Mi cuerpo despertó con peso de más, mi nariz estaba congestionada y sentía un leve ardor en la garganta.
¡Genial! Unos días sin mis padres y me enfermo.
Fue mala idea andar con el cabello húmedo y los estornudos fueron un claro aviso. Busqué mi celular a tientas normalmente lo dejaba en el buró de mi izquierda. Avisaría a YoonGi que no iría hoy a la escuela y la razón.
"En la salida paso a tu casa para ver como sigues y llevarte la tarea. Descansa Kook ".
Fue lo que obtuve como respuesta. Mi hambre era casi nula. No creía que fuese buena idea comer sólo ramen cuando me encontraba tan mal. Necesitaba alimentarme de sopa o de un caldo ¡No sé cómo hacer algo de eso!
──Me hacen demasiada falta.
Me levanté de la cama arrastrando mi cuerpo para llegar a mi nuevo asentamiento, la cama de mis padres. A partir de ahora pasaría mis noches en su cuarto así no los sentiría tan lejos. Prendí el televisor, cambié canal tras canal sin hallar nada bueno para pasar mi día.
── ¡Tarde de películas!
Mi forma de darme ánimos era la mejor. Puse una película ¿Cómo clasificarla? Romántica, dramática y sobrenatural.
Me tumbé sobre la cama de nuevo. En la pantalla aparecía una palabra enorme 'Twilight'. Empecé con esa y seguí con las demás, ahora entendía porque todas esas chicas se emocionaban. Salían vampiros, lobos, chicas lindas, hombres guapos como JiMin.
¡JiMin! No, no, no ¿Él que tiene que ver en esta película? A ti no te gustan los chicos Kookie, a ti no. Parezco un retrasado repitiendo todas las palabras, pero parece necesario para dejarlo claro.
──Concéntrate Kook, ya casi llegan los malos ──escuché un ruido en la parte baja de la casa, no podía ser nada grave. Bella estaba tratando de convencer al lobo para que no fuera a la pelea, él no le hacía caso y ella optó por besarlo ¡Así de la nada, igual que JiMin! ── ¡No, tú amas a Edward! ──grité a la pantalla. Y el muy desgraciado igual se fue── ¡Zorra!
── ¿Con quién hablas, galletita?
¿Cómo?
Recargado en el marco de la puerta estaba JiMin. Tan tranquilo, o bien, aparentaba estarlo, porque observándolo detenidamente tenía el entrecejo fruncido, ese chico estaba molesto y como ya era su costumbre tal vez iba a desquitarse conmigo.
── ¿Cómo rayos entraste? ──susurré intentando recuperar el aliento, mi respiración seguía siendo agitada por su culpa.
──Por la ventana ──respondió casual.
──Eso es allanamiento de morada. Si te vas en este instante no hablaré con la policía ──estiré la mitad del cuerpo para alcanzar el teléfono y que creyera mis amenazas.
──Venía a comprobar que en serio estabas enfermo ──se acercó y me quitó el teléfono de las manos──, y no que me evitabas.
── ¡Ajá! Lo sabía tú fingías.
──Bueno sí, no es como si tuviera trastorno bipolar o algo parecido ──me quedé serio con el comentario── ¿En serio creíste eso? ──soltó una sonora carcajada sin preocuparse por ofenderme.
──Vete de mi casa ──dije colérico──. No te quiero a menos de cinco metros de distancia.
Fui olímpicamente ignorado. Los planes de JiMin distaban de los míos. Haciendo caso omiso a mis sugerencias nada sofisticadas y acompañadas de palabrotas, me tomó del brazo y me puso sobre su hombro. Sí, igual que una bolsa de papas.
──Al menos ya limpiaste tu cocina.
JiMin me dejó sobre el sillón doble de la sala, subió de nuevo las escaleras y me arrojó una frazada que reconocí era el que usaba en mi cama.
──Tus verduras están podridas ──si él podía ignorarme yo también. Dejé que hiciera lo que le viniera en gana. Ni una hora pasó cuando me dijo que la sopa estaba lista. Me levanté del sofá con pereza observando con discreción lo que preparó──. Ve a lavarte las manos y tomate esto ──me pasó un frasco de pastillas ¿y si era droga? ──. No es veneno, tómalo.
La verdad olía delicioso para ser una simple sopa. Fui corriendo al baño y por primera vez hice lo que me dijo, regresé y me senté delante de él. Ya me había tomado la asquerosa pastilla.
¿Hace cuánto que no probaba una comida decente? Al ser sopa la terminé en cuestión de sorbos.
──Se supone que YoonGi vendría a verme, no tú ¿Me sirves más? ──pedí extendiendo mi plato.
Caminó con toda la confianza del mudo en mi casa, respondiendo desde la cocina.
──Tenía unos pendientes y yo me ofrecí a venir. Estuve tocando el timbre de la puerta, pero no abrías así que entré por la ventana. Por un momento creí que te habías caído al escusado.
──Cállate.
Seguí disfrutando de aquella delicia cuando el plató regresó a la mesa, el pelinegro me miraba a detalle, sentí su nada sutil escaneo sobre mi persona. JiMin me contó lo que había pasado en clases y también dijo que sólo dejaron una tarea, sobre unas ecuaciones y números, y que después me lo pasaría.
──Deberías dejar de comer tantas porquerías.
──Cocinar no se me da bien. Aunque si cierta persona fuera tan amable de ayudarme con eso, bueno después de todo es lo menos que puedes hacer luego de tu comportamiento infantil ──me regaló media sonrisa.
Ayudé a limpiar la mesa, él se molestó porque para reponer mis defensas debía descansar. Eso sí, cuando se ofreció a lavar los platos yo no me opuse ¿Quién era yo para negarle aquello? sirve que me ahorraba los deberes por un rato.
──Es hora de irme y de que tú vuelvas a la cama.
──Claro, mamá ──recordé que el lugar favorito de JiMin para acosarme era mi recámara.
Caminé a la puerta de la entrada para correrlo sutilmente. Fue inútil. Él ya estaba subiendo las escaleras. Lo imité a regañadientes. Se puso enfrente de la recámara en la que estaba cuando se infiltró a mi hogar.
Me acosté sobre la cama de mis padres, JiMin apagó la luz y se sentó en el borde de la cama. Pude ver cuando se inclinó hacia mí.
¿Va a besarme cada vez que estemos en mi casa?
Justo cuando su respiración estaba demasiado cerca de mi rostro me atreví a preguntar una de las tantas cosas que me dificultaban el poder conciliar el sueño por las noches.
── ¿Por qué haces esto? ──pareció una eternidad hasta que al fin contesto.
──Porque yo ──nuestros labios estaban a centímetros de rozarse, mis ojos querían cerrarse, esperaba que él se abalanzara y me decepcione cuando no lo hizo, depositó un beso sobre mi frente y se alejó──, te odio.
No sé qué tan equivocado estoy. De todas las respuestas cursis que se me ocurrían, ninguna se parecía a la de él, incluso pense que se reiría en mi cara.
Dijo que me odiaba y ya, su seriedad me causó miedo. Al reaccionar él ya estaba saliendo de la recámara, cerró la puerta y me dejó ahí como de costumbre.
Porque te odio.
¿Tendría que sentirme bien o mal por su respuesta? Le di vueltas a mi pobre situación. Si eso era cierto entonces ¿Por qué me besaba? ¿Por qué vino a cuidarme?