Falsa cita

3078 Words
No, no y no. Rotundamente no. Me niego. Es una mala idea y todos lo saben, excepto Ethan, él vive en un mundo que no es el nuestro porque todos compartimos ahora un secreto. Heidi está eligiendo un modelito mientras Elsa y Julie están sentadas en mi cama comiendo palomitas porque esto les parece divertido. A mí está a punto de darme un infarto y a nadie parece importarle. Me voy a desmayar. Pongo una mano en mi frente y veo como Heidi habla sin parar sobre Dave. Me importa un pepino y medio de qué Universidad es, cuántos años tiene y qué está estudiando. — ¿Me estás escuchando? —Me pregunta Heidi con un vestido n***o entre sus manos—. ¿Os gusta este? —Se dirige a Bonnie y Clay que están tan tranquilas en mi cama y ellas asienten—. Perfecto. Escucha, Paris, esto no te agrada, a mí tampoco —pone una mano en su pecho—, pero tienes que hacerlo por mí. Solo será esta noche y podrás decirle a Ethan que has roto con Dave. Ethan, a pesar de que no sospecha nada de esto, es inteligente, y a veces pienso, que él puede leerme, meterse en mi cabeza y saber qué está pasando. Al principio no me caía bien porque me miraba fijamente y yo no sabía dónde meterme porque me ponía incómoda. Ahora, con solo una mirada de su parte, basta para darme cuenta que ya sabe lo que oculto. Ethan puede ver a través de mí, lo sé. Las neuronas no se le han muerto con tanto choque en el futbol, al contrario, han evolucionado, estoy segura. — ¿Y si nos descubre? —Miro mi pequeño armario—. ¡Estarías en un buen lío! — Te estoy contando todo lo que sé sobre Dave, y a Dave le he contado todo lo que sé sobre ti, irá bien si te relajas porque estás poniéndome de los nervios. — ¿Vais a venir? —Miro a las chicas. — ¡No me lo perdería por nada del mundo! —Ríe Elsa. — Ni yo —Julie mira a Elsa—. Además, así salimos en pareja, ¿no es emocionante? Ya no vas a tener que sujetar ninguna vela, Paris. — Ja ja ja —le saco la lengua y miro mi ropa. Me ducho, me arreglo y estoy lista media hora antes de que Ethan llegue. Heidi está más nerviosa que yo y la verdad es que ahora está haciendo que quiera subirme por las paredes mientras me repite la misma información de hace dos horas. — Estudia en la Universidad de Indiana, tiene nuestra edad, es hijo único y su color favorito es el rojo. — Lo conocí por Tinder y nuestra primera cita fue en Starbucks por si acaso era un asesino —digo. — Sin bromas, Paris, por favor —Alisa su vestido y se gira—. ¿Cómo me veo? — Como siempre. Heidi coge un cojín de su cama y me lo tira. Me río y me levanto de la cama para echarme perfume. Me acuerdo de lo que Heidi me ha contado sobre Dave, y espero que él se acuerde de mi vida. Me miro nerviosa al espejo y respiro hondo, recibiendo un mensaje de Eric dándome mucho ánimo y apoyo. — Ah —dice Heidi antes de salir de la habitación—. También juega al fútbol, es el quarterback de su equipo, no lo olvides. — ¡¿Sales con el enemigo?! —Alzo mis manos y salgo de la habitación, donde las chicas ya están arregladas. — ¿Enemigo? Es un chico, por el amor de Dios, eres peor que los tíos. El timbre suena y Heidi me mira nerviosa. Estoy preparada, o eso creo. Ethan está fuera y besa a su novia haciendo que yo mire la situación incómoda. Echo mi pelo castaño hacia atrás para dejar mis hombros libres y miro a mi alrededor porque supuestamente, Dave debería estar aquí ya. — ¿Y tu novio? —Pregunta Ethan poniendo una mano alrededor de la cintura de Heidi. — No lo sé. — Llámalo, he reservado en un restaurante. — ¡Qué atento! —Exclama Julie— Espero que no sea muy caro, Ethan, a no ser que invites tú. — Jamás te llevaría a un sitio caro, Julie —le guiña un ojo mientras en mi cabeza resuenan sus palabras. "Llámalo, llámalo" ¡No tenía su número! Voy a empezar a hiperventilar cuando Heidi me tiende su móvil. — ¿Otra vez te has dejado el móvil en casa? —Pregunta alzando sus cejas. — Sí, ya sabes lo despistada que soy. Voy dentro a cogerlo mientras lo llamo. Heidi asiente y vuelvo a casa, donde me apoyo sobre la puerta de entrada cuando entro. Escucho la voz de Dave al otro lado de la línea e intento relajarme. — No soy Heidi, te estamos esperando. ¿Debo apuntar en mi lista de cosas sobre ti que la puntualidad no es una de tus virtudes? — ¿Debo apuntar yo en la mía que eres muy intensa? Estoy llegando. — ¡Pero bueno! ¿A qué viene eso? Me ha colgado. Respiro hondo un par de veces y guardo su número en mi teléfono. Cuando salgo, Dave ya está allí, con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans. Camino los metros que nos separan y le sonrío. — ¿Nos vamos? —Pregunto. — Sí, vamos. ¿Me sigues, Dave? —Pregunta Ethan. — Por supuesto. La verdad es que quiero dirigirme al coche de Ethan e ir con ellos, pero mis pies se mueven hasta el coche de Dave, que va adelantado y veo que las chicas me siguen, gracias al cielo. Las palabras que he cruzado con Dave en estos meses son: hola y adiós. Me monto en el asiento del copiloto y cuando Ethan arranca, Dave lo sigue. — Esto es una mala idea —dice. — Menos mal que también lo piensas —lo miro y observo su perfil. Su mandíbula fuerte y prominente. Es ese tipo de mandíbula con el que puedes cortarte si pasas un dedo por ella. — Nosotras lo vemos muy divertido —dice Julie desde la parte de atrás. — Claro, cómo no. Pero creo que esto va a salir mal. — Como Ethan empiece a preguntar... —murmuro poniendo una mano en mi frente. Si esto sale mal, la perjudicada es Heidi, y por una parte, si no me salpica a mí, pues me da igual que se descubra el pastel, lo malo es que ahora me salpica y tengo que hacer lo posible para que esto quede oculto hasta que decida romper con Dave. — ¿Se supone que rompemos después de esta cena? —Le pregunto. — Sí —responde. — Puedes comportarte como un idiota y ahí tenemos el motivo de la ruptura. — ¿Y por qué no te comportas como una idiota tú? No siempre los tíos somos los malos. — Como quieras. No me importa ser la mala, además, se me da muy bien. — Seguramente —sonríe un poco. Me siento al lado de Dave y pedimos las bebidas. Cuando ya están sobre la mesa, Ethan me mira y le sonrío abiertamente, enseñando todos mis dientes de forma exagerada haciendo que él sonría. — No pensé que se pudiera encontrar una relación en Tinder. Allá vamos... — Yo tampoco —hablo—, pero Dave me sorprendió —le sonrío al chico que está a mi lado y también sonríe. — Sí, ¿cómo no enamorarse de ella? —pone su mano en mi pierna y arrugo mi nariz en una mueca mientras las comisuras de mis labios se elevan. — Que tierno es —digo. — Bueno, ¿qué vamos a pedir? —Pregunta Heidi mirando la carta— Tengo hambre. — ¿Y cuándo no? —Sonríe Ethan mirando a su novia. La comida llega, y para mi sorpresa, se hablan de temas varios que no nos incluyen a nosotros, pero sí a Dave, que está siendo interrogado por Ethan. — ¿En serio? —Pregunta Ethan cuando Dave le dice la Universidad—. Sois nuestros más eternos rivales en fútbol. — Lo sé, estoy en el equipo. En ese momento, se abre una brecha entre los dos, porque el deporte, lo es todo. Sus equipos eran los mejores y no existía nada más en el mundo. — ¿Quarterback? —Pregunta Ethan y Dave asiente—. Ya sé quién eres. — Sí, yo también sé quién eres tú. Me sonaba tu cara, pero hasta ahora... —chasquea su lengua. — ¿Con qué equipo irás entonces, Paris? — ¿Eh? —Pregunto fingiendo no haberme enterado absolutamente de nada. — El equipo, tu hermano es capaz de hacer que te deshereden. — Bueno, tengo el corazón dividido —me río—. Celebraré los dos. — ¿Por eso ya no vienes a nuestros entrenamientos? ¿Por qué vas a verlo a él? — No, no —muevo mi mano con desdén—. He estado durmiendo cuando he tenido un rato libre, por eso no he ido. — Doy fe de ello —sonríe Heidi. Después de cenar, vamos a un club a tomarnos algo y me quedo con Dave en la barra mientras los demás van a bailar. Heidi aleja a Ethan de allí para que no siga hablando con Dave y las chicas bailan sensualmente. Mi supuesto novio no deja de mirar como Heidi baila con Ethan y le doy varios toques en su hombro. — No es normal eso que estás haciendo, deja de mirar. Pensé que no te molestaba, que solo querías sexo. Dave bebe de su cerveza y se queda callado, mirando ahora hacia el frente. Es guapo y alto. Su mirada es atrapante y tiene unos labios bonitos, su sonrisa también lo es. Cuando pienso que él no va a contestarme, habla: — No quiero nada serio con ella, pero ver como él la toca... —hace una mueca— No es agradable de ver. — ¿Se supone que tengo que creer que no quieres nada serio con ella? ¿Y si deja a Ethan? ¿Saldrías con ella? Lo he pillado. A mí nadie me engaña, sobre todo si se le cae la baba por mi amiga. — Puede que sí —se encoge de hombros—. Me voy —le da un último trago a su cerveza y deja el botellín en la barra—, no tengo por qué estar aquí. — De acuerdo. — ¿Quieres que te acerque a casa o te quedas? — No te preocupes, me quedo. — De acuerdo, adiós. — Adiós. Veo como se aleja, esquivando a la gente que se encuentra en su camino y suspiro pesadamente. ** Me pongo las gafas para poder ver bien de lejos y sonrío al ver a los chicos entrenar. Eric está a mi lado, comiendo un paquete de Cheetos mientras observa el mismo espectáculo que yo. Las animadoras están ensayando para este fin de semana pero ninguna tiene nuestra atención. Ambos miramos a los chicos correr, chocarse unos contra otros y pasarse el balón. — Cada día que pasa me pone más tu hermano —confiesa Eric. — Lo sé, veo tu mirada de deseo cada vez que lo miras —cojo un Cheeto de su paquete. — ¿Crees que algún día saldrá del armario? Suelto una sonora carcajada haciendo que algunas de las personas que están por allí se queden mirándome. — Connor es heterosexual cien por cien. O por lo menos por ahora. Mi hermano es el rey de las aventuras de una noche. Solo una. No repite con la misma chica dos veces porque "no quiere que se enganchen a él". Se cree terriblemente irresistible. Sus abdominales marcados y sus brazos musculosos hacen a todas las chicas babear. Incluidos algunos chicos, como Eric. — ¿Ethan ha puesto más culo? No tenía ese culito el año pasado. — Hmmm... —observo a Ethan y sonrío de lado—, eso parece. No me había parado a mirárselo. Buena observación. — Gracias —sonríe satisfecho—. ¿Me vas a contar ya como fue tu cita? — Fue bien. Ethan hizo un pequeño interrogatorio pero pudimos manejarlo. Lo que no entiendo es por qué Heidi quiere seguir con esto, es decir, ¿por qué tenemos que quedar todos juntos? — No lo sé —se encoge de hombros—. Quizás cree que Ethan sospecha algo y quiere aparentar normalidad, haciéndole saber que verdaderamente estáis juntos. — Hmmm... —cojo otro Cheeto y me chupo los dedos cuando me lo como—, puede ser. Aunque Ethan se mostraría diferente si sospechara algo, y yo lo veo muy tranquilo. Connor tampoco me ha contado nada. Si Ethan sospechara, se lo contaría a mi hermano y mi hermano me lo contaría a mí porque Heidi es mi amiga y querría asegurarse de las sospechas de su amigo. — De todos modos, ¿por qué arriesgar una relación de dos años por un chico que no conoces? ¿Tan bueno es en la cama? —Pregunta Eric. — Se gustan. — ¡Eso es ser una perra! —Exclama—. Si te gusta un chico, tienes que dejar al otro. — Le gustan los dos, ya te lo dije. — Tonterías —mueve su mano con desdén y vuelvo a prestar atención al entrenamiento—. Podríamos ir un día al entrenamiento de Dave y así ver otros chicos. — Podríamos —sonrío de lado. Tengo la atención de varios chicos del equipo, sé que uno de ellos es Ethan. La mayoría están acostumbrados a verme allí porque llevan desde el primer año que llegué en el equipo. ¿Quién no conoce a la hermana del quarterback? Nadie. Iba saludando a chicas por el pasillo de las que desconocía su nombre y sonreía porque ser mi amiga era acercarse a Connor. Lo mejor es que mi hermano consigue a sus ligues fuera de la Universidad la mayoría de las veces, para que nadie pueda hablar de él. Astuto como un zorro. — Te están saludando —dice Eric señalando a los chicos. Sonrío y levanto mi mano, moviéndola de lado a lado. "¡Levántate la camiseta!" escucho. Eric se ríe y yo me pongo de pie, dispuesta a darles un espectáculo y dejarlos con las ganas. Pongo mis manos en el borde de mi camiseta y ellos gritan, animándome. La levanto un poco y les enseño el dedo de en medio cuando mi hermano se da cuenta de que sus gritos van hacia mí. Él los empuja y me señala con el dedo a modo de advertencia. — Me encanta cuando haces eso —confiesa Eric. — ¿Dejarlos con las ganas? — Sí. Eres como mi alter ego. — Me encanta jugar con los chicos —admito—. ¿Nos vamos? — Claro. Cogemos nuestras cosas y bajamos de las gradas, encontrándonos con los chicos, que iban derechos a las duchas. — Buen trabajo, chicos —sonrío viendo cómo pasan delante de mí—. Seguid así. — Si sigues viniendo a vernos seguro que nos animamos —dice Tobías. — Lo haré, Tobby —le guiño un ojo y Ethan y mi hermano llegan. — ¿Animando también a la competencia? —Mi hermano alza una de sus cejas y miro a Ethan. El castaño está mirándome fijamente con sus brazos cruzados. Les ha dolido que mi falso novio fuera del equipo contrario. — Es... bueno, nosotros lo hemos dejado. — ¿Qué lo habéis dejado? —Pregunta Ethan sorprendido— ¿Por qué? — Le dije que iba a apoyar a Notre Dame por encima de todo —miento y los chicos que tengo frente a mí me miran no creyéndose nada. No era una buena mentirosa—. No ha funcionado —me encojo de hombros—, eso es todo. — ¿Necesitas cerveza para superarlo? —Pregunta Connor. — ¡Siempre necesitamos una cerveza! —Miro a Eric— ¿Verdad? — Nunca se le dice que no a una cerveza —dice mi amigo y miro a mi hermano emocionada. — De acuerdo, esperadnos fuera e iremos a tomar algo —dice Connor. — ¿No podemos entrar con vosotros a las duchas? —Pregunto cuando ellos se dirigen al vestuario. Ethan suelta una carcajada y Connor me mira mal. — No ha funcionado —miro a Eric—. Quizás la próxima vez podamos colarnos. — Creo que es mi sueño frustrado —jadea. Pensé que íbamos a tomarnos algo Connor, Ethan, Eric y yo, pero cuando me di cuenta, me vi envuelta en una quedada del equipo de fútbol y tengo que decir que se ven bien en en mallas y también en jeans. Ethan está a mi lado y Connor está frente a mí. Eric está hablando con el chico que tiene al lado y dejo mi móvil en la mesa. — ¿Estás mirando si te ha enviado un mensaje? —Pregunta Ethan. — Oh, no. Hemos roto definitivamente. — ¿No vas a contarme por qué? — Pero... ¿Tú quién eres? —Me río y pongo una mano en su brazo— Escucha, Ethan, no soy de contar cosas sobre mi vida privada, y eso, lo es. Simplemente no ha funcionado. — Me extrañó que estuvierais tan bien como Heidi decía. No os besasteis, ni siquiera os tocasteis y él te dejó allí cuando podría haberte acercado a casa. — Yo quise quedarme. Dave no es un mal chico. Ethan me mira no muy convencido. ¿Qué más quería? La verdad es que puedo inventarme cualquier excusa de ruptura. Una infidelidad, insatisfacción s****l, que no congeniábamos... o que no me había esperado para ver Hijos de la Anarquía. — ¿Por qué no te apuntas al equipo de animadoras? —Escucho la voz de uno de los chicos y levanto la vista para ver quién ha sido. — ¿Te gustaría verme con una minifalda, número diez? — ¿En serio? ¿No te sabes mi nombre? —Se ofende mientras los demás ríen. — Hmmm... ¿Ben? —Las risas aumentan y miro a Eric para que me ayude. — Loius —responde mi amigo llevándose el vaso a la boca. — ¡Eso es! —Grita Louis— No sé cómo sentirme respecto a esto —pone la mano en su pecho, donde está su corazón. — Supéralo, Louis —ríe Tobías—. Pero enserio, serías una buena animadora. — ¿Sí? Quizás el año que viene me presente. — Me gusta más que animes desde la grada —dice Connor. A mi hermano no le gusta el equipo de animadoras. No le cae bien ninguna desde el momento en el que puso un pie en el equipo. ¿Por qué? No lo sé. Siempre las mira con desconfianza, como si fueran unas víboras, y es que algunas, lo son. — ¿Te gusta la pancarta con tu número? A veces creo que la gente se piensa que soy tu novia —arrugo la nariz. — Podrías pintar mi número —dice el chico que es el número veinticinco. — Lo haré la próxima vez. — Paris solo puede pintar mi número —dice Connor—. Regla de hermanos, lo siento chicos. Demasiado que anima vuestros culos. — Siempre muy entregada —dice Ethan. — Deberíais pagarme —los señalo—. No es fácil estar siempre al pie del cañón. Eric se ríe porque sabe que a mí me encanta estar siempre al pie del cañón. Connor vive en la residencia y no, ninguno de los dos tiene coche, por lo que Ethan nos acerca a casa, primero a Eric y después a mí porque quiere ver a su chica antes de irse. — Hoy no puedo dejarte libre la habitación, Ethan —le informo mientras subimos las escaleras—. Estoy muy cansada. — No te preocupes, no pensaba hacerlo hoy. Pocas veces te hemos echado de la habitación. — Perdona, pero te equivocas —me río—. Heidi es la que antes de que llegues me dice que por favor me vaya a dar una vuelta. — ¿En serio? Asiento y abro la puerta. — ¡Ya estoy aquí! —Informo— Aunque Elsa y Julie han salido esta noche —le digo—. Quizás podría dormir... —entro en el salón y veo a Dave en el sofá con Heidi, viendo una película. 
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