Fiore lanzaba todo lo que fuera posible en su maleta, ropa, más ropa, perfumes, conjuntos, al fin y al cabo, todo aquello era suyo. La enorme maleta quedó llena en pocos minutos y la cerró de golpe haciendo que la cremallera hiciera un fuerte sonido cuando la cerró. La colocó en el suelo y al abrir la puerta uno de los guardaespaldas que esperaba allí la tomó para llevarla al auto. La chica se había cambiado de ropa, se había sujetado su lacia cabellera oscura en una coleta alta y se había colocado un vestido ligeramente corto pero discreto en la parte del escote.
Vittorio llegó a su encuentro.
—Fiore—La llamó haciendo que la chica volteara a mirarlo.
—Sucedió Vittorio, ahora no tendré que terminar como mamá en manos de los Kuznet. No entiendes cómo me siento ahora puedo respirar—Confes
