-Abran sus libros en la página treinta y seis- indicó mi profesora.
Literatura era una de mis clases favoritas y, más aún cuando estábamos leyendo Drácula. Nótese mi sarcasmo.
-Señorita Puebla- me llamo- Lea el siguiente párrafo- dijo. De mala gana, hice lo que me pidió.
La campana sonó, anunciando la hora del descanso. Guardé rápidamente mis libros y salí en busca de Marius. Al verlo lo rodee por el cuello con mis brazos, depositando luego un casto beso en sus labios.
-¿A qué viene esto?- preguntó una vez me separe de el.
-¿No te gustó?
Sonrió- Claro que sí- respondió, pasó su brazo por encima de mis hombros, atrayéndome hacia él mientras caminábamos.
-¿Aún sigues molesto?
-No- respondió- Pero lo estaré si Edward no cumple su palabra
Asentí, mirándolo. Solo esperaba que así fuera.
El menú especial de la cafetería era patatas fritas, por lo que, me apresure a coger una bandeja. Cuando llegue a la mesa donde se hallaban Kate y Nancy, deseé comer afuera.
-¿Cuanto le das a Matt?- le preguntó Nancy.
-Nueve- contestó Kate.
-¿Otra vez con el mismo juego ustedes dos?- las miré frunciendo el ceño.
-Lo único bueno de este instituto son los chicos- me recordó Kate, robándome una patata- Así que ¿Por qué no pasar el descanso jugando a esto?
Le aparté la mano cuando fue por otra patata.
-¿Por qué en lugar de darle nueve puntos a Matt, no te acercas y le hablas?- apunté, cerrándole la boca. Kate me enseñó el dedo corazón, sonreí.
-¿Cuánto le das a Edward?- me pregunto Nancy, de repente.
-Vale, esto ya es demasiado- comencé a levantarme, Kate jaló de mi brazo y volví a sentarme. Resoplé- ¿Por qué se empeñan tanto con Edward? Además se supone que tienen que ser chicos de esta escuela- protesté.
-¿Por qué te empeñas en negar tus sentimientos por él?- me imitó Kate.
-Edward vino a esta escuela, fue aquí donde se conocieron- objetó Nancy- Por lo tanto, si vale
Me rehusaba hacer ambas cosas, responder y admitir mis sentimientos. Sin embargo, quería que me dejaran en paz. Comí un par de patatas antes de hablar.
-Seis
-¿Seis?- espetaron, incrédulas.
¡Cielo Santo! Me iré al infierno por esto.
-Nueve- dije, por no decir diez.
-¡Nueve!- chilló Kate, demasiado alto.
-Cállate- le cubrí la boca- Marius te puede oír
-Para mí querías decir diez- hablo Nancy, una sonrisa provocadora bailo en sus finos labios. Le lance una mirada furibunda. A menudo, odiaba que me conociera casi a la perfección.
Afuera del instituto, había un importante grupo de adolescentes exaltados frente a una limusina. Inmediatamente supe que era mi transporte cuando Edward salió de ella.
-Me odias ¿Verdad?- dije, mirando al cielo.
-¡Ashley, sube!- gritó.
Mientras me abría paso entre el gentío, algunas de las chicas voltearon a verme, podía sentir la envidia que emanaban de sus cuerpos.
-¿A dónde vamos?- inquirí, una vez dentro.
-A casa- contesto, como si fuera obvio.
-¿Dónde está mi madre?- pregunté.
-En el trabajo- respondió, monótono.
-¿Troy también?
Asintió.
Crucé los brazos bajo mi pecho- Entonces ¿Era necesario semejante coche para recogerme?
Sonrió- Sabes que me gusta impresionar
- Y a mí me gusta pasar desapercibida- replique- ¿Quién pidió que vinieras por mí?
-Tu madre, claro
-Y tú encantado ¿verdad?- dije.
-Exacto- volvió a sonreír.
Luna me sirvió una porción de brownie. Mientras tanto, Edward cogió una barra proteica de la alacena.
-¿Como estuvo tu día?- me preguntó ella.
-¡De maravilla! Hasta que cierta persona apareció- dije, dándole una mirada despectiva.
-¡Hey!- protestó con la boca llena.
-Sabes que es cierto- levanté los hombros y los dejé caer.
-Ashley- me regaño Luna.
-Vale
Terminé de comer y moví mi trasero al living.
-Ash- me llamó Edward.
-Para ti soy Ashley- le recordé.
-Ya que, la salida es el viernes..- se sentó a mi lado, ignorando mi comentario- El jueves te llevaré de compras- determino.
¿De compras? Odio ir de compras, mas aun si es con el.
-¿Perdona?- dije- ¿Por qué tengo que ir de compras contigo?
Edward abrió la boca para contestar pero, se vio interrumpido por mi celular. Atendí sin mirar.
-Hola preciosa- me sonrojé al escuchar su voz. Edward puso los ojos en blanco.
-Hola preciosa- se burló, le pegué en el brazo.
-Hola- respondí.
-¿Quieres salir?
-Si
-Voy por ti en quince minutos- colgó.
Dejando a Edward hablando solo, corrí a mi dormitorio. Busqué un cambio de ropa y salí pero, desgraciadamente, me topé con "alguien".
-No irás- su voz sonó como la de mi madre cuando me decía que no podía comer golosinas después de ir al dentista.
-¿No?- elevé una ceja.
-No- repitió.
-Te recuerdo que no estas cumpliendo con tu palabra
-Y yo te recuerdo que dije "fiestas", no citas casuales
Entrecerré los ojos- Eres...Te odio
Soltó una leve carcajada- Al menos, sé que me correspondes en eso
Sentí una punzada en el pecho ¿Me odia?
¿Qué esperabas? Es tu enemigo, habló mi conciencia.
Su mano cogió mi barbilla, obligándome a que lo mirase. Ese pequeño gesto hizo que se me erizara la piel y mi corazón se acelerara al observar sus ojos café. ¿Qué me sucede?
-Te dejaré ir, pero si ese malnacido te hace algo, no dudaré en darle una golpiza- dejando esto en claro se marchó.
Necesite mas de dos minutos para reponerme de aquello.
-¿Todo bien? Estas distraída- observo Marius, acariciando mi mejilla.
-Si, bien- mi voz sonó distante.
Él siguió hablando sobre su "famoso" gol de medio campo, mientras seguía pensando en Edward. No lograba comprender porqué me sentí así cuando hizo eso, nunca antes había experimentado esa pequeña corriente bajo su tacto y el hormigueo que visito mi estomago al mirar sus ojos.
Cuando regresé, Troy estaba sentado en el sillón con mi madre.
-Ashley ¿Podemos hablar?- dijo Troy.
-Claro
Me llevó a su estudio, tomamos asiento y luego habló:
-Estuve hablando con tu madre y...
-¿Sobre mí?
Asintió- Eres una buena chica, casi como una hija para mi. Y, en estos dos años que llevas aquí, jamás te pregunté si estabas a gusto
-No es necesario que lo hagas- replique- Me siento muy a gusto aquí. Me agradaste desde el primer día que te vi con mi madre, la haces feliz y eso hace que también lo sea. Después de la muerte de mi padre, ella no volvió a ser la misma..- comente mirando al suelo, papa...
-Comprendo- asintió, lentamente.
-¿Puedo saber por qué la pregunta?
Se reclinó en la silla- He oído de Luna que, a veces, Edward suele ser...
- ¿Posesivo? ¿Controlador? ¿Un idiota? - sugerí. Troy soltó una carcajada ante esta última- Descuida, estoy acostumbrada
-A mí me parece que quieres quitarle la cabeza para ponerla en una pica- comentó. Fue mi turno de reír.
-Puede ser- admití.
Pase un tercio de la tarde escuchando las aventuras de Troy en los sets de grabación, finalmente, me retire. Debía hacer los deberes para mañana. Hacer los deberes en la habitación nunca era una buena idea, dado que solía poner música y distraerme con facilidad haciendo un concierto. Me encontré entonando a todo volumen Where Do Broken Hearts Go de One Direction, cuando el enemigo apareció en la puerta de mi habitación. Y parecía traerse algo entre manos.