RICHARD
Sonreí. Sonreí de verdad. Era como si el mundo entero estuviera de repente en orden, y estaba aterrado de la mejor manera. No tenía idea de si Camila seguiría yéndose o no, pero no podía detenerme…
—Probablemente debería decirte…
La interrumpí con mis labios en los suyos, saboreando un toque de limonada de fresa. Mierda. Ella gimió, succionando mi lengua en su boca. Me lo comí todo, mi cuerpo presionándose contra el suyo mientras mis brazos rodeaban su cintura. Su cuerpo era suave bajo el material satinado de su blusa morada oscura. Mis dedos la sacaron de sus pantalones de sarga negra.
—Oh —jadeó cuando mis manos deslizaron su blusa por encima de su cabeza, rompiendo nuestro beso. —¿Estás seguro de que quieres hacer esto aquí?
—No hay nadie, y no lo habrá. Ni siquiera me impo
