Nina se miró al espejo mientras una de sus compañeras de trabajo aplicaba el toque final al maquillaje en su rostro. El reflejo que la observaba le resultaba casi irreconocible. Su cabello estaba recogido en un elegante moño bajo, dejando escapar mechones suaves que enmarcaban su rostro. El maquillaje realzaba sus ojos, y un toque de color en sus labios hacía que su sonrisa se viera más brillante de lo que se sentía por dentro. —Listo —dijo una de las chicas, apartándose para dejarle espacio frente al espejo—. ¿Qué opinas? Nina esbozó una pequeña sonrisa, sin poder ocultar la incertidumbre en sus ojos. —Creo que… me veo diferente. —Se llevó una mano al cabello, tocando un mechón suelto con nerviosismo. —Diferente y hermosa —añadió otra de las chicas, dándole una palmadita en la espalda

