La decepción

2168 Words
narra Tim. Camino hacia el quirófano, siento que a pesar de que voy con pasos normales, mi corazón siente taquicardia, como si estuviera en la montaña rusa del parque a toda velocidad. Hace un momento me lave mi rostro, pero gotas de sudor recorren por mi frente como si caminara por pleno sol, como si me paseara por las orillas de una caldera gigante hirviendo, son los nervios que se apoderan de mi, cualquiera que estuviese en mi lugar creo que pudiera entenderme con más facilidad. Entro y las enfermeras proceden con el protocolo normal de cirugías; -doctor la paciente tiene un ritmo cardíaco normal y la presión arterial estable-. Pero el temor hace que mi mente se concentre en tratar de recordar el procedimiento, porque nada puede salir mal, ni siquiera pude viajar para conseguir mis libros de repaso. Otra enfermera procede a leerme la edad de la paciente, que aparentemente tenía unos 38 años, y sus datos personales, pero los sonidos externos no llegan a mis oídos, sigo tratando de recordar, mientras suena el (-pi pi pi-) de la máquina que mide la pulsación. Cuando veo la cara de la paciente, puedo notar que se me hace conocida, pero no logro detectar de Dónde, como si ya la hubiese visto antes, pero con todos esos aparatos que la ayudan a respirar y por el accidente que tuvo, no logro reconocer bien. -esta paciente tuvo suerte de salir ilesa de este accidente, pude escuchar por medio de su madre que iba con un joven al igual que ella en una moto, cuando de manera repentina fue impactado por un vehículo- me comenta el cirujano presente que le daría los retoques finales para reestructurarle el rostro, -la chica se fue por un precipicio que estaba cerca, el chico salió rodando con la moto por el pavimento-, quedo sorprendido con el relato del doctor, pero no puedo distraerme más, comenzaré con la operación. Examino el lugar más afectado, su pierna, quedó perforada con un elemento de metal, se ve profunda la herida, corto con un bisturí para dar más abertura, a pesar de que a la paciente se le administró Duracaina, hace un movimiento como si estuviera despierta y consciente, como si sintiera dolor aunque permanece con los ojos cerrados y adormecida por el efecto de la anestesia. Prosigo y con las pinzas, retiro el metal adherido, sin embargo veo que hay mucha sangre que se ha perdido; -háganle una transfusión de sangre-, le comento a la enfermera, observo la presión, y de repente comienza a sonar la máquina, la presión arterial comienza a disminuir, el corazón se comenzó a detener, grito rápidamente -RCP- mientras alisto el desfibrilador, inmediatamente se le genera la carga eléctrica al pecho la primera vez, pero no funciona, cuando se le genera la segunda vez, se logra evidenciar que se levantó solo un poco el pulso, pero vuelve a caer rápidamente, por más intentos que realizamos, su pulso terminó de caer. ¡me siento frustrado! Sentí que todo saldría bien, pero ¡no se qué pudo salir mal! Del otro lado del quirófano se escucha al cirujano: -hora de muerte-, y la enfermera comenta -11:00 am-, aún así, no puedo evitar sentirme culpable, porque la responsabilidad de este procedimiento cae sobre mi por ser el encargado aunque no haya sido ningún error, o al menos lo que pude recordar de esta cirugía iba bien. ¡no creo que haya cometido alguna equivocación! ¿será que si hubiese viajado al pasado por mis libros de repaso hubiera sido el mismo resultado? El doctor acompañante se me acerca y me dice: -¡tranquilo Tim! , muchas veces queremos tener el poder de volver a la vida a las personas, pero hay momentos en los que no se puede, no tenemos un varita mágica que nos ayude a regresar el tiempo para evitar el accidente o evitar que las cosas sucedan-. Siento tristeza por una vida perdida aunque no la haya conocido, debo decirle a sus padres que no volverán a ver a su hija, que ya no podrán abrazarla. Inmediatamente le comento a mi colega que no tengo el valor de decirles y él se ofrece a dar la noticia. Solo puedo mirar de lejos el momento, veo como las lágrimas embargan los rostros de los padres. La mama se inclina del dolor, mientras el padre la abraza para consolación. Me regreso a la sala donde yacía el c*****r, porque quería tratar de visualizar sus ojos, mejillas, labios que me daban la sensación de conocerla, pero por la desfiguración no hallo de dónde. Respiro profundamente y me retiro, pensando en la idea de si llegue a cometer algún error o si simplemente era decisión del destino que muriera. De camino a la cafetería, me encuentro a la pediatra Smith, me saluda como siempre, con mucho cariño, no he tratado mucho con ella, pero parece una persona gentil y amable, debe tener la misma edad que yo, pero trato de no vincularme con mis compañeros por ética. No quiero envolverme amorosamente con algún colega porque aquí en el hospital, a pesar de que todos están relativamente ocupados, todo se sabe, todos se enteran de la cosas. ¡no sé cómo! Pero así sucede. Alrededor de unos minutos, que casi termino mi café, se me acerca la doctora Smith y me dice; -¿puedo sentarme?- fijando su mirada en mi con un poco de coqueteo. -¡si, claro!- le contesto un poco apenado -¿cómo estás?- me pregunta ella con una sonrisa en su rostro. -te he visto un par de veces, y con el agite en el hospital, muchas veces no tenemos el tiempo de conocer a otros colegas. Siempre te noto alegre, pero hoy en particular no.- -si, es que acabo de salir de una cirugía que salió mal, se perdió esa vida, ni siquiera tuve el valor de decirle a los padres. Esta era mi primera cirugía sin acompañantes, era el único responsable de dirigirla, pero ¡ya ves! No todo sale como se espera, ¡me siento fracasado!- Le comento con la voz un poco quebradiza. -no te apagues por eso, a veces las cosas no salen como queremos, pero no quiere decir que en cada cirugía pasará-. -tranquilo, todo va a mejorar-. Menciona ella con voz firme y segura. De repente siento que mi ánimo cambió, como si ella hubiera tenido un interruptor que alzó y en efecto mi autoestima se elevó, me dio seguridad. Normalmente no hubiera pasado con nadie, pero raramente con ella si. Bueno, quizás haya una primera vez para todo. -y cuéntame ¿De Donde Eres? Me pregunta de manera interesada, como si quisiera profundizar nuestro encuentro, posiblemente quiera ser mi amiga. Entonces le converso que nací aquí en San Francisco, que mi familia ha estado aquí por muchos años. Y le pregunté de dónde era ella. -mi familia es de Brasil, específicamente de Rio, pero yo nací aquí. Estudie y me titulé como médico porque quise ayudar a mi madre que por un accidente que tuvo, quedó inmóvil por unos meses, pero al pasar el tiempo noté que mi pasión eran los bebés, así que adquirí conocimientos en medicina general para ayudarla a ella y profundice en pediatría para seguir lo que me gusta más-. Me respondió tan segura de lo que amaba ser, que llegue a sentir que me faltaba ese amor por mi carrera como ella lo sentía, como si hubiese encontrado su alma gemela y resplandecía de amor. Hasta llegó a hacer que cuestionara mis planes, como si me hubiera equivocado en la carrera que elegí. De inmediato pienso que puede ser por lo sucedido hace unas horas. No dejaré que ese suceso me abata, esperaré unos días a qué se pasen estos sentimientos encontrados para que no afecte mi vida ni mi amor por lo que hago. La sigo escuchando pareciendo interesado por respeto, pero en realidad quería retirarme, solo quería descansar y no despertar por unos días hasta que dejara todos estos sentimientos y pensamientos olvidados. Ella prosigue en la conversación y aunque quisiera escuchar lo que dice, mis oídos se cierran y me mente se va de ese lugar, posteriormente procedo a interrumpirla, y le comento que debo retirarme, que necesitaba resolver algunos asuntos. En lo que le dirijo mis palabras me mira de manera consternada y me responde; -¡esta bien, tranquilo! Hablamos otro día. Salgo de ese lugar con ganas de descansar y olvidarme de todo, quisiera viajar a otro lugar, pero hace un momento no sucedió, es como si el poder hubiese desaparecido ¡no entiendo! Allí no había nadie más que yo y no le comenté a nadie, ni siquiera estuvo a punto de salirse. Lo intentaré otra vez a ver si funciona. me escondo en el baño para viajar a otro lugar, pero aún no decido a donde ir. Creo que un buen lugar sería la playa ¡No, mejor no, porque habrá mucha gente! ¿Será que me marcho a una isla desierta?. Solo por práctica del don para saber si funciona nuevamente, imaginaré cualquier lugar. Entonces cierro mis ojos e imagino mi habitación, e inmediatamente me traslado a ella solo que dos minutos antes para que funcionara como ir al pasado. ¡WoW! ¡funcionó! Entonces ¿por qué no funcionó anteriormente? No me puedo quedar aquí, porque mi madre me vería y haría muchas preguntas como: ¿Cuándo llegaste? O me diría que no me vio entrar. Busco rápido en mi navegador la imagen de una isla no habitada, selecciono rápidamente una antes de que alguien suba, cierro mis ojos e imagino estar allí. Posteriormente a llegar, me relajo, me acuesto en la arena, siento su textura, la paso entre mis dedos como un suave masaje relajante, por mis pies como una rica exfoliación que hace que el estrés se vaya de manera rápida. Allí me ubico, en este hermoso lugar, con la vista más espléndida que haya contemplado, el agua con un color turquesa, con diferentes separaciones de color, pareciera que va desde ese color verdoso hasta un azul intenso, me hallo bajo esta palmera que me da una sombra placentera, y trato de olvidarme de todo. Me quedo dormido profundamente. ¡pasaron ya como 2 horas! Antes de irme quiero disponerme a nadar un poco, pero como no traje ropa de baño, me quito la camiseta, luego el pantalón, los zapatos y quedo solo en calzones. Me lanzo al mar, siento el agua helada, pero es una forma de controlar mi estrés, cuando continúo nadando, observó un hermoso arrecife, me sumerjo y visualizo algunos peces en variedad de colores, algunos corales, veo la viva naturaleza y se me viene a la mente lo inevitable que es la vida, que debe suceder lo que ya está preescrito, que solo nos queda vivir como si no hubiese mañana. Nado hacia la orilla y espero secarme un poco con el sol antes de vestirme. Veo la hora y ya marca las 7:00 pm, se que a esta hora mi madrecita estará en la cocina, mi hermano Jack aún no llega a casa, mi padre si debe estar por llegar, creo que iré a mi habitación y le diré a mi madre que entré de manera silenciosa para que no tenga sospecha y poder estar tranquilo. Después de salir de mi habitación, voy a la cocina, saludo a mi madre que para mí suerte, no nota que estaba en mi habitación, le doy un beso, decido cenar y le digo que hablaremos mañana de mi día de hoy, porque estoy muy agotado, no decido esperar a mi hermano Jack para explicarle porque lo deje plantado. ¡si, ni siquiera pude recordar el almuerzo con él! ¡que vergüenza! Seguramente entenderá. Al día siguiente pude visualizarme más tranquilo y más relajado, bajo y veo a mi padre leyendo la prensa, lo saludo y le pregunto qué tal fue su día ayer en la empresa, que por cierto fue fundada por él, así que no entiendo por qué dice que debe estar horas extras, si con lo que genera, basta para vivir de buena manera. -Bien hijo, ayer hubo un inconveniente, pero pudimos solucionarlo- me responde de forma reservada, como si ya no quisiera seguir hablando, cosa extraña porque mi padre es de mucho conversar. Voy a la habitación de Jack para darle una explicación de por qué no asistí al almuerzo, que gracias a Dios pudo comprender inmediatamente, me contestó que trataría de apartar un poco de tiempo el día de hoy para reunirnos. -esperaré tu confirmación para ir- le digo de forma interesante y motivada, expresándole que deseaba esa reunión de hermanos. Bajo al cuarto de mi madre, le cuento del día estresante de ayer y al entenderlo y abrazarme, me mira con ojos de amor, aunque la puedo notar también un poco reservada pero no logro entender por qué. ¡espero que a partir del día de hoy todo mejore!
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