Dave Evans

3162 Words
Esta historia no comienza con una chica levantándose para ir a clase, cogiendo una fruta de la cocina porque va tarde y llegando a la universidad por los pelos. Yo no soy así. Si miro la hora y me doy cuenta que no me da tiempo a llegar a la primera clase, vuelvo a ponerme el despertador y duermo un poco más. Tampoco cojo una fruta de la cocina, sino algo de chocolate para que se me suba el ánimo para ir a clase. Cuando llego, no me pongo en la última fila, me siento en la primera porque hace un tiempo que me di cuenta que no veo de lejos, por lo que he descubierto que el profesor joven que parece guapo desde el final de la clase, en verdad no lo es tanto. No como el en comedor porque no sé de donde viene la comida y siempre me compro algo y como en una de las mesas de fuera, o incluso en el césped disfrutando del clima. Paso apuntes a limpio o cuando alguien se sienta conmigo, nos encargamos de quejarnos de la vida. No, no estoy enamorada del capitán del equipo de fútbol, Ethan, porque es novio de mi compañera de piso, Heidi. Una chica rubia que, para la sorpresa de todos, no forma parte del equipo de animadoras si no de la banda. Ethan me guiña un ojo cada vez que me ve porque supuestamente le resulta graciosa mi cara de "hey, sí, yo también te he visto, adiós". Mi otra compañera, Elsa, tiene una maravillosa novia, que también es mi compañera de piso y se llama Julie. Ambas son uña y carne y son mi mejor plan un sábado por la noche. Estoy en mi tercer año de Universidad y cada día que pasa, la rutina se me hace más insoportable. He pensado en hacer puenting para vivir un poco de emoción pero cuando llego a casa esa tarde, sé que no va a hacer falta. Dejo las llaves en el recibidor y camino con pereza hacia el salón donde lo que veo me deja impresionada. No solo están mis compañeras de piso allí, también estaban sus parejas y... Dave, el amante de Heidi. Ella tiene el rostro un poco descompuesto y Ethan me mira con picardía. Dave, con su pelo rubio un poco revuelto, se acerca a mí y cuando su rostro se acerca al mío me echo hacia atrás y dejo caer el bolso al suelo. — ¿Qué estás haciendo? —Gruño apartándolo de mí. — ¿Todavía estás enfadada con él? —Pregunta Heidi con mirada suplicante. Sí, mi amiga no tiene suficiente con un nombre, por eso tiene a dos, a cada cuál, más guapo y caliente. Yo no estoy aquí para juzgar a nadie, por supuesto, lo que cada uno hiciera con su vida a mí me daba igual, por lo que no voy a hablar de ética y moral con nadie. Conozco a Dave desde hace unos meses cuando apareció por la cocina con solo un bóxer blanco y una sonrisa. Yo había recorrido su cuerpo sin importarme que él estuviese pendiente y después le había preguntado que en cuál habitación era el casting para Calvin Klein, aunque ya lo sabía. El chico con el pelo rubio, iba y venía cuando Ethan estaba lo suficientemente ocupado como para llamar o estar con Heidi y no, no entendía por qué lo hacía. — Sí —respondo y miro a Ethan—. ¿Te puedes creer que no quiere compartir su clave de Netflix conmigo? ¿Qué clase de novio es? —Señalo a Dave y este alza sus cejas son sorpresa. — Me estás jodiendo —murmura. — Vamos, hombre, ponle la clave —anima Ethan palmeando la pierna de su chica. Dave me mira porque cada vez que hemos visto Netflix en casa, él ha quitado su sesión y nosotras somos demasiado tacañas para contratarlo. Sonrío y muevo mis pestañas intentando parecer lo más inocente posible. — Mira la cara de felicidad que tiene —ríe Ethan—. Quizás esta noche tengas una sorpresa. Vale la pena hacerla feliz. — Sí —sonríe Dave—. Es un rayo de sol —pellizca mi mejilla y sonrío apretando mis dientes porque me está haciendo daño. — ¡Qué tonto! —Exclamo y le quito la mano. Me acerco a la mesa a por el mando, se lo doy y él suspira. Se pone frente a la televisión y miro a Ethan. — Eres una caja de sorpresas, Paris —dice levantándose—. ¿Por qué lo tenías tan oculto? Me encojo de hombros y él sonríe. Miro a Dave que está poniendo su usuario en Netflix y Heidi se despide de nosotros. — Podríamos ir a cenar todos —dice Ethan girándose y haciendo que me tense. Me giro y miro a Dave, que deja el mando sobre la mesa. Sus ojos se encuentran con los míos y rodea mis hombros con su brazo. — Gracias, tío, pero tenemos planes ya. — Sí —rodeo su cintura—. Cenar mientras vemos Netflix y enseñarle el encaje nuevo que me he comprado —sonrío. Heidi alza una ceja y Ethan me guiña un ojo. — Bueno, vámonos —Heidi tira del brazo de Ethan—. Nos están esperando. — Si, adiós —se despide el chico castaño con una gran sonrisa. Me separo de Dave cuando escucho la puerta y me siento en el sofá, suspirando pesadamente. — j***r —murmura—, por los pelos —se ríe nervioso y se sienta a mi lado, dejando distancia. — ¿Aceptas que ella tenga novio? —Pregunta Elsa. — No quiero casarme con ella, solo disfrutar. Si me estás preguntando si me siento mal por saber que tiene novio, no. El problema es de ella, no mío. — Buen punto —contesta Elsa—, pero deberíais hacer un horario y que esto no vuelva a pasar. — Ninguno de los dos sabía que él estaba preparándole algo sorpresa —pasa la mano por su rostro y después por su pelo—. Bien, me voy —se levanta. — De nada por salvarte el culo, Dave —muevo mi mano con desdén y lo miro para verlo sonreír. No dice nada más y cuando escuchamos la puerta Elsa se levanta y se pone encima del sofá. — Netflix graaaatis —canta—. ¡Qué perra tan astuta, Paris! — Gracias, gracias —me río. — ¿Pido pizza? —Pregunta Julia. — No tienes ni que preguntarlo —me levanto del sofá—. Voy a ducharme. Me meto en el cuarto de baño y me miro al espejo. Recojo en mi pelo en una coleta y abro el grifo para poner el agua templada. Me desnudo y no tardo en estar sintiendo el agua por mi cuerpo, haciendo que mis músculos se relajen. El jueves es mi día favorito porque al día siguiente solo tengo un par de horas de clase y puedo dormir más. Soy una dormilona de campeonato, sino estoy bebiendo en alguna fiesta o viendo Netflix, estoy dormida, porque no hay nadie que esté más cansada que yo, siempre. Esa noche, estoy leyendo un libro y dan dos toques en la puerta. Cierro el libro y me incorporo en la cama. La cabellera rubia de Heidi aparece y entra en la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Muerde su labio inferior y se sienta en el borde de mi cama. — Gracias por lo de antes —habla en voz baja—. No sabía que Ethan tenía algo organizado con unos amigos y... —sonríe nerviosa y pasa una mano por su pelo—. Nos ha cogido desprevenidos, la primera idea que se me ocurrió fue decirle que era tu novio. — Bueno, menos mal que no tengo novio, si no hubieras estado en problemas. ¿Por qué lo haces? —Le pregunto— No te he preguntado antes porque no me incumbe lo que hagas con tu vida, pero Ethan no se merece eso. — ¿Has sentido algo alguna vez por dos personas? No he sentido algo por una, imagínate por dos. Ni en sueños. — No. — Quiero a Ethan. Es atento y bueno conmigo, me quiere y... todo en nuestra relación fluye, pero falta algo. Dave me da lo que me falta, me complementa. — ¿Te refieres al sexo? — Algo así, aunque Dave no solo me complementa en el sexo, es... diferente a Ethan —se encoge de hombros y se levanta para empezar a quitarse la ropa. — Intenta que no vuelvan a coincidir otra vez. — Bueno, Ethan no ha dejado de decirme lo impresionado que está porque tengas a alguien por fin y que podemos salir a cenar algún día —coge su pijama de debajo de su almohada y la observo ponérselo. — Le diré que he roto con él. — ¿Y si lo ve otro día aquí? Es arriesgado. Déjame pensarlo, ¿vale? Asiento y Heidi se acuesta, dándome las buenas noches. Pienso en todo lo que me ha dicho y el libro que tengo sobre mi regazo pierde todo mi interés. Me habían gustado chicos y había estado enamorada a los quince años, si es que a eso se le puede llamar amor. ¿Querer a dos chicos? ¡Jamás! La verdad es que había tenido algún que otro rollo en estos años de Universidad, pero nada serio que destacar. Miro de nuevo a mi amiga y veo que está dormida. Vivo en uno de los apartamentos cedidos por la Universidad con Heidi, Elsa y Julie. Al principio compartía habitación con Elsa, pero cuando se enamoró de Julie, Heidi pasó a ser mi compañera para dejar a las chicas dormir juntas. ** Salgo de la clase feliz porque es viernes mientras Eric me habla sobre lo jodido que van a ser los exámenes. No me importa, una vez que se sale de clase, no se habla de estudios. Le pongo la mano en la boca para que se calle y me pongo frente a él, caminando hacia atrás. — Eric, es viernes, relájate —abro mis brazos, sujetando el cuaderno con una de mis manos—. Vive la vida y olvídate hasta el lunes de todo lo que tenga que ver con la universidad. — ¿Club esta noche? — ¿Lo dudabas? —Me pongo a su lado—. Amigo mío —me agarro a su brazo—. Benditos veintiún años. — Ya bebías antes de los veintiuno. — Sí, pero eso no mucha gente lo sabe. No dejes que mi reputación de chica buena se vaya al garete. Su carcajada me hace reír y lo empujo. Guardo mi cuaderno en el bolso que llevo colgado y Eric se limpia las lágrimas inexistentes. Su cabello n***o y largo está alborotado y se está dejando la barba más larga de lo que suele llevarla porque dice que a los chicos les gusta. No sé a qué chicos les ha preguntado, pero sinceramente, a mí me gustaba más antes. — Tú nunca has sido una chica buena. — ¿De qué estamos hablando? Soy muy responsable, saco buenas notas y vengo casi todos los días a clase. — Excepto los lunes a primera y los miércoles después de comer algo. — Oh, es que esas horas con la Señora Lee me quitan años de vida, no quiero morir tan joven. — Sus clases son interesantes. — Interesantemente aburridas, Eric. También te he visto babear los lunes a primera hora. Salimos del edificio y sonrío cuando el sol me da en la cara. Saco las gafas del bolso y me las pongo. — ¿Por qué el capitán del equipo de fútbol viene directamente hacia nosotros y sonríe? — ¿Eh? Miro hacia el frente y entrecierro los ojos hasta que puedo verlo nítido. Tiene una gran sonrisa en su rostro y su pelo castaño oscuro va perfectamente peinado. Es alto, mucho más que yo, por lo que me tapa el sol con su cuerpo y puedo verlo con total claridad. — Hola, Paris. — Ethan —sonrío. — Es viernes —se pone a mi lado y rodea mis hombros con su brazo. — Sí, creo que sé qué día es hoy. Él empieza a caminar y miro a Eric, que me mira asombrado. No es que Ethan sea un chico inaccesible que no se junta con la gente corriente, sino que, a pesar de que ha estado visitando mi apartamento muy a menudo y hemos compartido pizza, cerveza y risas, en la universidad solo nos saludamos porque cada uno va por un camino distinto. Salvo cuando me siento en las gradas a ver al equipo entrenar fingiendo que me interesa el deporte cuando verdaderamente disfruto del espectáculo de verlos en mallas. — ¿Dónde vamos? —Pregunto. — A ningún sitio en particular, solo quería hablar contigo. No estaría mal que fuésemos a cenar los seis juntos esta noche, ¿no? — ¿Los seis? —Pregunto extrañada. — Las chicas, Heidi, Dave, tú y yo. — Whoa, whoa —me río y quito su brazo de mis hombros para ponerme frente a él—. Ni siquiera tengo algo serio con Dave. — ¿Qué? Heidi me dijo que lleváis meses. — Sí pero, soy de las chicas que va lento, muy lento. Ya sabes, rosas, citas al cine —Ethan se cruza de brazos, mirándome divertido mientras Eric me mira extrañado—. Cafés...más rosas. — ¿Dave? —Pregunta Eric— ¿Ese no es...? — ¡El chico que conocí en Tinder! —Grito antes de que él pueda decir algo. Eric se queda callado y Ethan lo mira. Miro a mi amigo con los ojos bien abiertos y él alza una ceja para después asentir muy lentamente. — Sí, claro, Dave, lo recuerdo —mira a Ethan—. El chico moreno de— — Rubio, es rubio —me río y muevo mi mano de un lado a otro—. ¿Cómo puedes no acordarte? — Bueno —se ríe—, te diría que no tengo buena memoria para los hombres, pero chica, eso sería totalmente mentira. — Bueno —carraspea Ethan—. ¿Entonces qué? — Tengo que hablarlo con él y te lo confirmo. — De acuerdo, espero que sea un sí. No estaría mal salir en parejas de vez en cuando. — Uy, sí, qué divertido —me río y pongo mi mano en su hombro. Ethan no se ríe y me pongo seria—. Te enviaré un mensaje con lo que sea. — No tienes mi número. — Cierto. Busco mi móvil en el bolso hasta que lo encuentro y se lo doy. Miro a Eric, que está deseando que le cuente las novedades sobre mi vida y Ethan me devuelve el teléfono. — El chico más sexy —leo el nombre que se ha puesto y lo miro. — Espero que tu novio no se enfade —me guiña un ojo. — Tranquilo, no es celoso. Ya hablamos, chico más sexy del mundo —sonrío exageradamente. — ¡Recuerda avisarme, Duch! Levanto mi mano a modo de despedida sin quitar mi sonrisa. Estoy en problemas, tengo que hablar con Heidi y decirle a Ethan que lo he dejado con Dave porque me he dado cuenta que no es el hombre que quiero a mi lado, fin del cuento. — Odias tu apellido y dejas que él te llame así. — Porque es sexy. — ¿Dave no era el amante de Heidi? —Me pregunta con una ceja alzada. — ¿Por qué la gente siempre me complica la vida? —Jadeo y me giro par a empezar a caminar de nuevo. — ¡Starbucks y cotilleo! ¿Qué mejor plan que ese para un viernes por la tarde? — Dormir es un buen plan, Eric. Ya con un frapuccino en nuestras manos y sentados en unos cómodos sillones de Starbucks, Eric lleva con la boca abierta unos cinco minutos. Miro mi reloj de nuevo y miro a mi alrededor por si hay alguna mosca que se pueda colar en su boca. — No me lo puedo creer. ¿Ethan no sospecha nada? — Nada de nada —me encojo de hombros—. O eso creo. La verdad es que me da pena. — Pues sí, pero así es la vida. No nos corresponde a nosotros contárselo. — No. Bebo de mi frapuccino y veo a mi hermano aparecer por la puerta, buscando a alguien, cuando su mirada se encuentra con la mía, su gran cuerpo se dirige hacia donde estoy y sé que a Eric no tardará en caérsele la baba. Mi hermano tiene solo un año más que yo y está en el equipo de futbol junto a Ethan. Su pelo rubio va perfectamente peinado hacia arriba y lleva una camiseta ajustada a su duro y fuerte torso que hace que el grupo de chicas que hay justo en frente de mí lo miren con la baba caída. — ¿Cómo sabías que estaba aquí? —Le pregunto. — Por la foto que Eric ha subido —besa mi frente y se sienta en el sillón vacío—. Hola Eric. — Connor —Eric lleva la pajita a sus labios y sonrío. — ¿Qué tal el comienzo de temporada? —Le pregunto. — La semana que viene es el primer partido, no te he visto por los entrenamientos. — He decidido dormir. He olvidado contar algo: mi hermano cree que voy a los entrenamientos para verlo a él y darle apoyo moral. Él era antes el capitán del equipo de fútbol, pero decidió que quería dejar de serlo para no tener tanta carga sobre sus hombros. Ya solo le quedan dos años de carrera y quiere centrarse en los exámenes, aunque a veces le cuesta compaginar ambas cosas. — ¿Cuándo vamos a ir a ver a mamá? —Le pregunto. — Pronto. Asiento y él me quita el vaso de mis manos para beber. Las chicas de la mesa de atrás siguen mirándolo y él está como si no tuviera un grupo de acosadoras quemándole la nuca. — ¿Qué es lo que quieres, Connor? — ¿Por qué crees que quiero algo? Alzo una ceja y él también. Connor y yo somos uña y carne. Sabemos cuándo el otro miente, cuando está mal y nos ayudamos. Nos cubrimos, nos pegamos, nos abrazamos y compartimos momentos de tristeza donde solo necesitas a tu hermano. — Ethan me ha dicho que tienes novio. Mentalmente me llevo las manos a la cabeza y Eric me mira con sus dos cejas alzadas. Había olvidado completamente que mi hermano y Ethan están juntos en el equipo y son unas cotorras. No puedo decirle la verdad porque se lo diría a Ethan y Heidi me cortaría en trocitos y me haría esta noche para cenar. Estoy tardando en contestar, lo sé, y Connor me mira sabiendo que estoy buscando alguna excusa. No es que tener novio sea algo malo, es solo que si tuviese novio, Connor le haría una especie de interrogatorio y verdaderamente veo a Dave atado a una silla con un foco en su cara. — Es... un amigo especial, Ethan exagera —me encojo de hombros y le quito el vaso para beber yo. — ¿Un amigo especial? ¿Y cómo se llama? —Cruza una pierna sobre la otra y Eric lo escanea de arriba abajo. — No lo conoces, no es de aquí. — ¿No es de Notre Dame? — No es de esta universidad, me refiero. — ¿Y de qué universidad es? — Pues... de una. ¿Esto es un interrogatorio? ¿Te pregunto yo sobre tus ligues? —Dejo el vaso en la mesa y me cruzo de brazos. Connor levanta las manos en son de paz y mi móvil suena. Lo saco del bolso y veo que es Heidi, un mensaje donde me dice que vaya a casa ya. Cuando Heidi dice "ya" se traduce en "date patadas en el culo para venir, es urgente". — Bueno, tenemos que irnos, Connor. El deber me llama. — ¿La cama? — Muy bueno —me río—. Sí, tendré cuidado con ese chico al que no conoces y no conocerás y dile a Ethan que por favor, no lo publique en el periódico de la Universidad —me levanto. — ¿Se supone que eso debe tranquilizarme? — Se supone que debes confiar en que puedo cuidarme sola y que nadie va a hacerme daño, es un chico, no un villano de Marvel —beso su mejilla—. Ya hablamos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD