Capítulo 6.
Dafne.
Deseaba con toda mi alma que ese día por fin terminara, habían sido muchas emociones para un solo día y estaba cansada, y lo peor es que sabía perfectamente que todavía faltaba lo peor, ya que mi compromiso aún no había sido arreglado, o al menos eso era lo que yo creía.
Estaba absorta en mis pensamientos cuando de repente lo vi aparecer frente a mí, tenía ese gesto de arrogancia que tanto me molestaba, caminaba con esa seguridad digna del rango que ocupaba, era tan apuesto que me bastaba verlo para que mis sentidos se pusieran en alerta, y él parecía darse cuenta porque utilizaba su porte y los efectos que ejercía sobre mí para atormentarme.
Llegó hasta donde me encontraba y me miró fijamente, parecía molesto, lo supe al ver la expresión de su rostro y la ira que nublaba sus hermosos ojos que me miraban con intensidad.
— Espero que hayas solucionado los asuntos pendientes con tu cuñado, porque no vas a volver a verlo —pronunció con un tono que me dejó petrificada.
Contuve la respiración y por un momento me fue imposible pensar, no quedaba ninguna duda, Enzo nos había visto y lo malinterpretó todo, pero yo no pensaba darle ninguna explicación, por más rey de los licántropos que fuera.
—No tengo porque darte explicaciones, lo que haga con mi vida, es mi problema —le dije con todo el cinismo que me fue posible.
—No juegues con mi paciencia, Dafne, tú eres mi compañera destinada y solo por eso me debes todas las explicaciones que a mí se me dé la gana —contestó completamente enfurecido.
—Pues no estoy dispuesta a hacerlo, y no me importa si quieres desterrarme, confinarme a un calabozo o lo que se te ocurra, no tengo porque ser tu esclava solo porque nos una un vínculo, es más, podría rechazarte, al menos tengo ese derecho —espeté.
—Ni se te ocurra hacer eso —gruñó tomándome por los hombros con una fuerza descomunal que me desconcertó.
—Suéltame— le grité fuera de control.
—Escúchame muy bien, tú eres mía, me perteneces y no voy a permitir que nadie te toque —señaló.
—Es mi vida, y no tengo ningún compromiso contigo —repliqué.
—Claro que lo tienes, eres mi mate ¿lo recuerdas?, y acabo de reclamarte para mí —me informó logrando que me descolocara por la impresión.
No podía creer lo que acababa de escuchar, él me había dicho que me quería como su compañera, ¿pero porque razón?, si se notaba que me detestaba, me deseaba, de eso no había duda, pero reclamarme como su luna era otra cosa, y me estaba diciendo que acababa de hacerlo.
—No, tú no puedes hacer eso —lo increpé.
—Claro que puedo, no olvides que soy el rey alfa, y solo por eso puedo hacer lo que me plazca —argumentó mirándome en forma desafiante.
—¿No entiendo que pretendes con esto?, sabes perfectamente que no funcionaría, tú me detestas —exclamé.
—Te deseo, y voy a tenerte solo para mí porque eso es lo que quiero —contestó.
Una oleada de deseo recorrió todo mi cuerpo, ese alfame perturbaba demasiado y tenerlo tan cerca y escuchándolo afirmar tal cosa, hizo que se desencadenaran una serie de emociones que me negaba a dejar salir.
Pero no podía dejarme llevar por lo que sentía, tenía que usar mi lado racional y hacer que él desistiera de aquella locura, ¿pero cómo hacerlo cuando mi loba interior estaba tan exaltada y me pedía a gritos aceptar de una buena vez el vínculo entre nosotros?.
—Tu padre está al tanto de nuestro vínculo, y ya hemos acordado nuestro compromiso, estamos a punto de anunciarlo, así que ven conmigo, y ni se te ocurra ponerme en ridículo —advirtió.
—No lo haré, jamás uniré mi vida a alguien como tú —sentencié.
—Entonces tendré que obligarte —.
—Hazlo, no me importa —respondí airada.
—Si te niegas, tendré que contarle a tu padre lo que vi en la estancia, y ya te puedes imaginar lo que pasará después —amenazó.
Si aquello llegara a ocurrir sería terrible, no solo quedaría destrozada la vida de mi hermana, sino también la familia de Ariel quedaría en la ruina total y serían desterrada o reducidos a una clase inferior convirtiéndose en esclavos, y por si eso fuera poco, mi reputación quedaría arruinada y papá me haría la vida miserable.
Estaba entre la espada y la pared, Enzo me tenía en sus manos y no había nada que pudiera hacer, cualquiera de las opciones implicaba vivir un verdadero infierno, pero al menos con el compromiso nadie más resultaría afectado.
—De acuerdo, acepto comprometerme contigo, pero que quede claro que lo hago por mi familia, no porque tú me importes —enfaticé.
Estaba segura de que mis palabras le habían afectado, pude verlo en sus ojos obscurecidos por la ira, me tomó con fuerza de la mano y lo miré con expresión de desagrado, Enzo aligeró su agarre y respiró profundo, caminamos hacia el salón, y mi padre ya nos esperaba.
—Me complace mucho verlos juntos, hacen una pareja maravillosa —dijo mi padre con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
—Espero que todo esté listo para anunciar el compromiso —expresó Enzo con voz neutra.
—Todo está listo, su majestad, solo esperábamos por ustedes —contestó papá en una forma tan sumisa que me provocaba repulsión.
Enzo rodeó mi cintura, seguramente para que todos vieran que le pertenecía, lo único que pretendía era exhibirme como un trofeo y eso me hacía sentir como un objeto.
Trataba de sonreír, tenía que hacerlo, tenía que respetar el acuerdo, porque de lo contrario ese tirano descargaría toda su furia sobre mis seres queridos.
Mi padre solicitó la atención de los presentes, y de inmediato una serie de murmullos se escucharon en el interior de aquel recinto, las miradas se posaron sobre nosotros.
Era momento de que la función comenzara, y tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no salir corriendo, pero no, había mucho en juego como para echarlo a perder con mi cobardía.
Y si él pensaba que las cosas le serían fáciles conmigo, estaba muy equivocado, porque si pretendía hacer de mi vida un infierno, también yo haría que la suya se convirtiera en uno.
Avanzábamos hacia el estrado, y Enzo sonreía, triunfante, y cuando sus ojos miraron a Ariel, supe que le profesaba un odio impresionante, y que haría hasta lo imposible para desquitarse por lo que según él le habíamos hecho.
—Me siento muy honrado por el anuncio que haré ante ustedes, nuestro rey alfa, me ha solicitado la mano de mi hermosa hija en matrimonio, por lo que me complace informarles que muy pronto nuestras familias se unirán para toda la eternidad, en hora buena, deseo que sean muy felices y que traigan muchos herederos a esta dinastía —exclamó mi padre con gran aspaviento.
Los vítores y aplausos no se hicieron esperar, todos nos reverenciaban por el título que ostentábamos, yo me convertiría en reina y tenía que comenzar a asimilarlo aun cuando eso me desagradara; jamás me gustó ser el centro de atención, y mucho menos si eso implicaba un sacrificio tan grande como el que iba a hacer casándome con ese cavernícola, que aunque fuera el rey alfa de nuestra r**a, no dejaba de ser un salvaje.
Me encontraba perdida en mis pensamientos cuando él me tomó por sorpresa acercándose mucho más a mí y besándome en forma apasionada en los labios, pensé en no corresponderle, pero eso sería desafiarlo y no me encontraba en posición de poder hacerlo, así que me dejé llevar por lo que comencé a sentir en cuanto él puso sus manos sobre mí.
El contacto con su piel resultaba abrumador, haciéndome vibrar con cada rose, sus labios me provocaron un placer indescriptible, algo que jamás había experimentado, en ese momento nada más importaba, solo éramos nosotros dos, que nos encontrábamos sumergidos en el más grande deseo que jamás hubiésemos podido imaginar.
La noche transcurrió entre vítores, halagos y felicitaciones, Enzo y yo parecíamos la pareja perfecta, esa noche definitivamente estaba haciendo el papel de una señorita de sociedad con todos los elementos para convertirse en la reina luna que todos necesitaban, pero por dentro, sabía que aquel matrimonio solo me traería desgracias y sin sabores, y que esa solo era una representación para aumentar la popularidad de mi mate.
Poco a poco, los invitados se fueron marchando, algunos muy complacidos por la noticia del compromiso y otros con una mueca de inconformidad al no lograr lo que pretendían, pero por ningún motivo lo expresarían, pues se trataba de su rey y solo por eso cualquier deseo o pensamiento por parte de los demás quedaba anulado.
Luego de que todos se hubieran ido, nos reunimos en la terraza para tomar una copa, mi padre quería hacer un brindis con la familia para desearnos lo mejor por los acontecimientos, el rostro de papá reflejaba una dicha indescriptible por el hecho que nuestra familia pudiese emparentar con la realeza, conocía los beneficios que todo eso le traería y claro que lo estaba disfrutando de sobremanera.
—Salud por la feliz pareja —exclamó papá.
Todos levantamos las copas y Enzo me dirigió una mirada de desaprobación por mi falta de entusiasmo.
—Faltan tres días para la luna llena, ¿supongo que la ceremonia se celebrará ese día? —preguntó Elena y yo quería golpearla por hacer ese comentario.
—Por supuesto —contestó Enzo.
—Deberían conocerse un poco más, tal como hicimos Elena y yo, a pesar de convivir desde niños, no existía mucha cercanía entre nosotros, por lo que acordamos esperar un poco hasta que pudiésemos estar listos —comentó Ariel de manera inesperada.
—¿Entonces no existía el vínculo entre ustedes? ¿es un compromiso por Elección? —dijo Enzo a propósito para fastidiar a Ariel.
—Muchos de los matrimonios de nuestra r**a son elegidos, su majestad, ¿Cómo supongo será el suyo con mi hermana —replicó Elena en defensa de su compañero.
Enzo sonrió y la miró fijamente y luego se dirigió a mí tomando mi mano entre las suyas.
—No lo será, la diosa luna nos ha elegido compañeros destinados, pero de no haber existido el vínculo entre nosotros, sin duda habría elegido a Dafne para ser mi compañera por toda la eternidad —exclamó él con determinación causando una gran sorpresa en mi familia.
—La madre luna no se equivoca, la unión entre ustedes es perfecta, y basta con verlos para darse cuenta de que están hechos el uno para el otro —manifestó mi padre.
—¿Y tú que piensas Dafne?, haz estado muy callada —intervino Ariel.
La pregunta de Ariel no podía ser más inoportuna, sabía perfectamente la presión a la que estaba siendo sometida y él con su impertinencia estaba incrementándola aún más.
—Coincido totalmente con mi compañero, y de no haber sido el destino el que nos uniera, de cualquier forma hubiésemos terminado juntos —dije por fin.
En un principio pensé que tendría que forzarme a decir algo que no sentía, pero conforme las palabras salían de mi boca, entendí que lo que decía no carecía para nada de veracidad.
Una vez haber terminado el brindis, papá y Enzo acompañados de Érick, fueron al estudio a ultimar detalles del contrato de nuestro matrimonio, así se acostumbraba en nuestra r**a, pues resultaba una buena forma entre las manadas para llegar a acuerdos que convinieran a nuestros intereses.
Elena me dejó asolas un momento y yo aproveché para salir al jardín, necesitaba procesar lo que me estaba pasando, fueron muchos sentimientos encontrados y me hacía falta un momento donde pudiera encontrar un espacio para hablar con mi loba interior, la cual había estado muy callada, algo extraño cuando se trata de un aspecto que le interesa.
—Tengo miedo de lo que nos pueda traer esta unión, Lara —reconocí.
—Él es mejor alfa de lo que aparenta —contestó ella con voz tranquilizadora.
—Tu mejor que nadie sabes lo que siento cuando lo tengo cerca, pero eso no es suficiente en una relación —manifesté consternada.
—Pronto llegarás a amarlo tanto como yo amo a su lobo, cariño —aseguró.
Sus palabras me parecían una posibilidad tan lejana, era verdad que me atraía como nadie nunca lo había hecho, pero de ahí a sentir amor había una gran diferencia.
Me encontraba en el diálogo con mi loba cuando llegó Ariel, ay, no, ese alfa no entendía que a quien menos deseaba ver era a él, ya bastantes problemas tenía como para tener que añadirle uno más con sus absurdas pretensiones, si no hubiera sido tan cobarde en el pasado tal vez estuviésemos juntos, pero perdió su oportunidad y ahora ya era demasiado tarde, y pensaba dejárselo muy claro.
—No te puedes casar con ese idiota —espetó furioso.
—Ya, Ariel, te estás pasando, no tienes ningún derecho a interferir en mi vida —declaré bastante molesta.
—Claro que lo tengo, tú y yo somos amigos, y vamos a ser familia, ese tipo no es para ti, Dafne, y debes rechazarlo antes de que te haga daño —me dijo.
—No lo haré, Enzo es mi compañero y me uniré a él porque así lo quiso el destino y así lo quiero yo —respondí ofuscada y completamente fuera de control.
—Dafne, yo te amo, eres la compañera que siempre quise y que la diosa luna nunca me concedió —.
Me tomó por la cintura y se disponía a besarme cuando de repente Enzo y Érick aparecieron, mi mate estaba descolocado, y por la cara que traía parecía querer destrozarlo.
—Quítale las manos de encima idiota, y ni se te ocurra volver a tocarla si no quieres que acabe contigo y degrade a tu familia a servirme como esclavos —pronunció Enzo con tono amenazante y se lanzó sobre él golpeándolo con furia.
—Usted debe haberlo mal interpretado todo, señor, entre Dafne y yo no hay más que una linda amistad —mintió preso del pánico.
Las palabras de Ariel terminaron por hacer que me decepcionara de él, una vez más me demostraba que nunca fue el alfa indicado para ser mi compañero y lamentaba que mi hermana tuviera que compartir su vida con alguien tan doble moral, pero era su elección, y en unos días yo tendría mi propia familia y mis propios problemas y cada una tendría que seguir adelante como mejor pudiera.