La primera parte de la misión había terminado satisfactoriamente. Aquél claro era aún más hermoso que en mis recuerdos. El lago, colmado de agua cristalina, reflejaba el cielo azul, y las plantas, junto a todos los seres vivos, retomaban su lugar en ese entorno vibrante. Aquellas tierras áridas y sin vida ahora cantaban de alegría y susurraban agradecimiento hacia nosotros. Kalinda sonrió complacida y orgullosa; había sido testigo de aquel espectáculo mágico. Con cada paso que dábamos, sentía un cosquilleo en el aire, una energía palpable que nos rodeaba. Y después de un instante, los chicos y yo comenzamos a sentir que algo en nuestro entorno cambiaba. Había concentración de magia que se reunía en el corazón de aquel lugar. Esa magia hizo vibrar nuestros cuerpos y, de repente, una luz in

