Mientras Alexander se recupera, estoy a la cabeza de todo. La cantidad de reuniones y datos que hay que analizar me agobia, además de que eso hace que todo mi equipo esté sobrecargado de trabajo, sobre todo Lissa y Arturo. Sigo sin entender por qué Alexander peleó tanto por este cargo; es un fastidio total. A las diez de la mañana, llega a mi correo el informe completo de los estudios de seguridad. Hice revisar a todo el personal, incluyendo a los fallecidos en el atentado. Uno a uno voy descartando traidores y aumentando mi ansiedad, pues estoy dejando de último a mi sospechoso principal. Reviso muchas cosas: cuentas bancarias, propiedades, viajes extraños, su familia y, en algunos casos, sus GPS. Todos están limpios, menos, obviamente, los sicarios del otro bando, cuyas cuentas bancaria

