De vuelta a casa. Era extraño ya no volver a la estación a sentarme con los chicos, teclear, ver cosas que no muchos tienen el privilegio de ver en la red, ser útil… Ayudar… Lo que más quería en el mundo: salvar a otros de sus propios infiernos. ¿Me consideraba una heroína? seguramente la psicóloga me lo diría… “Natalia, usted es egocéntrica y se cree la Mujer Maravilla, será internada en el pabellón de Psiquiatría” y ahí, en esa fantasía mía, siempre acabo de dos formas misteriosas que me crispan los vellos: la primera es que cuando ella termina de hablar, lloró como una viuda y me lanzo al piso a moco tendido y me colocan una camisa de fuerza entre tres enfermeros. Y la segunda es que me rio como demente, me orino de la risa delante de la psicologa y entre los mismos tres enfermeros, me

