Labios, dulces, suaves, besos, odio y así mi ciclo continuaba, seguía sin tener sentido y no necesitaba ser un romántico para comprobarlo.
──Kookie ¿Sigues ahí?
──Perdón, me distraje.
──Como te decía. Nos tomamos miles de fotos ──llevaba toda la tarde hablando con mis padres, me sentí un poco mejor gracias a los cuidados de JiMin. Él estuvo al pendiente de mí, olvidamos el tema sobre el beso y su odio inexplicable. Preferí pasarlo por alto, se volvía costumbre. Últimamente era incómodo estar juntos o al menos lo era para mí porque el maniático siempre aparentaba bien──, y tu papá se cayó con todo y cámara por suerte pudimos salvar las fotos ──no había escuchado nada.
──Qué bueno papá.
── ¿Pasa algo, cariño? ──papá lo notó.
──No, es sólo que aún no puedo resolver unas ecuaciones ──mentí. Hace horas que terminé con la tarea.
──Bien, mi niño. Te dejo para que termines, cuídate. Tu padre te manda saludos.
──Yo igual. Los quiero ──colgué y me tumbé completamente en la cama.
Al principio me molestó, o bien, me dejó un confundido, lo que dijo JiMin ¿Tenía que preocuparme?
JiMin resultaba ser contradictorio. Decía odiarme y a los segundos estaba preocupado por mi temperatura. Sus acciones me confundían.
(...)
Me senté en medio del parque que estaba a cinco minutos de casa. A falta de personas que pudieran juzgarme, me recosté en el pasto como en mi niñez. Amaba la tranquilidad del lugar, amaba sentirme completo y sin preocupaciones. Cerré los ojos disfrutando de mi propia burbuja de paz. El viento congelaba mis mejillas.
Los gritos de alguien se escucharon cada vez más cerca y perturbando mi tranquilidad. El sonido se volvió casi desgarrador, me preocupé y opté por abrir los ojos para buscar con la mirada al causante aquellos gritos. Me levanté sacudiendo el polvo de mi ropa, pasó una eternidad y no volví a escuchar los sollozos. Mi instinto, el que creía haber perdido, me insistió para caminar hasta la casita de juegos que quedaba casi en el centro del parque. Ahora todo parecía más familiar, posiblemente porque la mayoría de los parques son similares y ese me recordaba al que estaba cerca de mi antigua casa. Los columpios amarillos irritaban mi vista por los destellos del sol, las resbaladillas eran un aviso andante de que los niños podrían perder un par de extremidades, habría seguido explorando el parque de no ser por la caja de arena que parecía haberse volcado y destruido lo que parecía ser un castillo. Fuera de la caja se formaban pequeñas pisadas como si alguien hubiese salido de la caja dejando aquel rastro con toda intención, seguí el camino de arena un poco distorsionado y encontré el motivo por el cual me puse de pie.
Al acercarmé vi la sombra que proyectaba alguien oculto en el interior. Empujé la pequeña puerta para acceder al interior de la casita en forma de caracol. En el suelo se encontraba un niño acostado en formal fetal. Quise hablar y no me salió la voz. Di los pasos restantes para alcanzarlo.
── ¿Estas bien, pequeño? ──pasé mi mano por su cabello azabache. Se sentó sin hablar.
Sollozo tras sollozo, al verlo tan asustado me estrujo el corazón. Su carita de ángel, como aquellos libros sobre religión que los abuelos me hacían leer cuando pequeño, se bañana en agua salina y sonrojaba sus mejillas.
──Ayúdame ──pidió en un suave susurró.
Me hubiese gustado poder decirle que sí, pero mi visión se nubló.
(...)
Un sonido demasiado insistente taladraba mis oídos. Abrí los ojos, dándome tiempo para despejarme y acomodar el teléfono en el buro de mis padres.
Tocaban la puerta, corrí sin preocuparme por bajar aún con la pijama encima.
──Hola Kookie ──saludó el pelinegro bajo el marco de la puerta.
──Y-yo. N-no yo ¿Qué día es hoy? ──dejé que pasara.
──Lunes, pequeño dormilón ──revolvió aún más mi cabello con la mano.
── ¡Rayos! Ni siquiera me he duchado.
──Suelo madrugar así que ──revisó su reloj de mano──, tienes veinte minutos para llegar a una hora razonable.
Subí a mi habitación como alma que lleva el diablo, tomé mi ropa interior y una toalla, me apresuré a bañarme y terminé en menos de cinco minutos. Mi uniforme estaba listo sobre mi cama, JiMin supuse. Al menos hoy llevaría mi uniforme de una forma decente.
Me vestí, puse cera en mis manos para peinar mi desastre de cabello en modo punk. Mis padres no estaban así que nadie me obligaría a despeinarme para ir a la escuela de forma "presentable o decente".
Sí, tal vez, tan sólo tal vez deba dejar hacerme ilusiones.
Y ahí estaba yo, justo en el inicio de las escaleras. Un JiMin bromista se encargo de peinarme. Resultado: fue tonto perder todo ese tiempo frente al espejo intentando fallidamente un peinado moderno, incluso decidí peinarme el flequillo y ahora simplemente mi cabello volvía a lo de siempre.
──Así te ves más guapo, Kookie ──su voz melosa daba escalofríos.
── ¡Tonto! Interfieres en mi persona.
──Ya, ya, vámonos o se hará tarde ──caminó rápido saliendo antes de que siguiera con mis insultos, cerré la puerta con llave y me apresuré a alcanzarlo.
Siendo sincero, odio, detesto totalmente cuando alguien llega tarde al salón de clases y todos voltean a ver al irresponsable como si hubiese cometido un gran pecado únicamente por unos minutos de retraso, y si quería evitar eso sólo tendría que pegarme a JiMin lo suficiente para caminar detrás de su espalda; aunque no me cubriera del todo por su baja estatura; y pasar desapercibido o mínimo que no me miraran exclusivamente a mí. Estaría pegado a él hasta que entraramos al aula.
Fue en la esquina de la calle que vi un rostro familiar ¿A quién exactamente?
No, no Kook. Esto parece ser grave ¿Cómo es posible que esa chica te recuerde al tipo bipolar que tienes por vecino? Definitivamente me está haciendo daño pasar mucho tiempo con ese pequeño pervertido.
── ¡Jiminie! ──gritaba aquella monada de chica al otro lado de la calle.
La delgada chica de piel lechosa llevaba el cabello recogido en una coleta y con escasos rastros de maquillaje, su estatura era más baja que la de JiMin. En definitiva una chica hermosa y como todo lo bueno, alguna falla debía tener. Reparé al fin en su vestimenta curiosa, del mismo tipo que las monjas sólo que en color rosa y adornos discretos en blanco. Pude apreciarlo mejor al verla lanzarse a los brazos de JiMin ¿Acaso él?
──Jiminie, no sabes cuánto te extrañé ──dijo aun con sus brazos rodeando lo que podía del cuerpo de Park.
──Y yo a ti ──uso el mismo tono de voz que, al menos hasta hace un momento, sólo había escuchado que utilizaba conmigo.
Una punzada ¿Celos, en serio? Pero si apenas la conoces, no puedes celar a una desconocida ¡No, no y no! ni siquiera sabes su nombre y te pones así por abrazar a, lo que sea.
Hice un sonido con la garganta para llamar su atención, ambos voltearon a verme. La chica me sonrió de oreja a oreja ¡Caramba pero si son casi idénticos!
──No me habías dicho que tenías una hermana ──mencioné asombrado con el parecido.
──Porque en realidad no la tengo, soy hijo único ──se encogió de hombros. Ambos se encontraban a una distancia prudente.
Loco, él estaba jodidamente loco, solo él podría hacer algo así ¿Qué esperaba? Después de todo era un pervertido con complejos de casa que me besaba cada que le venía en gana.
──Dime que es una broma, JiMin. No puedes estar saliendo con una monja ¡Dios! Eso te llevará al infierno, aunque no sé si sea un pecado ¡Y seguro que tampoco puede ser bueno!──JiMin y sus gustos poco comunes── ¡Mira que salir con una hija del señor!
Los comentarios que hasta entonces no hacían más que recordarle al pelinegro que era un hombre pecador e iría al infierno fueron interrumpidos por la risa descontrolada de aquella chica. Incluso vi un par de lágrimas resbalar por su mejilla, JiMin hacía lo mismo, abrazando su estómago y retorciéndose de una manera extraña. Pensé que tenía un ataque.
──Bobo, si me voy al infierno no será por esto ──comentó sin dejar de reírse.
──Tu amigo tiene un gran sentido del humor ──incluso su voz sonaba cual ángel. JiMin dejó de reír al instante──. No saldría con él porque no es mi tipo ¡Y sí que puedo salir con chicos! La religión no es lo mío, pero sé que eso no estaría bien ──limpió las lágrimas que aun salían de sus pequeños ojos.
──Ella es mi prima.
De acuerdo. Ahora entendía porque las burlas. Soy un tonto. Sólo a mí se me ocurre ponerme a pensar que JiMin sale con alguien más, no él no me engañaría así ¿Alguien más? ¿Engañarme a mí?
Pff. Después de todo, la locura se contagia.