RICHARD
—Mierda, mi cabeza.
Abrí los ojos lentamente, una manta de felpa suave me hacía cosquillas en la nariz. Me incorporé de golpe, esperando estar en el apartamento de alguna mujer desconocida. Sin embargo, al mirar alrededor, me di cuenta de que era mucho, muchísimo peor que una simple aventura de una noche.
—Joder... estoy en casa de Camila.
Arrojé la manta a un lado, saqué el celular del bolsillo para ver la hora. Eran casi las siete de la mañana, y necesitaba largarme de allí antes de que Camila se despertara.
O… podría quedarme.
El pensamiento apareció de la nada, pero lo descarté de inmediato. Llegar borracho a casa de Camila y despertar en su sofá significaba una cosa… Me había hecho el puto ridículo. Tenía que irme antes de empeorarlo todo aún más.
—Mierda, mierda, mierd
