Estábamos ocultas bajo unas piedras del acantilado, esperando a que los chicos saltaran. Mi corazón latía con emoción mientras Kate me miraba con una mezcla de diversión y duda. —¿No crees que se van a morir de un infarto? —preguntó Kate, riendo en voz baja. —Solo así íbamos a hacer que saltaran —respondí con una sonrisa ladina, sintiendo la adrenalina correr por mis venas. Escuché dos chapoteos consecutivos y no pude evitar soltar una risita. —Lo ves —dije, divertida, lanzándole una mirada cómplice a Kate. —¡Paulina! —gritó Fabricio desde el agua, su tono reflejando una mezcla de sorpresa e indignación. —¡Kate! —gritó Marcus con el mismo tono. Salimos de nuestro escondite riendo a carcajadas, sintiendo el aire fresco en nuestro rostro. Los chicos nos miraron con el ceño fruncido, s

