Un extraño accidente

1365 Words
Silvia suspiró, y por un breve momento su mente divagó por sus recuerdos, ciertamente, eran sus padres quienes estaban pasando por aquella penumbra, miró el vacío extendiéndose en sus ojos pensando en lo efímero de la vida, y en lo fácil que uno podía desaparecer “es como un pequeño cristal en manos de un niño pequeño” pensó y lo comparó con que así era la vida y el significado de la misma, no sintió pena ni tampoco desdicha, su pensamiento en ese momento solo era un vacío interminable de pensamientos sobre lo sola que había estado durante tanto tiempo, recordó por un momento los días felices son sus padres adoptivos y con una sonrisa forzada intentó mantener la compostura. Fue entonces que parpadeo levemente para tan solo ver una sombra oscura en la lejanía que permanecía inmóvil, su mente se bloqueó por completo en ese instante para luego en un reflejo volteó a ver a su amigo por si este hubiese notado al espectro, sin embargo, este no lo había notado en absoluto y continuaba mirando el horizonte con la mirada perdida, pero en cuanto volvió al punto ya no podía encontrarlo en ningún lado. Aquella sombra de la nada se había escabullido sin dejar rastro, la impresión y la confusión de la mujer solo se agrandaba aun mas cuando intentó buscarlo con la mirada y pese a ello no pudo localizarlo en absoluto. — ¿Qué sucede? — interrogó el hombre en lo que miraba a su acompañante. — Nada. —especuló— quizá solo estoy cansada—afirmó entre que se volteaba al escritorio y tomaba sus cosas con la intención de retirarse— iré si me dan permiso en el trabajo. — Ya lo hicieron— extendió su brazo para sacar de su bolsillo un papel cuidadosamente doblado— personalmente, te doy autorización de que te tomes una semana. — Eso afectaría mis clases— miró el papel sin ánimo de recibirlo— faltar no es algo que pueda hacer con facilidad y mucho menos una semana entera en este periodo tan ajetreado. — Siempre estás trabajando—insistió— la muerte de Lety, me hizo pensar en lo frágil que es la vida realmente —extendió el papel con mayor insistencia como si hubiera leído los pensamientos de su acompañante— al menos aprovecha y saluda a Danny de mi parte ¿quieres? Silvia tomó finalmente el papel con el permiso autorizado y se marchó sin despedirse, estaba soportando demasiado bien el dolor para poder concentrarse en algo más, caminaba sin parar siquiera a tomar aliento como si eso la ayudara a lidiar con el duelo por el que pasaba, cuando finalmente se detuvo, vio que ya había llegado a la estación de autobús sin darse cuenta de ello, miró por todos lados y de pronto todo se volvió como si lo viera por primera vez, una sensación extraña se acumulaba en el pecho de la mujer dejándola sin aliento, la señalética era la misma, los mismos árboles y el mismo paisaje; todo igual, pero había algo distinto, como si los detalles fueran diferentes, le dio la impresión de que todo era extraño y desconocido para ella a pesar de que todo era tan cual como los días anteriores, miró el semáforo cambiar a verde en lo que aguardaba el autobús para volver a su apartamento sus ojos ya no querían ver ese paisaje tan extraño, cuando de pronto, notó a lo lejos la misma sombra, parecía un hombre oculto entre los árboles cruzando la calle, pero en tan claro día era extraño como solo se podía notar una sombra, no podía ver su rostro, pero sentía su mirada fija en ella, poco a poco comenzaba a ver su rostro, pero entonces, un auto perdió el control y fue directo hacia donde estaba la docente. Todo sucedió de manera imprevista y para cuando Silvia volvió a sus sentidos el auto estaba a centímetros de su cuerpo inmovilizado por el dolor, un golpe ligero pero lo suficientemente fuerte como para desplomar a una persona. La sangre comenzaba a sentirse caliente y fría al mismo tiempo, un ardor recorría su cabeza y sus brazos perdían fuerza como si no tuviera ansias de levantarse, Silvia poco a poco sentía ese mismo entumecimiento en todo su cuerpo hasta que finalmente se quedó dormida, sus ojos tan solo pudieron ver a la sombra acercar sus pies lentamente hacia ella y susurrar algo inaudible. La mujer quedó inconsciente mientras miles de estudiantes y profesores corrían a ver la escena, el atropello no había sido tan grave, el hombre que se encontraba en el auto había sido alguien quien afirmó quedarse dormido sin razón alguna, todo el caso se había convertido en una noticia por todo el campus hasta llegar a los oídos de Marcus Bell, uno de los profesores encargados del área donde estaba Silvia, tan pronto como se enteró quiso dirigirse al directivo Alfred para notificar el asunto, pero su impulso de buen amigo lo hizo dirigirse al hospital de aquella universidad. – ¿Estoy buscando a la profesora Sergei? –anunció tan pronto como se acercaba a recepción — soy amigo de ella. – Por ahora está descansando, Bell – dijo el directivo saliendo de uno de los pasillos – veo que ya se enteró de la noticia. – Directivo, planeaba verle para informarle – dudó en continuar con su mentira – pero al final decidí corroborar la información…. – Con sus propios ojos — interrumpió – lo comprendo bastante bien, pero actuar fuera del protocolo no es lo correcto, Bell — se acercó más al profesor dejando notar la diferencia de estatura– aun así, por esta ocasión lo dejaré pasar. – ¿Directivo? – Mantenga la compostura siempre, y descuide… — se distanció para luego retirarse lentamente– ella es mucho más fuerte de lo que piensa. El profesor Marcus Bell era una persona bastante honesta y carismática, uno de los profesores más gentiles y siendo el mejor en su materia de investigación, a la edad de tan solo 19 años había conseguido graduarse e ingresar a ser el jefe de área de Sociales, tan solo para seguir ganando honores por su sentido de responsabilidad, pero esa amabilidad que sostenía con gran entusiasmo guardaba una personalidad retorcida y maquiavélica, su verdadero ser respetaba en gran medida a Alfred, pero de alguna forma no comprendía ciertos hábitos humanos, como la empatía, el agrado y la sensibilidad en cualquier problema, y en este caso no era la excepción, sabía que el directivo fingía estar calmado mientras que el fingía preocupación, pero ese era el acto que siempre guardaba, sabiendo incluso que Alfred conocía de su secreto y debido a eso lo regañaba esperando que dejara su mascara. Sin embargo, era cierto que le daba curiosidad Silvia, de alguna manera ella era atrayente en su forma de ser y su aspecto tan peculiar, después de todo su cabello era rojizo como el color de la caoba recién teñida, sus ojos de un profundo color gris casi pareciendo cenizas mismas, y su cuerpo delgaducho parecía papel recién cortado, sin llegar a ser otro que el blanco sedoso, ese aspecto y su personalidad tan fuerte solo le llamaba cada vez más la atención. Por otro lado, Marcus apenas tenía color en su cuerpo pálido haciendo que incluso sus labios fueran de un azul grisáceo en vez del sano color carne, sus cabellos negros como el ébano eran igual de profundos como sus ojos como si no hubiera vida en ellos. Habían pasado ya dos horas desde que Marcus llegó al hospital y mientras tanto Silvia parecía no querer despertar, de pronto las luces del pasillo parecían parpadear como si una película de terror se tratase, por un momento se sintió un frio peculiar como el interior de una nevera seguido de un silencio tan sepulcral que parecía ensordecer al mundo entero, de pronto la luz se apagó violentamente antes de volver a la realidad, el profesor quien esperaba desde el pasillo, volvió como si todo aquello fuera tan solo un sueño, no sabía que en el interior de la habitación de Silvia había una sombra vigilante.
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