Esa mañana no podía evitar estar nerviosa; las más grandes autoridades del mundo mágico estarían presenciando aquel prometedor espectáculo de magia que les había prometido. El aire estaba impregnado de una mezcla de anticipación y temor. En el fondo, sabía que lo que estaba en juego era mucho más que una simple presentación: era la oportunidad de demostrar que mis elecciones eran las correctas, de marcar un nuevo rumbo en la historia de la magia.
–Circe, ¿aún crees que es una buena idea? –preguntó Aarón, quien parecía más nervioso que yo. Su voz temblorosa me hizo dudar por un instante. –Soy tu hada guía, y aún presiento que esto no es una buena idea.
–Debes confiar más en ella –alegó Ángela, su mirada firme y decidida. –¿Acaso no nos ha demostrado muchas veces que su poder es único e in
