EL CEO ENAMORADO

POV Isabella — ¡Maldito pervertido! — ¡Loca desquiciada! — ¡Ojala te mueras en el siguiente crucero! —Nunca te daré ese gusto ¡P3rra malparida! —P3rra… p3rra, pero no lisiada de por vida. ¡Paralitico frustrado! —No te atreves hablarme así. — ¡Huy qué miedo!, yo te hablo como quiero, esta es mi casa no la tuya. Nadie puede venir a mi casa a insultarme y salir como si nada, eso es algo que veo que no te queda claro todavía. — ¿En serio?, eso me tiene sin cuidado, el abuelo me invito a “Su casa”, escuchaste bien, “Su casa”. Si tienes algo que decir entonces arréglalo con él, y no me metas en tus problemas mentales “loca”. — ¡Ser inservible!, siempre te escusas con la misma mentira. Ya deberías darte cuenta que mi abuelo solo lo hace porque le das lastima, el empresario más importante de la ciudad en realidad es aborrecido por todos, y quiere hacerte sentir bien por lo menos por unas horas. —Hablo la mujer más “fogosa del universo”, ¿acaso se te olvida que eres la mujer más frígida del mundo?, por eso nadie te quiere ni tres metros cerca, o tengo que recordarte que a tu edad sigues soltera y amargada, por no mencionar que eres la adoptada de la familia. —Prefiero eso, que encontrarme a alguien como tú, sin olvidar que eres p¡to chico, jamás podrás tener herederos ¡Gracias a Dios, por escucharme! La humanidad se puede salvar de tus descendientes, sin duda es la obra de misericordia más grande que ha hecho y por la cual viviré eternamente agradecida —ya no pienso seguir cortándome las venas cada vez que me grita que soy una adoptada, ahora le pagare con la misma moneda. — ¡Furcia! Con mi muchacho no te metas, ya quisieras sentirlo dentro de ti, pero con tu condición dudo que lo puedas hacer, es como pedirle al desierto que dé frutos. Primero muerto antes de fijarme en alguien como tú, que no sabes hacer nada más que vivir a expensas de lo que te dan mis tíos. Odio tener que toparme con este tipo tan detestable, y aquí me encontraba, parada en el despacho de mi abuelo, que dicho sea de paso también es el suyo, discutiendo con mi peor enemigo; por su culpa mi abuelo no está muy convencido de que pueda seguir adelante después de romper mi compromiso con mi casi esposo. Sigo sin entender los motivos de esta cita, misma hora, mismo lugar, cuando sabe de sobra que no, nos toleramos en lo absoluto. Acaso quería que desatáramos la tercera guerra mundial en menos de cinco minutos, o estaba dispuesto a que llegáramos a incendiar la oficina sin necesidad de gasolina. Lo detesto con todo mí ser, el sentimiento es mutuo desde que nos conocemos, es como si fuéramos lo blanco y lo n3gro, o el agua y el aceite que jamás se podrán mezclar aunque lo intenten una y otra vez todos los días. Nuestro abuelo nos observaba quitado de la pena con un vaso de whisky en las manos, y unas carpetas que miraba entretenido para dejarnos continuar con nuestra clásica pelea. Ya no podía seguir respirando el mismo aire que este tipo o me podría intoxicar, mejor me voy, antes de que empuje su silla de ruedas por la ventana accidentalmente, y pase a formar parte de las filas de un cementerio. —Me marcho, tengo cosas más importantes que hacer abuelo. Cuando termines con la basura, búscame para platicar cómodamente de lo que tengas que decirme —se acabó la niña buena que no le respondía a nadie y se dejaba influenciar por las personas. Mi abuelo es mi único aliado desde que llegue a esta familia, después de lo sucedido, él siempre me dijo que ese tipo no era para mí, sin embargo, estaba tan enamorada que no quise escucharlo y ahora estoy pagando las consecuencias por no querer escucharlo. Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena, por mucho tiempo considere que todo era obra de mi familia, fue por eso que renuncie a todo lo que ellos tenían. Imagine que por fin alguien me quería por lo que yo era, y no por la herencia de mis padres. Cuando se enteró que no era la hija legítima, me hizo pasar los peores momentos de mi vida, los cuales tarde o temprano me los cobrare. No sé cómo, pero lo voy hacer y se arrepentirá de todo el daño que me hizo pasar. — ¡Alto ahí, jovencita! Será mejor que detengas tus pasos y regreses a sentarte en estos momentos, antes de que me enoje seriamente, no creo que me quieras ver molesto por primera vez en tú vida. — ¡A-abuelo! No quiero estar cerca de ese tipo, acaso no viste como me ha hablado, parece que tiene boca de camionero, es un tipo mal educado y sin educación, que solo desea hacerme sufrir, así como él lo hace. —No estoy sordo, escuche todo lo que él te dijo, también lo que tú le expresaste; el hecho de que seas mi nieta no quiere decir que soy ciego para pasar por alto tu actitud señorita, esa no es la forma en la que te he educado por tantos años. Mi abu, me acaba de regañar enfrente de este tipo, eso no se lo voy a perdonar, una rayita más al tigre. Cada día que paso las hace más grande, si él piensa que con eso podrá dañarme, se ha equivocado, no voy a dejarme de sus locuras. — ¡Señor Vargas! No me diga que se pondrá de su lado. Nunca pensé que fueras de esos hombres machistas y… — ¡Basta Isabella! ¡Basta! Por primera vez en tú vida deja de comportarte como una chiquilla caprichosa. Si les mande a llamar, es porque tengo algo importante que mencionarles, no estoy para repetir las cosas por separado cuando lo puedo hacer al mismo tiempo. Es increíble que para hablar con mis nietos, tenga que hacerlo por separado, solo para cumplir necedades de una y otra persona. Pocas veces, por no decir nunca me habían tratado de esa forma, tampoco recordaba que le hablara así a él, lo que nos llevó a mirarnos con sorpresa y culpabilidad por este arrebato tan repentino de lo que éramos capaz de tener cuando coincidíamos. — ¿Paso algo, abuelito? Me estás preocupando, si tienes algún problema no duden en que voy ayudarlo a resolverlo, solo tienen que decirme que necesitan y yo me encargo del resto. —El señor Vargas, no es tú abuelo, no lo llames así taradupido, solo yo puedo hacerlo. —Isabella Valencia Vargas, no volveré a repetir las cosas. ¡Cierra la put@ boca antes de que se me olvide que soy tu abuelo!, y empiece por darte esas nalgadas que tantas faltas te hicieron de chiquita para que te comportes como una verdadera dama. ¡Oh! Mi abuelo nunca me llama por mi nombre completo, a menos de que de verdad estuviera enojado, y esas veces las podía contar con una mano y me sobraban dedos hasta el día de hoy. Esto quiere decir que la situación era más complicada de lo que pensaba, la seriedad con la que mi abuelo nos estaba hablando, acompañado de ese semblante duro me puso a temblar, no se lo demostré por nada del mundo aunque me estuviera cagando de miedo, no le demostraría nada. Mucho menos delante de ese taradupido que había mandado a citar junto conmigo. —Abuela, no creo que sea necesario que estemos los dos aquí, tengo un poco de prisa y tu adorable nieta no deja que hablemos como personas civilizadas. —Hablo el señor perfecto ¿Acaso eres mejor que yo?