El silencio que siguió a la caída de Sandino no era paz, sino el preludio de un horror más íntimo. El azul oscuro se extendió rápidamente por la alfombra de terciopelo, la tinta de una muerte lenta e intencional. Me arrodillé junto al cuerpo, sin sentir remordimiento, sino la fría satisfacción de un deber cumplido.
—Diez segundos. Una cortesía que no se merecía —murmuré, limpiando con un pañuelo de seda la flecha impregnada de veneno sintético.
—Luna, ¿me copia? El escuadrón Alfa tiene el perímetro asegurado. Ninguna mosca entra ni sale. El trabajo de extracción está listo —la voz de Ky (Kirill) sonó en el auricular, profesional, pero tensa.
—Copio, Ky. Es hora de limpiar y enviar el mensaje. Avisa al equipo de contención que pueden entrar. Que Sandino haya muerto por Cianuro de Prusia no significa que quiera dejar un rastro que apunte directamente a la Reina Azul —Me puse de pie.
Mientras mis dos sombras especializadas preparaban la escena para simular un ataque terrorista, mis ojos cayeron sobre una pequeña estatua de un caballo de bronce en el estante. La tomé. Estaba demasiado fría al tacto en la base.
—Ky, escanea esta posición en tu terminal. Necesito una lectura térmica y un chequeo de vibraciones. Rápido —ordené, golpeando el vientre del caballo. Mi instinto, siempre afilado, me decía que algo no encajaba. La mansión era demasiado simple para un hombre tan paranoico.
—Recibido... Espera, Luna. Hay una anomalía. No es una caja fuerte, pero hay un vacío detrás del panel. Algo fue retirado hace muy poco. La lectura térmica indica que alguien la abrió en las últimas tres horas. Es una especie de conducto de ventilación subterráneo que conecta con la línea del tren —La preocupación se filtró en la voz de Ky.
En ese instante, uno de mis hombres en el hall lanzó un grito ahogado.
—¡Intrusos! ¡Tenemos una brecha en el sector seis! ¡No son hombres de la mafia! —la alarma se disparó en mi auricular.
—Luna, no son del exterior. El escuadrón Beta informa que han detectado a tres siluetas que han salido de un túnel de servicio dentro de la casa. Son rápidos. Están armados. Y tienen un objetivo... —Ky dudó por un segundo.
—¡Habla ya, Kirill!
—...tienen una bolsa con un símbolo del Kólv. Están tratando de recuperar algo del cuerpo de Sandino.
El Kólv. Los lobos. La facción de mi madre. Mi sangre se congeló. Ella había enviado a sus perros.
Me lancé fuera del despacho. En el corredor principal, mis hombres se enfrentaban a tres figuras enmascaradas con un nivel de coordinación y brutalidad superior a cualquier escuadrón de élite. Eran letales, silenciosos, cada golpe era un final. Eran Cazadores del Norte.
Uno de los intrusos, el más ágil, neutralizó a dos de mis soldados con la eficiencia de un depredador. Sus ojos, cuando se encontraron con los míos por un instante, eran de un gris glacial, como el agua de un río congelado en el círculo polar. No era miedo, sino una concentración letal.
Disparé una ráfaga de advertencia que el intruso esquivó con un movimiento casi sobrehumano. El hombre me devolvió la mirada y, con un gesto rápido, se llevó la mano a la boca y luego la bajó.
Era una seña. La Seña del Zorro. Un código de cacería que mi padre me enseñó cuando era niña, un ritual secreto que marcaba el inicio de una cacería larga y cruel. Un código que solo mi padre y yo conocíamos.
Me detuve en seco, el arma en mi mano sintiéndose de repente inútil.
—Ky, el intruso te busca a ti —la voz de Ky sonó desesperada.
El intruso aprovechó mi confusión y lanzó algo a mis pies: un pequeño cofre de madera oscura, tallado con un cuervo posado sobre una corona. Reconocí la artesanía, el estilo... era de la biblioteca de mi padre, una pieza que no había visto desde el día de la masacre. Dentro, había una única cosa: una medalla de plata, grabada con las iniciales de mi padre, V.R..
—Luna, tienes que irte, ellos te buscan a ti —la voz de Ky sonó desesperada.
El hombre de ojos grises dio media vuelta, desapareciendo en la oscuridad del servicio como una sombra.
—Ky, aborta el plan. Que el escuadrón completo se retire con camuflaje. Necesito que rastrees a estos hombres. Dime qué significa el cuervo sobre la corona —Mi voz era ahora un susurro frío.
Unas horas después, de vuelta en mi base secreta, Ky se presentó con los archivos cifrados de la Reina Roja.
—Luna, el símbolo es un subtipo, mi señora. El Kólv (los Lobos) es el movimiento político-criminal que opera bajo la fachada de su madre. Pero su brazo ejecutor, el que se encarga del trabajo sucio, se llama "Cazadores del Norte". Sus operativos llevan un colgante de cuervo para simbolizar que son los recolectores de la cosecha de su madre.
—El hombre. El de los ojos grises. Usó la Seña del Zorro —recordé, sintiendo un escalofrío que no era del frío ruso, sino de la traición.
Ky se aclaró la garganta, con evidente terror.
—La coincidencia es demasiado brutal para ignorarla. El único perfil que encaja es... mi señora, es el perfil de Nikolai Romanov.
—No puede ser. Nikolai murió. Murió con mi padre y con mi hermana ese día. Fue el primero al que encontraron...
—No, Luna. Lo que encontraron era un cebo. Los archivos internos del Kólv indicaban que su madre se llevó a uno de sus hijos. Para entrenarlo. Para hacerlo su arma. Mi hermano, Nikolai, es un Cazador del Norte. Y ella lo envió a cazar a su hermana. Él es el que tiene el código de sangre para desafiarte.
Tomé la medalla de plata de mi padre. Mi corazón, ese pedazo de hielo que yo creía roto, se resquebrajó un poco más.
—Ky... anula la búsqueda de Egan. El objetivo principal ha cambiado. Quiero a Nikolai Romanov en una jaula.