Intentar encajar

1531 Words
Pero había algo extraño, por algún motivo mis padres no querían que estuviera cerca de la gente, ¿por mi apariencia? no estoy segura de eso, era algo más, siempre murmuraban sobre algo pero jamás lograba escucharlos, tenían la esperanza de que ese “algo” ocurriera pronto pero ¿qué era ese “algo” que los hacía tener miedo? -Debería ir a la escuela como los demás niños -dijo mi padre preocupado -Pero sabes que no podemos enviarla allá -respondió mi madre alarmada -Hasta ahora no ha mostrado ningún cambio, es bueno para ella relacionarse con otras personas -reflexionó mi padre -No podemos arriesgarnos a que… -No sabemos si eso va a pasar, ha pasado mucho tiempo y no… -Ella odia estar entre la gente -Debe perder ese odio hacia todos -Se molesta cuando hablan de su aspecto, sabes que lo que todos piensan, dicen que ella no es nuestra hija biológica y eso puede afectarle en la escuela -esa era la voz preocupada de mi madre -Debemos intentarlo -No estoy de acuerdo Y yo apoyaba la idea de mi madre, no quería ir a una escuela, no quería estar rodeada de personas que no me entendían y no me aceptaban, lo sabía, sabía que todos pensaban que era rara, que mi cabello y mis ojos no eran de una persona normal, y aunque deseaba que no, sus comentarios me perturbaban. Y mientras mis padres se encerraban en su habitación tras algunas pantallas y haciendo muchas extrañas llamadas, yo me senté a observar las estrellas en el cielo desde mi acogedora habitación mientras esas idea daban vueltas en mi cabeza. Esa mañana mi madre me llamó a la cocina muy temprano, había una mochila y una lonchera repleta de comida. Me senté sobre el banco en la cocina, me sentía traicionada, pero no podía negarme a la petición de mis padres, respetaba su decisión aunque para mí era muy difícil hacerlo. Ellos jamás me habían negado la libertad de andar de un lado a otro y eran pocas las veces que me pedían hacer algo, no podía decepcionarlos, no podía desilusionarlos. Y así me armé de valor para asistir por primera vez a la escuela, bajar del auto implicaba un reto muy grande, no deseaba estar en ese sitio, y ahora estaba aún más convencida, apenas puse un pie cerca de la entrada, todas las personas que estaban cerca me miraban y susurraban sobre mí, me recorrían con la mirada y sus gestos me irritaban. Mi madre no quería soltar mi mano, y yo odiaba la idea de que pensara en hacerlo. -Mirá mamá, esa es la chica del supermercado, la del cabello como la nieve y ojos de agua -dijo un chico que estaba cerca -No te acerques a ella, dicen que está enferma y podría ser contagioso, lo mejor es que evites estar cerca ¿de acuerdo? -dijo aquella señora frunciendo el ceño Me irrité y me sentí despreciada en ese momento y no sólo por ellos, todos parecían querer alejarse de mí, pero no me importaba lo que ellos pensaban, o más no quería que me importara, pero en realidad sus comentarios me lastimaban. -No quiero entrar en ese lugar -Sólo ve, veremos lo que pasa y así podremos ver si sea buena idea que vengas a este sitio de manera regular -respondió mi madre, mientras retaba con la mirada a mi padre hasta el automóvil en el que él esperaba inquieto Tomé una gran bocanada de aire e intenté sonreír para mostrar confianza, pero yo lo sabía, y mi madre también, este lugar no me daba buena espina. -Todo saldrá bien -dijo mi madre para convencerme y al mismo tiempo convencerse a ella misma -¡Buena suerte! -agregó sonriendo, me besó la mejilla y subió de nuevo al automóvil con mi padre Poner un pie en ese sitio me llenaba de nervios e incertidumbre, algo me preocupaba, ¿temía no ser aceptada? ¿me lastimarán los comentarios de los demás? ¿me aceptarán? todas esas dudas me llenaron la cabeza, y quería lo antes posible conocer la respuesta a todas ellas. -Imposible no distinguir a la alumna nueva -dijo una mujer que intentaba parecer amable -te llevaré hasta tu salón de clases para que conozcas a tu profesora y tus nuevos compañeros de clase Ella caminó a toda prisa y casi tuve que correr a su lado para alcanzarla. Mi corazón latía con fuerza, mis manos sudaban y mis piernas temblaban cuando la profesora me pidió presentarme ante la clase. -Mi nombre es… Cir… Cir… -tartamudeé -Circe Gaia La mirada de todos estaba puesta sobre mí y murmuraban entre ellos, reían y hacía gestos extraños, aún así, intenté sonreír -Eres hermosa -dijo un alumno de la clase Y en ese momento todos comenzaron a hacer sonidos que yo desconocía, mientras el chico que había hablado antes se le ponía la cara colorada. El chico que había visto y escuchado antes en la entrada cuando estaba con mi madre levantó la mano. La profesora de inmediato le dió la palabra -¿Es cierto que estás enferma? -No lo estoy -respondí nerviosa -Dinos Circe ¿qué es lo más te gusta hacer? -Mi placer más grande es pasear por el pasto verde, entre los árboles y plantas del bosque, ver a los animales hacer increíbles funciones de entretenimiento y mojar mis pies en los riachuelos -y de pronto extrañé mi hogar y mi semblante preocupó a todos -¿Te sientes mal? -preguntó la profesora preocupada Negué con la cabeza y me mostraron un asiento vacío. Me senté sin dudarlo, deseando con todas mis fuerzas que la atención se desviara de mí, sentía unas inmensas ganas de llorar, extrañaba mi hogar, a mis padres y a la naturaleza a mi alrededor. Las clases eran aburridas, todos esos temas ya los conocía y podría hacer las cosas mucho mejor que el que se decía ser el mejor del grupo, no me enorgullece eso, simplemente de aburría no aprender algo nuevo, y la profesora de la clase notó mi potencial en poco tiempo y me dió libros de textos más complicados que por supuesto para mí eran pan comido. Así fué como me gané el odio de todos los de la clase, desde el primer día, nadie podía aceptar que pudiera hacer las cosas mejor y en menos tiempo que todos. Y durante el almuerzo nadie quería estar cerca de mí, así que tomé mis alimentos en una mesa del rincón, sola y desilusionada. Definitivamente ese no era mi lugar, no encajaba, yo lo sabía y todos los demás también, pero mis padres quería que fuera “normal” es como mi padre me lo había explicado esa mañana “Todos los chicos normales asisten a la escuela para estudiar con otros de su edad, deberíamos intentar hacer eso”. -Todos dicen que eres rara, pero a mi me pareces una chica linda -Gracias -le respondí al chico intentando ser cortés -El primer día siempre es difícil, también fui el nuevo de clase y me sentí aterrado y nervioso. También extraño mi hogar, me mudé con mis padres hace poco al pueblo y aún no puedo acostumbrarme a este lugar -estaba siendo amable, era la primera persona que intentaba mostrar empatía. Sonreí. -¿De dónde vienes? -Mi casa no está lejos de aquí, pero jamás había ido a escuela -¡¿Enserio?! -preguntó incrédulo -Todos los padres desde pequeños nos obligan a asistir a una escuela -Mis padres no lo hicieron, ellos me instruyen, o más bien lo hacían en casa -¿Por eso eres tan inteligente? ¡Lo sabía! eres la mejor de la clase, ¡qué digo de la clase! de toda la escuela. Esos libros que respondiste son los que mi hermano usa en su clase, y siempre se queja de lo complicado que es resolverlos, pero tú lo hiciste muy rápido -Entonces tienes un hermano mayor, ¿qué se siente? -Tener un hermano… veamos… -se quedó pensativo -piensa que todo lo que tienes siempre lo debes compartir -Sería grandioso poder hacer eso -¿Enserio te parece grandioso? -parecía incrédulo de nuevo -Sí, sería grandioso poder compartir todo con alguien, poder contarle mis secretos y tener un confidente y compañero de juegos -Muchos pensarían todo lo contrario, incluso yo, no me gusta tener que compartir todo con mi hermano y a él también le molesta compartir las cosas conmigo. Pero con sus amigos es diferente, con ellos siempre sonríe y juega, pero a mi me odia -Odiar es una palabra que yo no usaría para hablar sobre un hermano -Es así, no le gusta tenerme cerca -Aunque te fastidié debe quererte, a su modo, pero seguramente te aprecia. -Es culpa de mis padres, ellos me consienten por que soy el hijo menor y él odia eso, y quizá lo entiendo, él tenía toda la atención de mis padre mientras no estaba yo en sus vidas, pero todo cambió cuando llegué a sus vidas A pesar de sentir que había sido el peor día de mi vida, tener un nuevo amigo, había hecho que todo eso valiera la pena.
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