Había asesinado gente a balazos y puñaladas, aprendí a disparar desde un alto edificio y desde una moto en movimiento. Torturé gente y también chantajeé a otros. Ahora salvaba vidas de la misma manera en la que antes encontraba a quienes debía dañar, ayudaba a otros con menos suerte y trataba de darle un giro positivo a las desgracias que me habían acompañado anteriormente. Nada, absolutamente nada, ni siquiera el conocimiento de que en poco tiempo sería madre, me habría preparado para eso. - ¿Me queda bien, en serio?- me sentía angustiada dando vueltas frente al espejo, mientras Al estaba desparramada en mi cama con el cabello tocando la alfombra y el celular en las manos. -¡He dicho que sí, necia!- dijo con fastidio. -Alondra, no me estás mirando- reclamé viendo a través del espejo

