Me quede inmóvil, observándolo con recelo. Edward sonrió con malicia y, sin darme tiempo a nada, arrojó la bombita que tenía en su mano derecha. Ésta impactó en mi cara con tal fuerza que provoco que cayera de espaldas al suelo. El dolor se expandió por mi rostro y cuerpo, al igual que una furia incontenible.
-¡Edward!- grite.
-¿Si?
-¡Te cortare en millones de pedacitos!- me incorporé, pase una mano por mi cara y observé que estaba blanca- ¿Polvo de cocina?
-Vi tu cara cuando te fuiste y pensé que te hacía falta un poco de polvo- dijo como si nada- ¿Cómo le dicen las chicas? ¿Base o rubor?
Apreté dientes y puños- Te ahorcare con mis auriculares
-No creo que puedas- señaló mis preciosos auriculares cortados sobre la mesilla. Esa fue la última gota que colmó el vaso.
Me arrojé sobre él lanzando patadas y puñetazos, a lo que Edward respondía riendo y deteniendo cada golpe que intentaba darle. Con un rápido movimiento me colocó contra la pared y él, sosteniendo mis muñecas. Cada fibra de mi cuerpo se congeló. Edward estaba tan cerca que podía oír el martilleo de su corazón y sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Sus labios entreabiertos casi rozaban los míos y sus ojos me observaban como si fuera una persona de otro planeta. Eso me hizo estremecer. Tenerlo así de cerca hacía que olvidara por qué éramos enemigos.
-¿Eso es todo lo que tienes?- preguntó.
Su boca seguía, peligrosamente, cerca de la mía. Tenía que hacer algo antes de que pasara lo inevitable. Sin más rodeos besé la comisura de su boca, lo que hizo que retrocediera sorprendido.
-No, no es todo lo que tengo- sonreí y corrí fuera de mi dormitorio para ir al suyo. Cerré con llave. Al menos, esto me daría tiempo para poner mi plan en acción. Abrí las puertas del armario de Edward.
Este hombre tiene más ropa que una mujer, pensé mientras cogía algunas de sus camisetas favoritas de colección inédita. Las dejé en el suelo, tomé una tijera y comencé a recortarlas. Nunca me gustó arte en la escuela, pero cuando se trataba de Edward mi creatividad volaba.
-¡Ashley!- golpeó la puerta- ¡Qué demonios estás haciendo ahí!
-Solo estoy rediseñando tus camisetas- dije inocentemente. Terminé de recortar la última y las guardé en el armario.
-¡No con mis camisetas, no!- se lamentó.
-Deberías haber pensado en eso antes de tirar polvo de hornear en mi cara- abrí la puerta. Edward estaba sonrojado y no sabría decir si era por lo del beso o por lo que acababa de hacerle a sus camisetas, las cuales aún no vio. Entró rápidamente y fue a su armario. Para cuando dijo mi nombre, ya estaba en mi habitación con la puerta cerrada y mi cara lavada.
Minutos después llamaron a la puerta, no contesté pues sabía quién era.
-Esto no quedará así Ashley- sonaba realmente enfadado, sonreí. Pocas veces lograba sacarlo de quicio y ahora que lo había hecho la incertidumbre y el miedo me invadieron. ¿Qué hará ahora?
Salí del dormitorio y bajé las escaleras, llegué a la sala y...
-¡Mis revistas!- exclame, aunque demasiado tarde. Edward arrojó una al fuego de la chimenea e iba por la siguiente.
-Espera- lo cogí por el brazo.
Me miró- ¿Qué?
-No lo hagas por favor- sentía el corazón en la boca. Esas revistas me las gané ayudando a mi madre en el trabajo, contenían mis posters de mis bandas favoritas, actores, series...
-Esto es así...- dijo- Tú me cortas la ropa, yo te quemo las revistas- arrojo la segunda. Observe como un poster de Shaw Mendes era consumido por el fuego.
-¿Satisfecho?- pregunté deseando que se detuviera.
-Aún faltan, cariño- cogió otra; reuniendo el poco valor que me quedaba me lancé por la revista y en el proceso caí al suelo junto con Edward.
-Para- dije, mis manos apoyadas en su pecho sintiendo la piel bajo su camisa; y las suyas en mi espalda. Él no dijo nada solo se quedó mirándome y una sombra cruzó sus ojos oscuros. Ambos estábamos tan perdidos en la mirada del otro que olvidamos por completo que no nos encontrábamos solos.
-¿Qué están haciendo?- preguntó Luna. Edward se levantó a la velocidad de la luz, dejándome en el suelo.
-Nada- sacudió de sus vaqueros un polvo inexistente.
-¿Ashley?
-Sólo estoy mirando el techo Lu- me obligue a no mirarla, pues presentía que me sonrojaría más de lo que estaba.
-Iré a llamar a Peter- anuncio él, dirigiéndose arriba.
-Tú y yo tenemos que hablar- indico Luna.
Me senté en mi cama, Luna cerró la puerta y luego se sentó conmigo.
-Sé muy bien lo que estaban haciendo- dijo.
-No es lo que crees- volví a ruborizarme.
-Ashley, no lo conoces- negó con la cabeza.
-¿Cómo qué no?- fruncí el ceño.
-Solo...- sus ojos reflejaban tristeza - Solo sigan siendo enemigos
-¿Qué quieres decir?- la escrute.
-Debo...debo preparar la cena
La observe marcharse mientras mis pensamientos iban a la velocidad de la luz ¿Qué oculta? ¿Qué quiso decir con sigan siendo enemigos? ¿De verdad no conozco a mi enemigo?
Caminaba por los pasillos de la gran mansión, cuando me detuve en la puerta del dormitorio de Edward pensando en las palabras de luna: No lo conoces. Sigan siendo enemigos.
-Ashley- me llamó Troy.
Bajé las escaleras de dos en dos. En el living estaban Troy y mi amiga Nancy.
-¿Nancy?
-Hola- besó mi mejilla. Troy se retiró.
Nos sentamos en el sillón, con dos vasos de Sprite en la mano.
-¿Sucedió algo?- le pregunté.
Suspiró- Me preocupas Ash
¿Qué sucede que ahora le preocupo a todo el mundo?
-Lo vi a Marius tomando drogándose otra vez
-¿De nuevo?- asintió- Creí que la había dejado
-Ten cuidado, temo que pueda llegar a hacerte daño
-Nancy, Marius jamás me haría daño, él mismo me lo dijo
-Pero no sabes lo que una persona drogadicta es capaz de hacer
-Hablaré con él- dije.
-¿Cómo vas con Edward?- cambió de tema. Si hay algo que caracteriza a Nancy son sus desconcertantes cambios de ánimo y preguntas.
-No hay nada entre nosotros- le asegure.
-¿Segura?
Le dedique una mirada de "no estoy de ánimos para tener esta conversación". Ella encogió un hombro desviando la vista de mí a la pared.
-Solo digo que si fuera tú, me quedaría con Edward
-Eso si Kate no te gana- dije.
La cena consistió en la especialidad de Luna, arroz con pollo a la mostaza.
Estaba terminando de tragar la comida cuando mi madre notó la ausencia de Edward.
-Cariño ¿Has visto a Edward? - le preguntó a Troy.
Él negó con la cabeza y ella le dedicó una mirada que no pude descifrar. Odio cuando hacen eso porque no puedo entender qué está pasando y más si tiene que ver con Ed.
En la noche di vueltas y vueltas en la cama, las palabras de Luna aún seguían en mi cabeza. Sabiendo que no me podría dormir, bajé a la cocina para tomar agua. Saqué el vaso del mueble y la botella del frigerador.
-¿No te puedes dormir?- hablo, sobresaltándome.
-¿Dónde estabas?- pregunte pero en lugar de responder se acercó, tomó mi rostro en sus manos y me plantó un dulce beso los labios.
Desperté con el corazón en la garganta. La madre... ¡Soñé que Edward me besaba!
Pase mis manos por mi pelo ¿Qué sucede conmigo? ¿Por qué soñé eso? No es como si quisiera besarlo.
¡Claro que sí! Gritó mi conciencia, la cual ignoré.
-Buen día Ashley
-Hola Troy
-Hola cariño- mi madre besó mi mejilla.
Escuché la puerta de entrada cerrarse. Edward dio unos pasos y se detuvo al vernos. Llevaba ropa de noche y unos lentes de sol.
-Edward- Troy se levantó de su silla, la preocupación reflejada en su rostro.
-Estoy bien- lo tranquilizó él y subió al dormitorio.
Los tres continuamos, en silencio, el desayuno. Tras terminar, Troy se levantó y fue a trabajar, mi madre hizo lo mismo y yo bueno...
-¿Edward?- abrí la puerta y me detuve a observar su habitación con detenimiento. Había carteles de bandas colgados en las paredes, su cama estaba situada en el medio de la habitación, el suelo estaba decorado con una alfombra bordo y había una pequeña repisa con libros. Edward salió del baño con una toalla en la cintura y su pelo castaño goteando agua.
Tuve que hacer un gran esfuerzo por no mirar su torso, el cual estaba casi perfectamente marcado.
-Ashley- sonaba sorprendido, más bien, como si hubiera despertado de un sueño. Observe que tenía el labio inferior partido. Sin pensar, me acerqué lentamente y pasé mi pulgar por su labio. Él contuvo la respiración sin quitarme los ojos de encima.
- ¿Qué te pasó? ¿Quién lo hizo? - inquirí, concentrada en su labio.
Sonrió- ¿Te preocupas por mí?
Por supuesto que sí, quise decir. Sin embargo, no dije nada.
-Tienes escuela- me recordó de pronto.
-No voy a ir- dije clavando la mirada en la suya.
-Deberías, Marius estará...- se calló.
-Marius me entenderá- o eso deseaba que hiciera.
Después de lo que pareció una eternidad, hablo:
-No lo hará, ve al instituto
-No hasta saber que sucedió anoche- demande.