Estaba plácidamente dormida cuando Kate entró a mi cuarto saltando sobre mí, despertándome de golpe. —¡Arriba! —dijo Kate, brincando en la cama—. ¡Vamos, hoy es el día! —Espera —respondí somnolienta—. Voy a tomar un baño y bajo a desayunar. Dile a mi padre que ya bajo. Kate salió del cuarto y yo me levanté con toda la pereza del mundo. Fui al baño, me duché, y después de un rato, fui al clóset a buscar ropa. Elegí un pantalón n***o mate rasgado en las piernas, con un agujero en la rodilla derecha, una camiseta ombliguera del mismo color, y una chaqueta de mezclilla azul. Para completar el conjunto, unos tenis negros. Me puse un poco de labial rojo claro y delineador de ojos. Salí y bajé al comedor. —¡Buenos días! —dije, llamando la atención de todos. —Estás hermosa, princesa —comentó

