La enorme camioneta se estacionó en la entrada de la cabaña, la nieve había cedido un poco y era ora de que Leonard y Fiore regresaran a la mansión. Santino abrió la puerta mientras miraba a Fiore entrar para resguardarse del frío dentro, la chica le dedicó una leve sonrisa que el hombre respondió con un leve asentimiento. Cuando tocó el turno de Leonard, el italiano se detuvo para mirarlo con un gesto de indignación en la mirada, Santino intentando no amedrentarse le devolvió la mirada. —¿La ha pasado bien, señor? —preguntó haciendo que Leonard borrara ese gesto e intentará ocultar la risa. Acercó su mano a la mejilla de Santino y palmeó delicadamente un par de veces aquella zona. —Buen trabajo, Santino, eres un traidor inteligente. —Lo siento señor, cumplía instrucciones. —¡No me di

