El siniestro Luke

874 Words
Tres años antes... —Así que ya encontraste a tu media naranja... ¿No es así Luke? —Le dijo Dylan a su primo, quien miraba atentamente a una chica a la distancia. —Digamos que solo estoy encantado por su belleza... Nada fuera de lo normal: ves a alguien que logra captar tu atención y lo que haces es observar y buscar una manera de acercarte. —Le respondió mientras seguía a la chica de antes. —Se llama Mérhida Baines Jhonson, hija de una familia adinerada... Su padre es heredero de la constructora Baines, al parecer está en proceso de ver quién se queda los derechos... —¿Te lo tomas muy en serio no? —Le interrumpió Dylan extrañado, la razón era porque, aunque su primo era un chico raro, no tenía ni idea de quién era en realidad, había muchas cosas de él que ignoraba o desconocía, pero una cosa que todos se preguntaban era lo extraño que terminaban sus relaciones amorosas... En cada una de ellas, sus exnovias desaparecían sin dejar ningún rastro, y cuando les preguntaban a las familias, estas no sabían muy bien a quien culpar o como descubrir su paradero. —Las chicas son un asunto serio Dylan, si uno quiere conquistarlas, debe saber todo de ellas, podrás llamarlo a eso un Stalker, pero te sirve de mucho cuando inicias una conversación. —Yo me pregunto cómo es que si quiera aceptan salir contigo, eres un tipo demasiado extraño... —Lo decía un poco en broma, pero comenzaba a sentirse inseguro en su cercanía. —Ya te lo dije, soy muy hábil con las palabras. —Expulsó Luke, fastidiado por la desconfianza de su primo. —Si... Eso creo. —Mira bien: —Agregó Luke, para convencer a Dylan. —Ha estado un rato así, mirando al suelo y caminando sin un rumbo específico, está pensando, probablemente espere a que le asignen su salón, pero yo ya sé cuál es: Primero A, seguro me vendría muy bien un cambio... —¡Estás loco! —Dijo Dylan bromeando, pero no estaba tan alejado de la realidad. —Tú me acompañarás, nos cambiaremos al tercer día de clases. Trataré de hablar con ella para saber cómo acercarme, te enseñaré cómo hacer que caigan rendidas a tus pies... ... Merh, -como le gustaba que le dijeran- era una jovencita de 15 años que Luke, un tímido joven de preparatoria, había estado observando por lo menos el tiempo que estuvo sentado esperando a que le asignaran su salón. Tan solo una mirada hacia su dirección bastó para quedar intrigado por aquella joven de su misma edad, la vio y ya no pudo apartar la mirada de ella, todo acerca de esa chica misteriosa y radiante le parecía interesante: su forma de caminar, su forma de hablar, su mirada, pero lo que más le atrajo fue su cabello rizado de color n***o azabache, luego sus ojos color miel y su piel bronceada, además, tenía una sonrisa deslumbrante que hacía que su rostro se iluminara. Una vez la vio comenzó la investigación: aún faltaban algunos documentos que tenía que entregar para quedar inscrito en una de las mejores escuelas a nivel mundial, por lo que, distrayendo a la encargada de la documentación, pudo observar su expediente y tomarle foto para investigar a su nuevo interés amoroso un poco más. Eso era lo que hacía con todas las novias que había tenido, antes de siquiera acercarse a ellas, él tenía la costumbre de investigar dónde vivían, que hacían después de la escuela, quienes eran sus padres, cuáles eran sus r************* ; una vez conocía todo esto, pasaba a observarlas y analizar sus comportamientos, si eran alegres, enérgicas y divertidas definitivamente eran de su tipo. Los primeros dos días antes de solicitar su cambio de salón, se dio cuenta que los maestros que conocían a los alumnos que habían cursado la secundaria, tenían planeado mover a algunos chicos que causaban problemas al momento de estar juntos, por lo que logró convencer a la orientadora de cambiarlo al mismo salón de aquella que logró captar su entera atención, tan convincente fue que ni siquiera le hicieron preguntas, solo aceptaron su cambio de salón como si se hiciera todos los días. Luke tenía ese don que algunos quisieran tener, incluso podría decirse que la mayoría lo envidiaba por su agilidad con las palabras. Lo que decía era un hecho. Así lo hizo, su plan maestro comenzaba a dar frutos, un miércoles a primera hora logró acercase un poco más a su musa, de tanto que había dedicado los descansos de los días lunes y martes a observarla a la distancia, y por lo que había analizado, aquella era testaruda y demasiado confiada en sí misma, por lo que alguien tímido como él era, no le llamaría la atención. Antes de realmente presentarse a los demás en su nuevo salón junto a la bella Merh, había practicado su nueva forma de ser: un chico genial, un poco atontado y divertido, además de despreocupado, todo eso juntando que era algo torpe al acercarse a las chicas. Su personaje estaba listo, ahora faltaba presentarse ante Mérhida. ¿Quién lo iba a detener si siempre conseguía lo que quería?
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