Leandro
—¿Señor Thornvale? —Mi asistente, Terri, sostiene su tableta en alto, ansiosa y lista.
Parpadeo, mis ojos ajustándose tras mirar por la ventana. —¿Qué dijiste?
—Pregunté qué desea de almuerzo, señor. —Ladea la cabeza, con la más leve expresión de preocupación.
Lo cual dice mucho. Con poco más de cincuenta años y habiendo asistido personalmente a algunos de los políticos y CEOs más poderosos del mundo, hay muy poco que perturbe a Terri.
Verla preocupada por mí es más que un poco inquietante.
—Quizá tu ensalada favorita —sugiere.
—SÍ, suena bien —digo, mi mente aún preocupada—. Gracias, Terri.
Ella asiente y comienza a escribir en su tableta. Tomo una respiración profunda, intentando aclarar mi cabeza. La reunión de antes salió bien, y las sugerencias de Oriana me impresionar
