Un golpeteo punzante.
Una llamarada viva en la parte baja del vientre.
El deseo anhelante de satisfacer al deseo y de caer ante la tentación que solo la lujuria desatar. Los besos húmedos de Leonard recorrieron el cuello de Fiore mientras la mujer sonreía y jadeaba disfrutando de aquella sensación, la sensación que solo el calor de un hombre como Leonard Salerno podía causar.
Sus labios carnosos besaron su cuello y bajaron por su clavícula. Sobre él, la italiana se movía con esas sensuales caderas dándole un anticipo de lo que vendría después, con solo montarse sobre él y detectar las notas amaderadas de su fragancia cualquier mujer podría mojarse. Su cuerpo era un delirio, sus tatuajes eran una obra de arte especialmente la serpiente en su cuello, sin poder contener las ganas la mujer
