DIOSA

El inicio de todo.

Llevábamos dos meses trabajando para el destripador, no había sido nada fácil pero habíamos ganado lo suficiente como para pagar la deuda de remedios y algunos meses de reserva.

—Yo ya no puedo hacer más como que nada pasa, quiero que me digan ahora de dónde están sacando tanto dinero —dice mi padre mirándonos, Derek me mira, aún no soportaba el hecho de haber tenido que matar a su novia, le tembló la mano, y por eso el destripador lo tenía a prueba, yo en cambio estuve dentro desde que jalé el gatillo.

—Tranquilo… — 

—¡Nada de tranquilo, quiero saber de dónde mis hijos de diecisiete años sacan tanto dinero! —grita golpeando la mesa.

Hace una semana habíamos cumplido los diecisiete, mi padre nos había hecho una torta, con todo su esfuerzo de comprar cosas, las había pedido en el almacén y yo sabia, me había encargado de pagar todo eso sin decirle, y creo que ya lo sabía.

—Estamos trabajando para el destripador —digo rápidamente, él nos mira sorprendido y asustado.

—¿Qué? —exclamo.

—Tranquilo papá, mientras hagamos lo que nos pide no nos pasará nada —digo.

—¿Están locos?, son unos niños —dice, yo niego.

—No lo hacemos por nosotros, lo hacemos por mamá, mírate, tienes mejor aspecto, hemos comido bien, ella ya no sufre como antes, lo necesitábamos, a veces se deben hacer ciertos sacrificios —digo, mi padre se sienta en la mesa y se agarra la cabeza.

—Deben terminar eso, buscaré un trabajo —dice, yo niego.

—Hicimos un trato con el diablo, ya no podemos salir —digo.

—Se sabe que él pide pruebas para entrar, ¿qué tuvieron que hacer? —

—Es mejor que no lo sepas papá, déjanos encargarnos, tú solo cuida a mamá —dice Derek, yo asiento mientras le doy un sorbo al café, teníamos que irnos a clase.

—Ya es hora de irnos —digo, Derek asiente, le doy un beso en la mejilla a mi padre y salgo de la sala, él no dice nada, esta en shock, de saber que sus hijos tenían un trato con el diablo,  a pesar de que ya estábamos trayendo dinero hace semanas, creo que el hecho de no dormir bien, no comer bien, no le había dado el tiempo de preguntarnos.

—Quedó helado —dice Derek cuando vamos caminando, yo asiento.

—La verdad no hay nada que hacer, lo necesitamos —digo.

Nos falta una cuadra para llegar al colegio, a lo lejos diviso al tatuado, quién se hacia llamar “Tattoos”, bueno, no muy lejos de como yo lo llamaba.

—Mira quién está ahí —digo a Derek moviendo la cabeza en su dirección.

—No nos dejan nunca tranquilos —dice, yo asiento pero ambos caminamos igualmente hacia él.

—Hola mocosos, el jefe quiere verte en la noche —dice apuntándome.

—¿Solo a ella? —pregunta Derek confundido, ya que normalmente siempre íbamos juntos, tattoos asiente.

—Si solo ella, a las doce te quiere ver —dice para luego darse la vuelta e irse, Derek me agarra el brazo.

—No puedes ir sola —dice.

—No tengo opción —

—Tengo una mala sensación —dice, yo asiento.

—Yo también, pero tranquilo, me sé defender —  

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—Me tengo que ir —digo colocándome una chaqueta.

—¿Dónde vas tan tarde? —pregunta preocupado mi padre.

—Él me llamo —digo.

—¿Derek no va? —

—No —

Salgo de la casa sin esperar respuesta de ninguno de los dos, cuando voy caminando me fijo hacia atrás, esperando que Derek no me siga y lo arruine todo,  menos mal no lo hace, porque no solo nos pondría en peligro a nosotros sino también a nuestros padres.

Los mismos chicos de siempre están afuera, ya conocidos como Ricky y Robin, ambos me saludan cuando me ven.

—Supimos que el jefe te mando a llamar —dice Ricky, yo asiento.

—¿Alguno sabe para qué? —pregunto, ambos niegan.

—Nosotros solo cuidamos, su mano derecha es tattoos —dicen, yo asiento.

Ambos me abren la puerta para que entre, camino con las manos en los bolsillos de mi chaqueta, en todos lados de la casa hay hombres armados, esto era una maldita fortaleza, a pesar de que tenían mucho dinero, este lugar era una pocilga, asqueroso tal como él.

—Llegas a la hora mocosa —dice sonriendo, no digo nada, solo lo sigo, habíamos aprendido que a veces no debíamos decirle nada, solo seguirlo, pero para mi mala suerte, él no me guío hacia el salón de siempre, sino por otro camino.

—¿Dónde vamos? —pregunto, él no responde.

Caminamos por un pasillo iluminado hasta una puerta de madera, tattoos golpea y el destripador abre la puerta, me da una sonrisa lobuna que hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.

—Bienvenida —dice riendo, tattoos se va—. ¡Pasa! —me ordena, me obligo a obedecer a pesar de que no quiero entrar.

Me doy cuenta de que estamos en su habitación, es más lujosa que el resto del lugar.

—¿Para qué me llamo? —le pregunto, él me mira de arriba a abajo.

—Eres muy hermosa, ¿lo sabias? —dice, doy un paso hacia atrás por inercia, pero él niega—. Ni un paso más perra —

Camina hacia mí y me recorre con la mirada, me rodea, y siento una nalgada, cierro los ojos.

—Sácate la chaqueta —dice, no lo hago y solo siento un tirón de pelo muy doloroso—. ¡Ahora! —grita en mi oído, llevo mis manos hacia el broche del cierre y lo bajo para sacármela por completo, él se para delante de mí y me mira sonriendo.

—¿Qué me va a hacer? —

—Nada que no te guste —dice—. Sácate la blusa—ordena, dudo que algo que él me haga me pudiera gustar. Saco la blusa, quedando solo en brasier y los pantalones.

Se acerca a mí y pasa una mano desde mi cuello hacia mis pechos y los aprieta con torpeza, pobre idiota, ni siquiera sabe como tocar a una mujer.

—Desnúdate por completo —ordena, se siente en el borde de la cama mirándome, hago lo que me pide, un odio inevitable comienza a salir de mi cuerpo, lo miro feo, él me mira furioso—. Me cambias la cara perra, o ¿quieres que mande a buscar a tu mamá en tu lugar? —

—No —

Me termino de desnudar y él me hace una seña de que me acueste en la cama, me abre las piernas y da un golpe en mi feminidad sobresaltándome, no puedo pensar en nada más que en lo patético que es.

—Voy a tener esto a mi lado, por si te pones tonta —dice sacando su arma de su pantalón, primero me apunta, se ríe y luego la deja al lado de mi cabeza, apuntando hacia mi oído, se desabrocha los pantalones y se saca su asqueroso m*****o, miro hacia arriba aguantando las ganas de vomitar, necesito pensar en algo rápido—. Abre esas piernitas amor —

Justo cuando va a meter su asqueroso m*****o en mí, agarro rápidamente la pistola y le disparo en la cabeza, la expresión de su cara no es de sorprendida ni de dolor, fuí tan rápida que no alcanzo a pensar nada.

Cae al suelo, tattoos está detrás de la puerta, ya que el destripador la había dejado con llave, me lo quedo mirando, el agujero en su frente.

—¿Creíste que me ibas a usar así?, te equivocaste conmigo imbécil —

Miro alrededor de la habitación, me fijo que tiene una espada, tipo medieval grande, me acerco a ella y la tomo, cierro los ojos y corto su cabeza, algunas gotas de sangre saltan a mi cara. Miro lo que hice, ¡no puedo creer lo que acabo de hacer!

Respiro hondo, siento que un ataque de ansiedad comienza a hacerse parte de mí, queriendo dominar mi cuerpo, me afirmo en la cama mientras tattoos grita desde el otro lado de la puerta.

—Jefe, ¿Esta bien? —

Algunas lágrimas caen desde mis ojos, tenía diecisiete años, nunca pensé que haría algo como esto, aparte de lo que había hecho con Jaime, nunca más había matado a alguien, de hecho aquella noche no había podido dormir, incluso varias noches más, y no era precisamente por mi madre.

Respiro hondo y suelto el aire, tomo el arma y agarro del pelo al idiota, solo puedo pensar en cuantas niñas tuvieron que pasar por esto y eso me reconforta un poco, el hecho de saber que nunca más lo va a poder hacer.

Abro la puerta, no solo esta tattoos ahí, hay varios chicos listos para disparar, yo les sonrío, tattoos me mira sorprendido, luego mira hacia mis manos donde tengo la cabeza, todos retroceden.

—Estaba pensando que podríamos renovar este lugar, no, mejor, nos cambiamos de lugar —digo sonriendo.

Había un lema, que todos sabían, y que el mismo destripador había impuesto, al pensar que nunca nadie de los suyos se atrevería a desafiarlo.

“Quién tenga mi cabeza en sus manos, será el dios de todo este imperio, sin ningún tipo de duda”

Bueno, no pensó que sería una DIOSA.