Estamos frente al despacho de mi padre. Toqué y escuché: "Pase". Entramos, tratando de verme tranquila, pero el miedo se reflejaba en mi voz. No sabía cómo iba a reaccionar, y lo cierto es que no podía dejar de temblar. —¿Qué pasa, princesa? —dijo, sentado en el sofá leyendo un libro. —Papá... —intenté sonar calmada, pero mi voz traicionó mis nervios—. A... Alineé a mi mate —murmuré de forma torpe, mirando al suelo, incapaz de mirarlo a los ojos. —¿En serio?, ¡Felicidades! —Se levantó y me abrazó, pero cuando vio a Fabricio en la entrada, se detuvo—. Pero, ¿cuál es el problema, princesa? —Es que... —susurré—. Mi mate... —extendí la mano hacia Fabricio, que se acercó lentamente. Y en un golpe de sinceridad, casi sin poder evitarlo, solté—. Es él. Mi padre se sorprendió, pero no dijo na

