EPISODIO 1

1365 Words
*CAMILLE* A mis veinte años, la presión y la emoción de acercarme a la meta de mi carrera son constantes compañeras. Cada día en la universidad es un paso más hacia mi sueño de convertirme en arquitecta, una profesión que siento en el alma gracias a mi padre. Su legado es un reflector que guía mi esfuerzo y dedicación, inspirándome a alcanzar la excelencia en cada proyecto y diseño que emprendo. Louis, mi amigo de siempre, ya es un profesional graduado, pero su amistad trasciende el tiempo y la distancia. Su presencia constante es un recordatorio de que los verdaderos lazos no entienden de títulos ni de logros académicos. Él es un pilar de apoyo y un reflejo de la perseverancia y el compañerismo que valoro profundamente. Amelie, mi hermana menor, con su talento innato y su pasión por el arte, ha decidido seguir sus propios sueños. A pesar de su juventud, muestra una madurez que supera su edad, y sé que brillará en su campo con la misma intensidad que lo hace en la vida. Su visita sorpresa a la universidad hoy me ha llenado de alegría. Aunque al principio me sorprendió verla aquí, su curiosidad por mi mundo académico y su deseo de compartirlo conmigo me conmovieron profundamente. —Hermana, hoy saliste temprano —me dijo con una sonrisa que reflejaba su entusiasmo juvenil. —¿Qué haces aquí en la universidad? —pregunté, aun asimilando su presencia inesperada. —Vine con Louis, quise conocer tu aula —respondió—, y supe que su interés por mi carrera era genuino. —Ah, ¿mis padres saben de tu salida? —la preocupación afloró en mí, pero ella asintió con confianza, disipando mis dudas. —No seas aburrida, hermana, agradece que vine a verte. No les digas nada a ellos, por favor. —Está bien, solamente por esta vez. Que no se repita. Este intercambio, aunque breve, fue un momento significativo para mí. Refleja la unión y el apoyo que existe en mi familia, y me recuerda que no importa cuán absorbente pueda ser la universidad, siempre hay espacio para los seres queridos. Con cada día que pasa, me siento más preparada para enfrentar los desafíos de mi futura profesión y para apoyar a Amelie en su camino artístico. Juntas, seguiremos construyendo no solo edificaciones y obras de arte, sino también un legado de pasión, dedicación y amor por nuestras respectivas artes. El tiempo vuela, es un susurro fugaz en el viento. Me había sumergido tanto en el estudio, con la mirada fija en cada detalle de mis maquetas y proyectos, que casi olvidé cómo se sentía el mundo fuera de mis libros y papeles. Pero esa tarde, mientras daba los últimos toques a una maqueta de una ciudad que parecía cobrar vida entre mis manos, me sentí inundada de orgullo. Cada puente, cada edificio, era un testimonio de mi dedicación y atención al detalle; no había lugar para errores en mi pequeño universo de cartón y pegamento. Entonces, en medio de mi concentración, sentí dos manos suaves que me cubrían los ojos. — ¿Quién es? — pensé, esperando la risa de mi hermana, que siempre encontraba maneras de sorprenderme. Pero no hubo risa, solo el silencio y la expectativa. — ¿Adivina? — dijo una voz, una voz que resonaba con recuerdos y momentos compartidos. Era una voz que no necesitaba ver para reconocer. — Louis, ¿qué haces aquí? — dije, quitándome sus manos de los ojos para enfrentarme a esos ojos azules que siempre parecían reírse de algún secreto que solo él conocía. — Ya sé que eres tú — agregué, aunque parte de mí todavía no podía creer que estuviera allí, en mi espacio, mi santuario de estudio y trabajo duro. Louis, con su sonrisa fácil y su manera de hacer que el mundo pareciera un poco menos serio, había entrado en mi mundo sin previo aviso. —Vine a sorprenderte — dijo, y su sonrisa se amplió al ver la maqueta sobre la mesa—. Y veo que he elegido el momento perfecto. Esta ciudad… es increíble. Eres increíble. Sus palabras eran un bálsamo, un recordatorio de que había vida más allá de los exámenes y las calificaciones. En ese momento, con Louis allí, sentí cómo el peso de las expectativas se aligeraba. Quizás era hora de permitirme un respiro, de recordar que no todo en la vida tenía que ser perfecto. Que, a veces, las sorpresas inesperadas son las que traen la mayor alegría. —Disculpa, es que estaba concentrada, ya que es mi último examen y quiero tener la mayor puntuación. —No entiendo por qué te esfuerzas tanto, por el hecho de que cuando te cases te dedicarás a tu hogar y a tu esposo. —No está en mis planes hacer eso. —¿Y si te digo que hay alguien interesado en ti? —¿Quién? —tenía curiosidad. —Alguien que está más cerca de ti de lo que te imaginas. —Déjate de bromas. El único que está cerca, eres tú. En ese instante, su expresión se tornó juiciosa. Me quedé observándolo para ver si había broma en sus palabras; teníamos una amistad tan estrecha que cualquiera podría pensar que era mi novio. Nos quedamos en silencio, mirándonos el uno al otro fijamente. Me disculpé, explicando que mi concentración era crucial en ese momento decisivo. Mi último examen representaba más que una simple prueba; era el umbral de un futuro que había planeado meticulosamente. Sus palabras, aunque dichas sin malicia, resonaron con un eco de viejos paradigmas que no se alineaban con la visión que tenía para mi vida. No, no me conformaría con el papel tradicional que la sociedad a menudo espera de una mujer. Mis sueños no estaban confinados a las paredes de un hogar, sino que se extendían hacia horizontes de logros profesionales y personales. —Habla claro. —Tienes un admirador en mí. La mención de un admirador secreto despertó mi curiosidad, pero también una chispa de irritación. ¿Por qué asumir que mi valor o mis decisiones deberían estar influenciadas por el interés romántico de alguien más? Sin embargo, cuando sugirió que este admirador estaba más cerca de lo que pensaba, no pude evitar la oleada de preguntas que inundaron mi mente. ¿Era posible que hubiera pasado por alto señales obvias? ¿O era simplemente una broma más de su parte? —No estoy para estos juegos, Louis, no me atrases en mis estudios, este año me graduaré. —No crees que ya es hora de que tengas novio. —¡Novio! No comprendo, ¿a dónde quieres llegar? —Tontita, es que no ves que me estoy declarando. —¿Estás interesado en mí? —Siempre te he admirado y la verdad es que deseo pasar el resto de mi vida contigo. ¿Me das esa oportunidad? Su seriedad me desconcertó. Por un momento, el mundo pareció detenerse mientras lo observaba, buscando alguna señal de que solo estaba jugando conmigo. Nuestra amistad era profunda, nuestras vidas entrelazadas de tal manera que los límites a veces parecían borrosos. La posibilidad de que él albergara sentimientos más allá de la amistad era algo que nunca había considerado seriamente. —Me has tomado de sorpresa, la verdad no sé qué decir. —Dime que sí, me harías el hombre más feliz. El silencio entre nosotros se hizo más pesado con cada segundo que pasaba, nuestros ojos fijos, el uno en el otro, como si en esa mirada pudiéramos encontrar las respuestas a las preguntas no formuladas. En ese instante, me di cuenta de que, independientemente de sus intenciones, esta conversación había cambiado algo sutil pero significativamente entre nosotros. Ya no era solo una cuestión de si alguien estaba interesado en mí, sino de cómo esa posibilidad afectaba mi propia percepción de lo que quería y lo que era posible. No sabía qué decir. Realmente aprecio a Louis, es un gran amigo para nosotras, pero la idea de ser su novia me tomó por sorpresa. — Te dejaré pensarlo, ojalá me aceptes, te juro que no te defraudaré — dijo con una sinceridad que me conmovió.
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