo hecho - La chica aruño la pared tras de sí, Necesita sostenerse a algo, sus piernas estaban temblando. -Lo dices con el propósito de herirme, eso quieres ¿No? Que tus demonios no me dejen jamás en paz - Inquirió, recordando el tormento que había sido esos cuatro meses en los que había andado por allí con el recuerdo de Kendall en la cabeza. -¿Podría realmente hacerlo? ¿Acaso te han importado alguna vez mis sentimientos? - Soltó con la voz entrecortada. -No, jamás me ha importado - Ethan se separó de golpe al escuchar esa voz en su interior que le gritaba mentiroso, y que le pedía a gritos que acabara con esa tortura, que le dijera a Kendall la verdad y después se la llevara a un lugar lejos de allí - No me importo antes, y eso no ha cambiado. El chico de los ojos verdes se quedó allí, perplejo ante lo que había dicho, viendo como una Kendall con pequeñas lágrimas en los ojos se alejaba de su contacto con una fuerza realmente impactante, ella no había titubeado, no le había dejado ver sus ojos rojos, Kendall solo lo había empujado y se había ido por la puerta como si nada hubiera sucedido. Y aunque él quería hacer lo mismo, no podía evitar pensar en lo que había pasado, y más que eso, en lo que podría haber sucedido si él no hubiera soltado esas palabras, y no le gustaba como se sentía, no le gustaba la forma en la que su respiración se agitaba al verla y tocarla, debía apartarla de su camino, y si no podía hacerlo por sus propios medios, entonces la obligaría a ella a odiarlo, la ayudaría a olvidarlo, costase lo que costase. -¿Amanda? - Pregunto Kendall al escuchar la puerta que se había cerrado hacía unos minutos, cuando ella estaba hecha un ovillo llorando en su cama por una causa perdida, por un pasado que ya no volvería jamás - ¿Estás aquí? La chica salió afuera de su habitación, había escuchado unas risitas, e incluso juro haber oído uno que otro gemido y gruñido. -¡Oh por Dios! - Escucho a su compañera de piso literalmente jadeando. Kendall no pensaba quedarse allí, y se sentía muy decepcionada como para ver una película romántica en su habitación, así que tomo sus llaves, y se dispuso a llamar a Sam, pero entonces, una prenda negra tirada en el recibidor llamo su atención. -No, no… no - Negó con los ojos envueltos en borbotones de lagrimas. Esa era la chaqueta de cuero de Ethan, Kendall podía reconocerla a kilómetros de distancia, tenía su aroma, y era la misma que él llevaba puesta unas horas antes cuando había estado a punto de besarla, esa simple prenda cargaba consigo un mensaje muy claro por parte de su dueño. "No me importas, en absoluto".
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