—Tonta, la que estaba con miedo era yo —me confiesa con un suspiro—. Pensaba que me iban a rechazar y me correrían del departamento. ¿A dónde iba a ir? Te imaginas, sin conocer a nadie… estaba sola. Mi mamá no sabía de mí y no quería decirle dónde estaba. Pati se detuvo un momento, y vi cómo sus ojos brillaban por la intensidad de sus recuerdos. Yo sabía por lo que había pasado, sobre todo aquella vez en que ese hombre, su padre, había averiguado dónde estaba y había intentado llevársela de vuelta. Por suerte, al ser mayor de edad, no pudo obligarla, pero el miedo y la impotencia la habían marcado profundamente. —Pati… todo eso quedó atrás. Ahora estás aquí, eres fuerte, y lo más importante: estás construyendo tu vida como siempre quisiste. Ella me miró con una sonrisa que no lleg

