Abro la puerta de mi apartamento y de inmediato Brenda se adentra con una sonrisa, sin vergüenza ni duda se quita su mochila y la arroja al sofá, en el que ella cae también con emoción. Cierro la puerta con una sonrisa y cuelgo mi bolso en el perchero que descansa en la entrada.
Brenda me mira con emoción, parece que le encanta venir a mi apartamento, tal vez es porque no pasa tiempo sola y sabe que de cualquier manera nos divertiremos juntos. Poteto aparece y se restriega contra mis pies mientras ronronea suavemente. Me agacho y acaricio su suave pelaje de la manera en que le gusta.
"¿Qué haremos hoy?" Brenda corre ahora por el apartamento, salta y hace miles de preguntas a la vez sin permitirme responder. Cuando revolotea a mi alrededor revuelvo sus cabellos para que detenga por unos minutos ¿De dónde saca tanta energía? "Creo que haremos tus deberes. Tienes mucho trabajo por delante y no creo que tu padre llegue con ánimo de ayudarte"
Ella hace un puchero "No quiero hacer los deberes, quiero cantar o pintar" Suspiro y me agacho poniéndome a su altura. "Pequeña, los deberes también son importantes. Si quieres podemos jugar un poco cuando termines"
Dirige su mirada al suelo, me mira por momentos de una manera que busca hacerme desistir de mi idea. Pero no, no funcionará conmigo. Llevo años lidiando con niños y sé que hay momento en que no debo ceder. Ella lo sabe "Está bien" Dice finalmente.
Feliz por mi victoria la llevo a que saque sus cuadernos, revisamos y me alegro al ver que no tiene mucho realmente. La dejo en el comedor mientras voy a preparar algo de comer, manduguk suena bien.
Mientras cocino Brenda viene a mí varias veces para que resuelvas sus dudas o ayude en algún punto en que siente no poder, de verdad es un encanto. Claro que en momentos llega a exasperarme, pero es normal en los niños y en todas las personas. Alexander tiene sin darse cuenta un gran tesoro y una hija maravillosa, en ocasiones lamento no poder hacer algo más por ella y ayudarle de una manera más adecuada.
Me sumerjo en mi tarea de cocinar, tanto que cuando reacciono no escucho a Brenda revolotear. Preocupado salgo de la cocina limpiando mis manos y la hallo dormida en el sofá, su boca está entreabierta y las hojas del cuaderno se manchan con su saliva. Con una sonrisa me acerco y la tomo entre mis brazos para conducirla a la recamara, podrá cenar cuando despierte.
Regreso a mi tarea, probando bocados y deseando que Brenda estuviera despierta para no sentirme tan solo. Vaya que todo es silencio sin ella. Luego de un rato tocan a la puerta, seguro es el señor Clark. Al abrir él aparece con una medio sonrisa, viste de manera informal y apenas mueve la cabeza cuando me ve "Hola" Abro espacio para que pase, a lo que obedece y mira hacia los lados el desorden que ha causado su pequeña.
"Brenda se ha quedado dormida" Me apresuro a decir cuando le veo mirando a todos los rincones. Abre un poco su boca y emite un sonido de aceptación. Incomodo mira de nuevo el desorden sin saber qué hacer. "Parece que mi hija te causa muchos dolores de cabeza"
"Nada de eso" Le hago una señal para que tome asiento, con un poco de vergüenza lo hace haciendo a un lado los cuadernos de la niña "Gracias"
"Tal vez Brenda tarde en despertar, ha quedado agotada y no creo que despierte pronto, así que si gusta puede quedarse a cenar, he preparado suficiente." De inmediato su mirada apenada se posa en mí y agita las manos en el aire "No, eso sería mucha molestia..." Lo interrumpo con una sonrisa "No es una molestia"
Toma aire y deja caer sus brazos sabiendo que no va a ganar la discusión. Con victoria me dirijo a la cocina y sirvo dos platos con los cuales regreso al comedor y los acomodo, he puesto el de Alexander al lado del mío.
Con pasos vacilantes toma asiento, da gracias por la comida y lleva la primera cucharada a su boca. Hace un gesto sorprendido y me mira "Sabe muy bien" Con una sonrisa llevo una cucharada a mi boca, creo que le falta un poco de sal. "¿Has tomado clases de cocina?" pregunta.
"No" Llevo otra cucharada a mi boca. Él me mira por unos momentos y continúa comiendo. "Pareciera que sí. Cocinas como un profesional y te aseguro que he comido en los mejores restaurantes de la ciudad" Avergonzado respondo con un simple "ajá" Me siento de pronto incómodo.
"¿Cuántos años lleva pintando?" No es como si fuera importante, pero de algo tenemos que hablar. Alza los hombros y parece pensarlo "Desde la secundaria lo he hecho"
"¿Qué es lo que más le ha costado?" Ataco de nuevo. Guarda silencio, hace un gesto de molestia y me mira como si esperara que conociera la respuesta "El amor" Responde. Mi corazón late apresurado y siento que la sopa queda a mitad de mi garganta. "Ya veo" Me limito a responder.
Quedamos de nuevo en silencio. De manera estúpida me siento desnudo y vulnerable en su presencia. Dios, alguno de los dos debe hablar "¿Brenda causa muchos problemas?" Hay toque de preocupación en su voz. "No. Pienso que es una niña bastante inteligente para su edad"
"¿De verdad?"
"Totalmente. Es talentosa con la música, creo que es mi mejor alumna" Su gesto denota orgullo."Lleva mi vena artística" Rio bajito y cubro mi boca con la mano libre. Él me mira indignado "Claro que es así" Replica.
Terminamos de comer y dejamos los platos a un lado. Apoyo mis codos sobre la tabla y reposo ahí mi mandíbula dedicándole una mirada suave. Él se relaja y se echa hacia atrás descansando en la silla. "Aunque no lo creas, a veces siento que es difícil" Dice de pronto.
"Nadie dice que tener un hijo es fácil. De hecho nada en la vida lo es." De nuevo sus ojos negros se posan en mí, interrogantes y escrutadores. Al unir mis ojos a los de él me invade cierta inquietud y me incorporo dejando caer mis brazos sobre la mesa. "Supongo que tienes razón"
De nuevo el silencio cae ¿Por qué tiene que ser así? Tamborileo con mis dedos sobre la madera, tratando de disipar el silencio.
"¿Qué piensas del amor?" Su pregunta me toma por sorpresa y detengo el movimiento de mis dedos ¿Amor? Titubeo un momento y siento que el color sube a mis mejillas. Vaya, no es como si hablara mucho de eso.
"Papá" Brenda aparece en el umbral tallando los ojos, deteniendo mis palabras. Alexander se incorpora con prisa y la abraza con ternura.
"Hola, dormilona"
Los veo juntos, como si fueran un cuadro completamente ajeno a mí, de hecho ellos son ajenos a mí, y de cierta manera eso causa un sentimiento que me ahoga. Me pongo en pie con una sonrisa, tratando de ocultar ese vacío que siento.
Es hora de la despedida.