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1672 Words
   Entré a Tregua City, este sitio lo había visto muchas veces por fotos, lo admitía, lucía menos deslumbrante en la realidad, aunque conservaba su apariencia sofisticada de paredes blancas y piso de cerámica como la mayoría de las cadenas de Tregua City alrededor del país, era algo así como McDonald’s, solo que sin comida y mucha gente adulta encantada con el lugar posiblemente por las bailarinas medio desnudas bailando en el tubo. El sujeto de seguridad me dio una lenta mirada por todo el cuerpo antes de abrirme la puerta interna, sabía que las políticas de admisión eran reservadas, le agradecí y entré. Las luces de colores me encandecieron la mirada, vi a varias personas sentadas en los muebles y varias chicas bailar en los tubos semidesnudas. Fui hacia la recepción, mis altos tacones de punta me martillaban los pies, debí haber usado los de plataforma, eran mucho más cómodos, pero ya estaba aquí, no podía arrepentirme. Fue detrás de la barra y vi a una mujer con las piernas sobre el mostrador y un cigarro colgando de su mano mientras andaba el teléfono. —Hola, vine a dejar mi síntesis curricular —dije colocando el sobre amarillo sobre el escritorio. La mujer apenas me miró bajo sus espesas pestañas falsas y no ocultó una mueca de desprecio, asco o fastidio al verme, no estaba segura. —No estamos buscando personal —dijo volviendo a andar su teléfono y dándole otra calada a su cigarro. Como cualquier negocio exitoso, nadie buscaba personal hasta que faltaba alguien y entonces tenían que buscar en los sobres de solicitud. —Solo guárdelo —dije—, por si acaso necesitan en algún momento personal. Expulsó el humo del cigarro a través de sus labios rojos y rascó la parte superior de su ceja casi como si le pidiera a Dios que yo la dejara en paz. —No princesa —forzó una sonrisa—, gracias. Ese «Princesa» a mi parecer sonó como: «hija de puta». Me hubiera ido si en realidad no necesitara este trabajo. Pero lo necesitaba. —Por favor —insistí—, solo engavételo considérelo o algo, necesito el trabajo. La bruja con aliento a chimenea se levantó fijando su mirada en mí. —No princesa —repitió lanzándome mi sobre amarillo al pecho—, busca en el negocio de al lado, de seguro te aceptaran.  Fruncí el ceño, al lado quedaba una herrería, yo quería trabajar de bailarina de Pole Dance, por lo que sabía se ganaba muy bien. Abrí la boca dispuesta a insistir. —¿Qué ocurre? —Escuché a mis espaldas— ¿buscas trabajo? Me voltee justo cuando un hombre canoso llegó a mi lado, lo reconocí enseguida, era Aros Ice, el dueño de todos los locales de Tregua City a nivel nacional, ¿Qué hacía aquí en el Tregua City de Brinstone? Por lo que sabía él casi no se la mantenía en sus locales, mucho menos en las ciudades pequeñas como Brinstone. Sentí congelarme de la impresión, tragué saliva pesadamente e intenté parecer firme cuando dije: —Sí, señor. Aros Ice sonrió, sus ojos analizando mi cuerpo posiblemente con curiosidad para ver si encajaba con las demás chicas y con la imagen del local. —Ven dame eso —Aros tomó el sobre y se lo tendió a la recepcionista—, archívalo María, voy a hacerle una prueba. —Soy Laura —dijo entre dientes tomando el sobre y dedicándome una mirada completamente enfadada. Así es perra, en tu cara. Le sonreí cuando seguí a su jefe hacia uno de los estrechos pasillos, habían varios agentes de seguridad al fondo, apenas vieron a Aros se apartaron y mantuvieron su postura firme. Entramos a una sala oscura, la música lenta resonaba tenue y hacía de alguna forma el ambiente más erótico. Mis ojos fueron a los tres hombres sentados en los muebles, había una mujer, pero ella lucía como si apenas se pudiera mantener despierta, a juzgar por la mesa frente a ella llena de botellas, debía de estar borracha. —Tenemos una chica que quiere trabajo —dijo Aros llamando la atención de todos. Me detuve cuando estuve frente a ellos, sintiéndome un poco nerviosa, sin embargo mi respiración se extinguió cuando mi mirada se enfocó en uno de los hombres que estaban ahí, era Adonis Deluca, el chico que llame hijo de puta esta mañana, el hijo del decano. Mierda. Dios, envía un rayo que me pulverice ahora ¿puedes? Esperaba que con todo el maquillaje que tenía aplicado no me reconociera, pero cuando alzó una ceja y no ocultó una sonrisa irónica me di cuenta que me reconoció enseguida. Doble mierda. —Alfred, toma su saco —dijo Aros a un hombre de smoking que se encargaba de servir los tragos. —Soy Spencer, señor —susurró el hombre. Aros lo ignoró. —A ver lo que tienes —dijo Aros caminando a uno de los muebles. Me quité el saco sintiéndome un poco temblorosa, ¿sería correcto huir ahora? No Karol tú quieres esto, tú puedes bailar frente a estas personas, ya lo has hecho antes.  Quedé en mi corto vestido de lentejuelas, ¿le habían subido volumen a la música o eran ideas mías? —Yo me encargo de hacerle la prueba —escuché, cuando voltee me di cuenta que había sido Adonis el que había dicho eso mientras se levantaba del mueble donde estaba sentado, su mirada se cruzó con la mía, lucía como si quisiera humillarme y ni de asomo me daría el trabajo. Esto te pasa por sacar la tigresa, estúpida. —¿Nombre? —continuó Adonis. —Karol Casper —respondí casi inmediatamente. —Bien Casper, Sabes de qué trata esto —dijo Adonis tomando asiento en el mueble frente al pequeño escenario donde había un tubo—, si crees que encajas aquí y no nos harás perder el tiempo, entonces báilame. Triple mierda. Una cosa era bailar frente a todos ellos en modo de audición, pero ahora tendría que hacer una especie de baile privado a un chico que estaba muy segura me odiaba por llamarlo hijo de puta. Necesitas el trabajo Karol, trabajaste mucho por esto, tú puedes hacerlo. Tomé una profunda respiración, solté mi cabello y subí al escenario, era ahora o nunca. Comencé a mover mis caderas al ritmo de la canción deslizándome hacia abajo por el tubo, me forcé a fijar mi mirada en Adonis, era la primera regla de la seducción, hacer sentir a la otra persona deseada, él en cambio mantenía su semblante burlón, su mirada retadora posiblemente esperando cualquier mínimo error de mi parte. Sabía que esto no lo estaba sorprendiendo, necesitaba que vieran que encajaba aquí, que eran ellos los que me necesitaban a mí y no al revés. Joder, creo que comenzaba a hiperventilar. Deslicé el cierre de mi vestido por un costado lentamente y lo lancé al suelo quedando en mi ropa interior de encajes, Adonis alzó las cejas un poco, él no se lo esperaba, y sinceramente yo tampoco.  Enredé mis piernas en el tubo y comencé a deslizarme intentando mantener el equilibrio, era mucho más difícil con los tacones pero necesitaba aparentar estar cómoda y controlada. Moví mi cabello cuando llegué al suelo y me arrastré por el piso como un león a punto de atacar a su presa, Adonis entornó los ojos, parecía intrigado por mí. Así es hijo de puta, ¿ves que sí encajo? Necesitaba seguir impresionando, sabía que lo que haría, no lo haría una Pole Dance, pero habían dos posibilidades: podía darme el trabajo o me podían mandar a la mierda. Bajé de la tarima deslizando mis pies y mis caderas al ritmo de la canción, pero di un traspié arruinando mi momento de diosa, Adonis sonrió burlescamente echándose hacia atrás y colocando un dedo sobre sus labios posiblemente para evitar reírse. Joder, necesitaba quitarle ese sonrisa de superioridad.  Me detuve frente a él y comencé a zarandear lentamente mi cintura, sus ojos se deslizaron por mi cuerpo apenas cubierto y su sonrisa confiada comenzó a flaquear. Me senté sobre él colocando mis rodillas a sus costados apoyando mis manos del respaldo de la silla, pero sin tocarlo, y moví mi cabello al mismo tiempo que lo hacían mis caderas. Su quijada se apretó y colocó los brazos a los lados del mueble apretando los puños, sus ojos azules un poco más oscuros se volvieron a deslizar por mi cuerpo con lentitud, hasta volver a mi cara, le sostuve la mirada dejando que una lenta sonrisa se deslizara por mi rostro cuando me senté directamente sobre él y comencé a moverme sintiendo como se estremeció de la impresión. Este momento íntimo comenzó a tornarse más erótico cuando una de sus manos fue a mi cintura y se comenzó a rodar hacia mi cadera, le di un manotazo y me levanté. —No toques —susurré guiñándole un ojo, disfrutando de su expresión incrédula completamente embelesada. Oh sí Karol, lo dejaste embobado. —Brillante —dijo Aros caminando hacia donde estábamos—, supongo que tienes experiencias en estas cosas. —Sí —mentí, jamás había trabajado en un local como Pole Dance, pero sí había recibido entrenamiento. Miré a Adonis, él continuaba observándome, pareció volver en sí y salió de la sala acomodando su pantalón. Oh no my friend, ¿vas al baño a terminar el trabajo que te dejé? Me burlé en mi mente, estaba realmente duro cuando me senté contra él. —Nosotros te llamaremos —dijo Aros dándome una palmada en el hombro. Perfecto, eso era todo lo que necesitaba escuchar porque sabía que había hecho muchísimo más de lo que hacía una Pole Dance. Me coloqué el vestido y me volví a colocar el chaleco para poder salir del sitio, cuando pasé por la recepción le enseñé mi dedo medio a Laura y ella casi se tragó el cigarro, me reí hasta que salí de Tregua City y de repente me estrellé contra una pared. El karma Karol, eso te pasa por burlarte de Laurita.  Me eché hacia atrás observando que no era una pared, era un humano y no cualquier humano, era Adams y no solo eso, él hablaba con Adonis Deluca. —¿Karol? —dijo Adams, sus lentes aboyados protegiendo la amplia mirada de sus ojos azules al verme. Mi cara debía ser todo un: «What the f**k?» —¿Adams? —fruncí el ceño, miré a Adonis, él también parecía confundido. —¿La conoces? —dijo Adonis a Adams. —Sí, estudiamos juntos —dijo Adams. Creo que me estaba perdiendo de algo importante. —¿Ustedes se conocen? —dije sin poder creer que un ser tan tranquilo como Adams pudiera ser amigo de Adonis. —Somos hermanos —dijo Adams.  Adams y Adonis eran hermanos. Mi cara debía ser la viva imagen de un signo de interrogación.  
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