-¡NOOO!¡NOOO!¡PARAA!- gritaba Alondra y me sentí cegada de ira. Vi a los hombres en la terraza, me daban la espalda y el vidrio con papel ahumado no les permitía verme. Habían cinco puertas y abrí la más cercana a mí, sin encontrar nada tras ella. La segunda, estaba igual. Empezaba a frustrarme y no paraba de mirar a donde estaban los hombres tratando de pensar rápidamente. Si iba hacia ellos primero, podía ser que matara a uno o dos antes de que los demás reaccionaran, pero ellos eran siete y yo una, y las matemáticas no fallan. Sentí una punzada en mi vientre y llevé mi mano al sitio. -Ahora no, mi cielo. Sé fuerte, resiste, aguanta, mi amor- anime a mi hijo aguantando el dolor mientras se me pasaba, iba hacía la tercera puerta cuando está se abrió y de ella salió el

