Palabras al aire

El plan maestro

Merh, ¿Cuándo dejarás de pensar en él? —Pensó la chica para sí misma, solo nueve meses habían pasado y aún recordaba los momentos con su mejor amigo, y aunque su decisión fue firme, no estaba segura de lo que había hecho... ¿Estuvo bien alejarse de él solo porque si?

Mientras pasaban los días, más pensaba en que podría haberle dicho o que hacer para que las cosas terminaran distintas, para que no tuviera que pagar el precio que pagó, pero si lo intentaba, ya sería demasiado tarde. ¿Cuánto más debía sufrir para entender que el amor no era para ella?... Desde el primer momento se debió de dar cuenta de las verdaderas intenciones de Luke, jamás debió meterse con él, ¿Pero qué culpa tenía si no sabía con quién estaba tratando en realidad?

Estaba muy arrepentida de haber involucrado a sus amigos, aunque fuese solo de manera indirecta, nadie nunca se hubiera imaginado el alcance que una sola decisión que al principio había tomado por el simple hecho de protegerse a sí misma, afectara ahora a sus compañeros que se graduaban con ella de la preparatoria. Solo una persona sabía más o menos que hacer, e incluso trató de resolver todo, facilitándole una vía de escape y los recursos necesarios para su plan; pero aún no sabía cómo deshacerse de aquel psicópata que amenazaba con matar a todos los testigos de la graduación. Tenía que tomar en cuenta todos los hechos y toda la historia que habían dejado Merh y sus compañeros en la preparatoria para que las cosas no tuvieran aquel trágico final. Si al final... Todos merecían un final feliz.

Mérhida había decidido cambiarse de escuela debido al mal trato que recibía en la secundaria, pero no contaba con que su vida cambiaría repentinamente, jamás se hubiese imaginado que las cosas terminarían así: postrada en la cama de un hospital y teniendo a su chico alejada de ella. Diario pensaba que las cosas podían terminar distintas si nunca se hubiera trasladado al Instituto de Formación Humana Integradora (IFHI) o en inglés, como era mundialmente conocida: Institute for Integrative Human Formation (IIHF), aunque nunca hubiese conocido a Elioth en primer lugar... Si jamás hubiese hecho esa maldita carta... Esa estúpida carta que le hizo todo esto a ella y a su novio; muchas cosas pasaban por su mente, pero ahora era demasiado tarde para lamentos.

—No le digan a nadie lo que sucedió, si ese infeliz se entera de que no estoy muerta, seguro va a venir a terminar con lo que empezó... —Comenzó la chica una conversación con su madre.

El lugar donde se encontraban estaba muy frío, y las ropas que usaba no le servían mucho para calentarse. Pero aun así trató de acomodarse en su sitio, tratando de agarrar un poco de calor para así seguir con el plan que había pensado con cuidado. Debía hacerlo o todo se acabaría muy pronto para su familia, amigos y su novio. Su madre no sabía nada de lo que Merh planeaba, y realmente no tenía ni idea de cómo su hija pudo haberse metido en tal lío, en parte se sentía culpable por todo, pensaba que todo se hubiese podido evitar si le hubiera prestado atención cuando lo requería, pero el hubiera no existe, y eso lo había repetido muchas veces en sus sermones de madre. Ahora solo quedaba apoyarla y mostrarle que estaría ahí para ella en cualquier momento, así que para asegurarse de que su voluntad se cumpliera, trató de calmarla y darle consuelo, aunque sin éxito:

—Tal vez si se entera que estás viva aparezca de nuevo y puedan apresarlo...

—No lo creo... —Interrumpió bruscamente Mérhida a su madre. —Él me dijo que iría por Elioth. Tienen que encontrarlo, él no puede pagar por lo que le hice a Luke.

—Merh... Tú no le hiciste nada, él fue quien te causó todo eso, ese tipo se obsesionó contigo... ¡Tú mereces todo lo que tienes! Mereces tener una graduación normal, un novio maravilloso como Elioth y una vida tranquila.

—Si eso fuese cierto, un maniático no nos estuviera persiguiendo para matarnos. —Dijo de forma sarcástica, interrumpiendo de nuevo a la mujer, quien ya se estaba preocupando más de lo normal.

—¡Ya verás que todo estará bien! —Replicó la madre.

—Siempre odié tu optimismo mamá... Pero espero que así sea. —Tras estas palabras Harriet, quien no comprendía muy bien el actuar de su hija y creía con razón que podía haber otra manera para resolver el problema, asintió ante el plan que previamente Merh, la mayor de entre sus hijos, había explicado tras la visita de uno de sus amigos, y a pesar de que estaba en desacuerdo, tampoco tenía un plan como ella.

Solo quedaba intentar seguir lo acordado, y aunque trató de convencerla y hacerla entrar en razón al principio, al fin entendió lo que tenía que hacer: Salió de la habitación donde su hija estaba internada y le indicó al médico que la trasladara a otro hospital, fuera del país, en el lugar más remoto del planeta: Alert, Nunavut, Canadá, estaba ubicado a tan sólo ochocientos diecisiete kilómetros del Polo Norte, un pequeño asentamiento que había registrado tener a solo seis habitantes, la madre lo había escogido debido al clima y la geografía, un lugar que parecía difícil que existiera. El pueblo más cercano se encontraba a aproximadamente dos mil kilómetros, y para llegar a una ciudad como Quebec había que recorrer el doble de distancia. Sin duda sería difícil que un chico de dieciocho años la pudiera encontrar.

Con el corazón desbocado en el pecho, y una mirada perdida, sin luz y sin esperanza, al salir a la sala de espera del quirófano, Harriet les dio la noticia de que su hija: Mérhida Baines Jhonson había fallecido, la bala que impactó contra su pecho le había dificultado la circulación de la sangre y la respiración. Cuando los doctores la trataron ya era demasiado tarde.

Todos los de la sala quedaron devastados.

Elioth se encontraba demasiado débil e impotente, la chica que consideraba como su verdadero amor había dejado el mundo, lo había abandonado como su madre los abandonó a su padre, hermano y a él... a sus ojos, él estaba maldito, no podía permitirse amar otra vez, no si todos se alejaban de él.