Un día, la señora Moretti me llamó para hacerme un pedido especial. Había visto en unas fotografías de una amiga una figura decorativa hecha por manos artesanas en Perú. Me contó que no podía conseguirla en ningún lado y, aunque no teníamos ningún proveedor peruano, pensé que esta era una oportunidad perfecta para expandir nuestro catálogo. Lo hablé con mi mamá y juntas tomamos una decisión: viajaríamos a Perú.
El viaje fue toda una experiencia. Mis padres me acompañaron, y mientras recorríamos los mercados y talleres de artesanos locales, no podía evitar sentirme emocionada por la calidad y la creatividad de su trabajo. Después de largas charlas con varios artesanos, cerramos acuerdos para comenzar a trabajar con ellos. Pasamos unos días disfrutando de los bellos paisajes y visitando lug
