Miro a Dan que permanece de pie desnudo, su mandíbula firme señala hacia la ventana marcando los músculos del cuello, su mano bajo el mentón se mantiene de manera decorosa y sutil; su cuerpo tonificado es expuesto a la luz junto con sus piernas que no se doblegan ni un poco. Me fijo en cada detalle de su cuerpo y me siento abrumado, incluso perturbado por las curvas que se marcan. Es mi primera vez pintando un hombre, y aparte de sentirme extraño, siento que cada una de mis pinceladas son un poco torpes.
Cuando mi celular a lo lejos suena, dejo el pincel a un lado y Dan descansa de su postura estirando un poco. Con un suspiro consulto la hora, el tiempo con él ha terminado. El chico hace una leve reverencia y se dirige al baño con su cuerpo todavía desnudo, le veo desaparecer admirando sus nalgas, preguntándome si en ello se fijarán las mujeres.
Empiezo a recoger mis cosas y ponerlas en su lugar con cuidado. Observo el saló y notó que hay pinceles y machas de pintura por todos lados, con una medio sonrisa recojo cada uno de los objetos entre mis brazos, ese desastre que dejó Brenda el día anterior. Las cosas con ella han mejorado lentamente, traerla cada día a ella y al maestro ha fortalecido los lazos existentes.
Incluso hemos pensando en salir juntos a un parque de diversiones, no todo puede ser pintura y estudio. Brenda parece feliz, sonríe y creo que me tiene un poco de más de confianza, eso me llena de tranquilidad.
¿Qué hubiese sido si no hubiera llegado? Seguramente Brenda estaría viviendo con su abuela y no conmigo. Podría entenderla. Pero ahora hablamos más, incluso comparte parte de sus pensamientos, tiernos e inocentes, con una persona como yo.
Observo de nuevo ese mamarracho que ha pintando con tanto empeño hace unos días, me aseguraré de enseñarle perfectamente, de que sus trazos sean tan hermosos con ella. Poso mi atención en el lienzo que tuvo Ryan, las pinceladas suaves, sutiles y delicadas como él. Al ver sus trazos siento que puedo leerlo, que se desnuda frente a mí sin tapujos y me cuenta sus más oscuros pensamientos.
La conversación que en un momento tuvimos surge lentamente entre las memorias. Cada palabra que salió de sus labios se repite de manera incesante y mi corazón sucumbe de manera vergonzosa. He de admitir que me sentía maravillado con su corto pensamiento acerca de las bajas pasiones, de esos amores que tuvieron Reinor y Goya que se reflejaron en sus pinturas ¿esos eran sus deseos? Desde el punto de vista de Ryan sí.
Su tono de voz, el momento en que me dijo que yo buscaba las pasiones en las mujeres noté una tristeza en sus ojos, más bien una culpa. Su baja pasión ¿Ha cedido él a ellas? ¿Se ha dejado vencer por los deseos de su corazón? ¿A quién ha deseado?
Contrariado sacudo la cabeza, su tono buscaba sugerirme algo pero no sé qué es. Recordar su imagen me hace pensar en esos secretos que oculta, en esa pasión baja que él pintaría ¿Sería amor? ¿Odio? ¿Resentimiento? ¿Qué plasmaría en el lienzo?
El móvil suena nuevamente, un poco molesto lo saco del bolsillo y leo en la pantalla el nombre de Nathe. Con un suspiro contesto y lo llevo a la oreja.
La voz de mi hermano es temblorosa, parece que inunda entre lágrimas y que se corta a causa del aire que le falta. La angustia es palpable, repite cientos de cosas pero sólo una frase queda grabada en mi mente. Dice algo de que Taylor viene en camino con George, que Cris está con él y le está ayudando.
Corto la llamada sintiéndome ajeno. No es el mundo, no al que yo pertenezco. No es mi familia. No es mi problema. No es conmigo. Nada es real.
Con manos temblorosas bajo el teléfono, me quedo mirando la nada como si en realidad no existiera todo eso que se halla a mi alrededor. Estoy en un sueño y sé que pronto voy a despertar. Lo haré.
Mis ojos pican, seguramente se ven como un vidrio triturado, lo cual sería gracioso. Me cuesta respirar y me agarro de la silla en la que suelo sentarme para no caer ni ceder ante la derrota que siento. No puedo pensar, me es imposible, sólo una persona viene mi mente y necesito aferrarme a ella.
Marco ese número, a esa persona que siempre ha representado una salvación.
Me desespero cuando escucho el sonido del teléfono y no su voz, me embriaga el desespero y me contengo para no gritar. Cuando escucho su voz desconcertada las lágrimas caen y me siento como un niño que necesita de su madre.
"Ryan, mamá ha muerto"