Mía y Kira regresaron a la mansión. Apenas el chófer estacionó frente a la casa, Mía bajó furiosa y entró como alma que lleva el diablo. Subió las escaleras hasta su habitación, cerró la puerta de golpe y le echó seguro.
Estaba tan enojada que comenzó a destruir toda la habitación. De alguna manera, tenía que liberar su ira, y la mejor forma que encontró fue destrozarlo todo.
—¿Dónde está? —Erick llegó a la casa, detrás de las mujeres, e interrogó a Kira.
—En su habitación —respondió Kira. Al escucharla, Erick subió las escaleras y no tardó en oír el ruido de objetos rompiéndose dentro del cuarto.
—Toc, toc. Mía, ábreme la puerta —pidió Erick, pero Mía ya no soportaba más. Estaba cansada de estar ahí y de tener que hacer lo que le ordenaban.
—Vete al infierno con ese demonio. Eres igual que él. A ustedes solo les importa el poder y nada más. Ambos me dan asco. Ojalá nunca pueda tener un hijo tuyo, porque cualquier niño que lleve la sangre de alguno de los dos sería muy infeliz —Mía estaba herida y quería herir a Erick también. Se suponía que él la protegería del Diablo, pero ese día le falló al llevarla a comer con él, y eso jamás se lo perdonaría.
—Deja de decir cosas de las que te puedas arrepentir y abre la maldita puerta —Erick estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
—No me da la gana de abrir. Te odio, me das asco. Eres la misma porquería que el bastardo que te crio. Vete con él al mismísimo infierno, que es el lugar al que ambos pertenecen —Mía había perdido por completo el control y sus palabras hirieron tanto a Erick que él también lo perdió. Con un fuerte golpe, derribó la puerta y se acercó a ella, furioso.
—Cállate. Tú no sabes de lo que soy capaz, así que es mejor que te calles —Erick la arrinconó contra la pared. Pero el enojo de Mía era tan grande que ya no podía razonar ni sentir miedo. No iba a retroceder, ni siquiera si veía a Erick echar fuego por la boca.
—¿Qué vas a hacer? ¿Vas a intentar asesinarme como lo ha hecho tu querido padre? Si bien dicen que la manzana no cae muy lejos del árbol... No llevas su sangre, pero aprendiste todo de él, así que eres igual que ese bastardo —esas palabras de Mía terminaron por despertar al demonio dentro de Erick.
—¡Cállate! —Erick la tomó del cuello y comenzó a asfixiarla. Mía intentó zafarse, pero no era rival para él.
—¡Suéltala! —Jack y Kira entraron a la habitación e intentaron separarlo, pero Erick estaba demasiado fuera de control. Jack no tuvo más opción que tomarlo por el cuello y apretar hasta casi asfixiarlo. Fue así como lograron que soltara a Mía.
Mía cayó al suelo tosiendo, mientras Kira la ayudaba. Al mismo tiempo, Jack, junto a su hermano que apareció en el último minuto, se
llevaron a Erick a otra habitación.
—Debes aprender a cerrar la boca o vas a terminar muerta —Kira le aconsejó a Mía, que no paraba de toser. Mientras, Jack, en compañía de su hermano, encerraron a Erick bajo llave para esperar a que se le pasara la rabia.
—Tengo una fiesta esta noche, no puedo faltar. Tú cuida de Erick —dijo Jack, queriéndose marchar, pero su hermano, Javier, lo detuvo.
—Sabes que debemos ser dos para mantenerlo bajo control cuando se pone así. ¿Qué es más importante que nuestro hermano mayor? —Javier no quería quedarse solo cuidando de Erick.
—Está encerrado en la habitación, nadie corre ningún peligro. Si necesitas apoyo, hay muchos guardias para ayudarte, Javier. Hoy mi hermosa princesa cumple la mayoría de edad.
Se llama Marie, me encanta. Todos dicen que es inalcanzable porque es una heredera de esas que ni viviendo cinco vidas gastarían su herencia, pero yo la voy a conquistar y te aseguro que será mi esposa —Jack estaba ilusionado con esa idea.
—Si es ese tipo de heredera, será imposible que te haga caso, menos si sabe a lo que nos dedicamos —Javier era consciente de que su profesión no les permitía enamorar a chicas de familias decentes y ricas, pues la mayoría de esas familias buscan esposos que trabajen dentro de la ley para sus hijas.
—La voy a enamorar a tal punto que cuando se entere de a lo que me dedico, no podrá separarse de mi lado. Ya lo verás, hermano —Jack se marchó feliz y seguro de que esa noche conquistaría a la chica que lo traía loco desde hacía mucho tiempo.
Marie entró a la escuela cuando Jack estaba en su último año. Desde que la vio por primera vez, se enamoró, pero sabía que no podía acercarse. Ella era muy joven y él ya era mayor de edad. Ella tan solo acababa de entrar a la adolescencia y sus padres siempre la llevaban y recogían en el colegio, no había forma de acercarse sin que se dieran cuenta.
Así que prefirió esperar hasta poder acercarse a ella, sin arriesgarse a que, mientras él esperaba, otro niño rico la conquistara. Por eso, pagó mucho dinero dentro del colegio para que cualquier chico que se acercara a ella con la intención de enamorarla terminara en otra escuela o con una gran golpiza para que nunca más la volviera a ver. Por supuesto, Marie no sabía eso, pero Jack estaba decidido a hacer lo que fuera con tal de enamorar a esa hermosa chica que lo cautivó desde el primer día que la vio entrar al colegio.
Mientras Jack iba decidido a conquistar a Marie, ella estaba en su habitación terminando de arreglarse. Cuando finalmente terminó, sus padres lloraron de la emoción, porque su pequeña ya era toda una mujer.
—Estamos muy orgullosos de ti, hija. Te amamos muchísimo —Ava y Noah abrazaron con fuerza a su hija, quien les correspondió el abrazo.
—Gracias por sus palabras. Soy lo que soy gracias a ustedes, a su ejemplo y a su amor. Si un día formo mi propia familia, sé que lo haré muy bien porque tengo a los mejores ejemplos de lo que debe ser una pareja y de lo que significa el amor verdadero —Marie adoraba a sus padres y sabía que, gracias a ellos, se estaba convirtiendo en una gran mujer, capaz de tomar sus propias decisiones y de seguir su propio camino.
¿Será Jack capaz de conquistar a Marie, a pesar de todo lo que sus padres le enseñaron sobre el amor y la familia? ¿Podrá Jack hacer que Marie deje sus principios de lado por amor a él, o, por el contrario, Marie descubrirá quién es Jack antes de llegar a enamorarse perdidamente de él?
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