CAPÍTULO 14

1063 Words
Jack disfrutó de la hermosa fiesta de cumpleaños de Marie a plenitud. Ambos intercambiaron números para permanecer en contacto. Luego de eso, Jack se marchó de regreso con sus hermanos para ver cómo estaba Erick. Al llegar, pasó por la habitación de su hermano mayor y se dio cuenta de que este ya dormía. Después de una gran lucha consigo mismo, Erick al fin pudo dormir. Al notar que Javier ya no estaba cuidando la puerta de la habitación, supuso que se fue a descansar cuando Erick se durmió, así que se dispuso a hacer lo mismo que ellos. Total, ya había conseguido lo que quería: acercarse a Marie e intercambiar el número de celular con ella. Ahora sí podría conquistarla. Mientras, Mía en su habitación no podía conciliar el sueño. Toda la madrugada se quedó frente a su ventana, observando la oscuridad de la noche y cómo los guardias caminaban cuidando el perímetro. Ha estado ahí cinco años y más de una vez ha observado los jardines por horas; ya conoce la rutina de los guardias. No ha intentado escapar porque no sabe a dónde ir y no tiene dinero para hacerlo, pero ahora huir y vivir en la calle le parece mejor que quedarse ahí a arriesgarse a que Erick la asesine o a tener un hijo que terminará siendo igual o peor que su padre y su esposo. —No me voy a quedar aquí a esperar que todos terminen de destruirme. Saldré de aquí o moriré intentándolo —Mía esa noche prestó especial atención a cada paso que daban los guardias. Para ellos era normal que ella estuviera en esa ventana, pero tras cinco años ya no les importa, pues piensan que después de tanto tiempo no intentará escapar. Pero todos se equivocan. Después de cinco años, Mía está más que decidida a salir de ese lugar, solo necesita un momento de distracción de todos para salir de esa mansión. Toda la noche Mía la pasó en vela. Su cuerpo quería descansar, pero su mente no; ella estaba concentrada en una sola cosa: salir de ahí. Al amanecer, Erick se levantó, salió de la habitación donde estaba durmiendo y se arrastró, sumamente cansado, hasta la habitación que comparte con Mía. Al entrar, la vio sentada junto a la ventana. Ella sintió su presencia y ni siquiera se molestó en voltear a verlo; ya no le interesaba saber nada de Erick. —Perdóname —Erick se acerca hacia su esposa, pero esta se niega a mirarlo siquiera. —Vete al infierno, no te quiero cerca de mí —Erick sintió cómo algo dentro de él se rompía. Él, a pesar de todo, ama a esa mujer con toda su alma; sin embargo, esta hermosa mujer también lo hace perder el control, pero de una manera que no le gusta. —Voy a irme algunos días. Al volver, te aseguro que no volveré a perder el control contigo. Voy a trabajar para nunca más lastimarte —Erick sentía un profundo dolor en su corazón al ver las marcas que dejó en el cuello de su esposa. —Tú me lastimas con solo tenerme aquí en contra de mi voluntad. Llevas cinco años lastimándome al obligarme a quedarme aquí —Mía se sentía demasiado herida, no quería saber nada más de Erick. —Cuando regrese, todo será diferente —Erick saca un bolso del vestidor y lo llena de ropa. Luego intenta acercarse a Mía para despedirse, pero esta se aleja. Ya siente miedo del hombre con el que un día pudo dormir tranquila, abrazada a su pecho, sintiendo su calor. Ahora lo único que siente es terror y nada más que eso. Erick salió de la habitación derrotado, con los ánimos por los suelos, pero decidido a controlar esa personalidad explosiva que a veces sale y toma el control de su cuerpo y su vida. Ahora volverá al lugar donde lo ayudaron de adolescente para intentar controlar esa personalidad nuevamente. —Javier, cuida bien de Mía, dale lo que pida y llévala a donde sea que quiera ir, siempre en compañía de Kira. Espero estar de regreso en quince días —Erick se quiere asegurar de que Mía esté bien y feliz mientras él no esté en casa. —No te preocupes. Cuando vuelvas, ella estará bien aquí esperándote —Javier sabe que, aunque su hermano no lo haya admitido aún, está enamorado y, si algo le llegara a pasar a Mía, eso lo destruiría. Los hermanos se despiden y es Jack el responsable de llevar a Erick hasta el aeropuerto, donde lo espera el avión privado que lo llevará a una clínica privada donde están sus terapeutas y demás médicos para ayudarlo una vez más. Mía seguía observando desde la ventana cuando Erick subió a su auto en compañía de Jack y juntos se pusieron en marcha al aeropuerto. —Regresará pronto y más sano —comenta Kira a espaldas de Mía. —No me interesa cómo regrese, por mí se puede ir y nunca más volver —Mía al fin se levantó de donde estaba, entró al baño, tomó una larga ducha relajante y decidió que después de desayunar dormiría todo el día. No quería tener que hablar con Kira o alguno de los hermanos. Prefería estar ahí acostada sola sin que nadie la molestara. Ni siquiera cuando fueron a arreglar la puerta de su habitación se molestó en salir de la cama, no le veía el caso a hacerlo. Mientras descansaba, se le ocurrió una gran idea: para poder escapar necesitaría dinero y, para obtener dinero, debía sacarle muchas joyas a su esposo. Así podría llevárselas consigo cuando se fuera y tener una forma de mantenerse lejos de todos. —Kira, quiero ir de compras a la joyería. ¿Qué dijo el señor con respecto a mis salidas? —Mía, aun sin arreglarse, fue a investigar la posición en la que Erick la dejó dentro de la mansión. —Puedes ir a donde quieras y comprar lo que quieras, siempre y cuando te acompañe —responde Kira y Mía asiente. —Excelente, entonces prepárate. Quiero ir a comprar joyas para animarme un poco, estoy cansada de esta casa —Mía está feliz de saber que puede comprar lo que quiera y salir cuando quiera. En una de esas salidas podría lograr su escape, algo que la emociona muchísimo.
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