C I N C O

2002 Words
—Tienes que decirme hoy sí o sí, ha pasado una semana y me has evadido como nunca —sonreí nerviosa y negué con la cabeza. —No te he evadido, solo no se ha presentado la oportunidad —respondo y Pamela eleva ambas cejas sin creerme absolutamente nada. Lo que es claramente mentira, sí la he estado evitando y a Amaru también. Es patético y de cobardes, pero es así. —No me vengas con esa —suspiré e iba a replicar, pero su voz me interrumpió—, pero para que sepas, ya sé quién es... —Sí, claro —digo bajando mi tono cuando veo a Kamil a unos pasos de nosotras caminando en nuestra dirección. —En serio, lo sé —se cruzó de brazos y me dedicó una sonrisa de suficiencia—. Solo tenía curiosidad en saber si me lo dirías. —No caeré en esa trampa tan básica —pongo ambas manos en sus hombros y sonrió con dulzura—, la de que sabes y al final del cuento no sabes nada. —¿Por qué no me crees? —inquirió e hizo un puchero, que a mis ojos se vio tanto tierno como patético. —Di nombre y te creeré —y con eso di por finalizado el tema. —Chicas —Kamil saludo y se nos unió, nos encontrábamos en la escuela, en horario de descanso bajo un gran árbol que nos regala una sombra majestuosa. Quité mis manos del hombro de Pamela y me acomodé en mi lugar. —¿Qué hacen? —indagó una vez tomó asiento. —Amaru —miré a Pamela con los ojos bien abiertos, cuando de sus labios salió ese nombre y sus ojos me dijeron a qué se refería. —¿Qué pasa con el raro ese? —No sé, pregúntaselo a Emylie —pase mi vista desde Kamil hasta Pamela, cuando ambas posaron sus miradas en mí. Sonreí nerviosa. —¡Hoy es viernes de confesiones! Suspiré con alivio al momento en que Victoria apareció frente a nosotras y me salvó de decir algo que luego me perjudicaría. Victoria se sentó junto a nosotras y Kamil se dispuso a hablar con la recién llegada, olvidándose por completo de mi existencia y de lo que antes estábamos hablando. Le dediqué una mirada rencorosa a Pamela en el tiempo en que nuestros ojos se encontraron y en respuesta me sonrió con diversión y de forma inocente. Todas entablamos una conversación amena y nos levantamos tiempo después cuando el timbre retumbó en toda la estancia dando por finalizado el descanso. Nos levantamos y despedimos con el acuerdo de que nos veríamos luego de clases afuera de la escuela para ir como todos los viernes a la cafetería Moon a iniciar nuestro viernes de confesiones. Me encontraba caminando con pasos perezosos y absorta en mis pensamientos por el pasillo, completamente vacío, que da a los salones de clases, cuando de pronto tuve que detenerme abruptamente. Su voz, a unos pasos atrás. Sin tiempo que perder retome mi marcha para llegar lo antes posible a mi salón, o al menos antes que él. No puedo hablarle, aún no estoy lista para enfrentarlo; aún no estoy lista para darle cara. Desde ese día cada vez que Amaru está cerca es lo mismo, actúo como una tonta cobarde. He tratado de evitar hablarle de todas las formas inimaginables, lo cual ha sido difícil por el hecho de que ambos estamos en la misma clase. Una ansiedad insaciable en mi pecho, que solo me hace tener sentimientos contradictorios referente a él, me acompaña desde ese día y la vergüenza que cargo debido a eso me impide ser capaz de darle cara. —Emylie. Me petrifico por unos segundos y respiro profundo antes de reunir las fuerzas necesarias para girar sobre mis talones. —Amaru... Este de inmediato da un paso hacia mí, y por actuó reflejo e inconscientemente retrocedo. Viendo mi acción dio un paso hacia atrás y una mirada dura decoró su rostro casi al instante. Al ver su expresión quise acercarme, pero no me atreví a hacerlo. Como si pudiéramos entendernos con la mirada, ninguno se atrevió a dar un paso hacia el otro, solo a eso nos limitamos, a mantenernos quietos, mirándonos. Nuestros ojos parecían que estuvieran en un choque sempiterno, ya que ninguno apartó la mirada ni un segundo como si fuera un combate. —Entiendo —la mirada que me dedicó hizo que un nudo doloroso se formará en mi garganta—, lamento haberte molestado. Dicho esto, me paso por el costado y empezó a caminar en un camino contrario al que debo tomar. Mi garganta se secó en un doloroso nudo martilleando en mi garganta y lo único que me quedo fue tragar saliva con dificultad, ya que me vi incapaz de moverme. El ardor en mis ojos me indicó que quería ir tras él y disculparme, pero hay una parte de mí, la cobarde me suplica quedarme en donde estoy en este momento y mantenerme segura, y esa fue la ganadora. Ese día él y yo por primera vez, faltamos a clases, por el mismo fin, pero no unidos. ... —¿Por qué no viniste el otro viernes?, ¿en dónde estabas? —Victoria me pregunta, mientras deja su celular encima de nuestra mesa. Kamil, Pamela, Victoria y yo nos encontrábamos en una mesa redonda de la cafetería que frecuentamos cada viernes. Hace rato las tres nos adentramos al lugar y ordenamos lo más barato del menú, ya que venir cada semana es algo malo para nuestro bolsillo y el de nuestros padres. Hace menos de un año acordamos que cada viernes vendríamos aquí a sacar todos los trapitos al sol, a decir que nos molesta y porqué y a solucionarlo inmediatamente si eso es posible, y también a decir alguno que otro secreto que queramos revelar entre nosotras. —Estaba ocupada —digo entre dientes, pensando que es una mejor excusa que decir que lo olvide por completo. —¿Ocupada? —Kamil preguntó con una expresión seria y yo solo asentí con la cabeza en afirmativa—. Entonces, ocupada... —Sí, ocupada Kamil, ¿tan difícil es de creer? —mi tono de voz se percibió duro y por lo que parece a ella le causo gracia, visto que una enorme sonrisa curvó sus labios. —Ocupada con Amaru. —¿Qué? —entreabrí mis labios y me hice la desentendida. Amo a Kamil, pero ella es una persona prejuiciosa y cuando se trata de chicos lo es más. Los chicos le desagraden tanto al punto de que sin ningún motivo de parte de ellos, los trata muy mal y busca cualquier excusa para que Victoria, Pamela y yo los tratemos del mismo modo. —Te vi salir el viernes con Amaru —remojé mis labios con mi lengua al tenerlos secos y tragué saliva con dificultad a la vez que escuchaba con atención cada una de sus palabras—, y los seguí. —¡¿Qué?! Me levanté de golpe de dónde me hallaba sentada y pegué fuertemente la mesa con las palmas de mis manos. —¿Nos seguiste?, ¿escuche bien? —Escuchaste perfectamente bien —su mirada indiferente hizo que mordiera mi labio inferior con fuerza para contener mi molestia—. Y no te preocupes, no vi nada, ya que los perdí, pero puedo imaginarme lo que hicieron. —Kamil... —advirtió Pamela, la miré, ahora entiendo el porqué lo sabe. —¿Qué pasa? No estoy diciendo ninguna mentira. Por favor, Emylie, no vuelvas a permitir eso. No eres un animal para hacer esas cosas de esa manera, respétate —dijo con calma, sin dejar de mirarme ni un segundo, me sentí mal. Hasta se podría decir que humillada—. Como sé que no me harás caso, tengo que decirte, fui a tu casa ese mismo día. —¿Qué hiciste qué? —reí sin gracia, mientras simultáneamente coloqué una de mis manos en mi sien. —Okay, vamos a calmarnos ahora —Victoria vino a mí y me hizo sentar, lo cual hice sin objetar. Respiré hondo y cerré mis ojos con fuerza para calmarme. —¿Por qué entraron al bosque? —su pregunta tan directa hizo que tanto la molestia y la verguenza incrementarán, no tiene ningún derecho a indagar en mi vida. —No estaba haciendo nada, no estábamos haciendo nada —me excuse patéticamente. Kamil sonrió de boca cerrada, mientras movía su cabeza de un lado a otro en una negativa. No tiene derecho en nada referente a mi vida y yo no tengo la obligación de explicarle nada, pero su mirada juzgándome me hace sentir en la obligación de hacerlo. Sus palabras que en algún punto tienen la razón, me hace querer tenerla, objetar contra su lógica. —Eso no es lo que quiero saber. —¿Qué es lo que quieres saber entonces? —mi voz salió con u. deje de fastidio y se podía sentir el ambiente pesado que se había creado, sin embargo, a Kamil no parecía afectarle en absoluto. —¿Te traes algo con Amaru? Negué rápidamente con la cabeza. —¿Me crees tonta, Emylie? A leguas se puede notar que tú y él tienen algo —rodó los ojos al cielo y colocó sus manos en la bebida que reposaba en la mesa frente a ella. —Es algo difícil de explicar y no creo que logres entender, además es mi vida y eso es algo que quiero conservar para mí misma. No tengo porque decirle ni a ti ni a nadie nada. Tomé mi vaso de jugo frente a mí, y me lo llevé a la boca para después dar un trago largo y volver a ponerlo en su lugar. Estaba tratando de ser lo más suave posible en mis respuestas, ya que no quiero pelear con una de mis mejores amigas por algo como esto, pero me está resultando imposible contenerme. Además de juzgarme, me está humillando. —Somos tus amigas —suspiré con pesadez. —Que seamos sus amigas no nos da el derecho de irrumpir en sus cosas, Kamil, por favor, déjalo ya —Pamela comentó, mientras cautelosa me echó un vistazo para después posar su vista en Kamil, quien no apartaba sus ojos de mí. —Claro que lo dejaré Pamela, pero lo haré cuando Emylie responda lo siguiente... —Kamil arrastró la silla haca atrás, levantándose y viniendo en mi dirección—, ¿tú y él son novios? —No responderé a nada de lo que me preguntes, estoy cansada de todo esto —me levanté y tomé mi mochila, que estaba en el suelo al lado de mi silla, con la disposición de irme. —Por tu respuesta supongo que no son nada más que amigos, entonces no entiendo la razón por la que haces esto. —Nada que tenga que ver con Amaru y yo te incumbe. —Eres una idiota, Emylie. Él solo te está usando para sus placeres de adolescente hormonal —mis ojos empezaron a picar al escucharla—. Reacciona y deja de actuar de una manera tan inmadura, es tiempo de que sepas que está bien y que está mal y eso que estás haciendo, está mal. —Oh, está mal —me posicioné frente a Kamil y la miré firmemente, mientras asentía con la cabeza—. Entonces, está mal porque así lo crees tú, ¿no? —No, está mal porque está mal —escupió esas palabras en mi dirección tan jodidamente claro que provocó que hiciera mis manos puños a mis costados—, déjalo ya y deja de estar de regalada. —¡Kamil! No supe quién le había gritado a Kamil, solo me di cuenta como mi mano se movió por sí sola y un golpe a puño fue dado en la chata nariz de la persona delante de mí.
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